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Gas en el almacén submarino Castor, gas bajo el suelo de la emblemática Doñana, gas por el gasoducto Midcat (Martorell-Francia)... La apuesta del Ejecutivo Rajoy por el gas natural es multidireccional. Y firme: apuesta firme por el gas como fuente de electricidad desde principios de década, y apuesta firme ahora por el gas como combustible para el sector transporte. Apuesta por el transporte, habida cuenta ya del rotundo fracaso del metano como generador de electricidad: solo el 13,8% de la energía eléctrica que generó España el año pasado salió de centrales térmicas de ciclo combinado, esas que queman gas natural y producen kilovatios... y CO2.
El Gobierno apuesta por el gas también en el sector ferroviario

El metano (CH4) es un hidrocarburo, componente principal del gas natural. Después del dióxido de carbono (CO2), ocupa el segundo lugar en cuanto a gases de efecto invernadero causados por la actividad humana. Gas de vida atmosférica corta, de aproximadamente 12 años, es considerado un "gas de efecto invernadero potente" debido a que es 23 veces más eficaz para atrapar el calor dentro de la atmósfera que el CO2" (véase Globalmethane.org). Pues bien, el metano (componente principal del gas natural) es la gran apuesta energética del Ejecutivo Rajoy, que está dando toda clase de facilidades (Castor, Doñana, Midcat) a esa fuente de energía sucia, fuente, además, que no fluye en España: el gas natural que quemamos aquí procede de allende las fronteras. A saber: en 2017, más del 50% del gas que usó España llegó aquí desde solo dos naciones, Argelia y Catar.

Es la dependencia energética
España depende -en materia de energía- de dos fuentes: las renovables (autóctonas: el viento, el Sol, el agua, la biomasa) y las fuentes convencionales (todas ellas, alóctonas: el uranio, el carbón, el petróleo y el gas). Las primeras nos son propias y pueden ser mejor o peor aprovechadas en función de su natural disponibilidad y, sobre todo, de la capacidad de nuestros embalses, nuestro parque eólico nacional, nuestro parque fotovoltaico nacional o nuestro parque termosolar nacional. Las segundas nos son ajenas, o sea, que tienen dueño, y son sus dueños los que marcan su precio. Tanto mayor sea nuestra dependencia de ellas -tanta más energía alóctona necesitemos-, tanto más gravosa será la factura a pagar. Por ejemplo, en los nueve primeros meses de este año, el gas que le hemos comprado a potencias extranjeras nos ha costado 5.189 millones de euros, es decir, casi 20 M€ de euros al día.

Si en vez de electrificar el transporte, como están haciendo las naciones más desarrolladas de todo el mundo, lo gasificamos, estaremos incrementando nuestra dependencia energética (el gas natural no es un recurso del que disponga España) y, así, estaremos encareciendo la factura a pagar. Con la electricidad pasa lo mismo: si no aprovechamos nuestros recursos naturales (el Sol, por ejemplo) y optamos por generar electricidad con gas, pues nuestra factura eléctrica será más elevada. Y eso es lo que ha pasado en verano y en otoño, cuando hemos tenido elevadísimas temperaturas y cielos muy-muy despejados y, sin embargo, no hemos aprovechado esa ventana de oportunidad que se nos abría. Y, en vez de producir electricidad de origen solar para abastecer el tirón de la demanda de los aires acondicionados, hemos cubierto esa demanda con gas natural.

Apuesta por el gas: apuesta por activa (Castor, Doñana, MedCat), y apuesta por pasiva (frenando a los competidores)
Y es que, aunque el Gobierno es consciente de que las puntas de demanda del verano tienen lugar habitualmente entre las 12.00 y las 14.00 horas, es decir, cuando más calienta el sol de julio y agosto (y cuando más aparatos de aire acondicionado hay funcionando a toda mecha); y aunque el Ejecutivo también es perfectamente consciente de que tanto el autoconsumo fotovoltaico como la termosolar pueden atender esa demanda (y hacer virtud de la necesidad: brilla un sol de justicia y hace mucho calor, de acuerdo, pero con ese calor y la tecnología podemos fabricar frío)... pues, a pesar de ser evidente todo ello, el Ejecutivo le ha recortado a la termosolar las ayudas hasta la asfixia y mantiene secuestrada la regulación del autoconsumo (hace ya casi un año que se comprometió a revisar el Real Decreto del impuesto al Sol, pero a día de hoy nada se sabe sobre el particular).

Así las cosas, Argelia y Catar han hecho su agosto con las calores del verano de España. Lo han hecho gracias al Gobierno del Partido Popular, que mantiene secuestrado el autoconsumo fotovoltaico en algún cajón del ministerio (el autoconsumo está creciendo, pero al ralentí, cuando podría estar disparado) y mantiene a la termosolar en modo espera: el Gobierno de Mariano Rajoy, que llegó a La Moncloa en noviembre de 2011 (ya ha llovido), ha tardado más de un quinquenio en convocar una subasta de potencia solar fotovoltaica, pero es que, a día de hoy, no ha convocado ni una sola de termosolar, aunque la irradiancia solar en España es la más elevada, con diferencia, de toda Europa. Así las cosas, España ha importado entre enero y septiembre de 2017 veinte puntos más (+20% más de gas) que durante el mismo período (enero-septiembre) de 2016. ¿Total? Los susodichos 5.189 M€.

Nadal y De la Serna, los primeros del mundo
Pues bien, en ese marco, los ministros españoles de Fomento, Íñigo de la Serna, y Energía, Álvaro Nadal, asistieron ayer en Asturias al inicio de las "pruebas de tracción ferroviaria con gas natural licuado" de un tren de Renfe, unas pruebas que -señala el ministerio-, son "las primeras del mundo en el sector ferroviario de viajeros", lo cual no es de extrañar, habida cuenta de que las líneas ferroviarias más avanzadas del mundo transitan en dirección opuesta, o sea, hacia la electricidad renovable o el hidrógeno limpio (véase abajo el Coradia ilint de Alstom). El Gobierno asegura en todo caso que este proyecto se enmarca dentro del plan de descarbonización del sector ferroviario (lo cual no deja de ser llamativo: que un vehículo que emplea un recurso -gas natural- cuya combustión genera dióxido de carbono -CO2- sea presentado por el Ejecutivo como solución que se enmarca en el plan de "descarbonización").

coradia ilint de alstom

El Ministerio asegura que este proyecto de tren de Cercanías propulsado con GNL -que encabezan Renfe, Gas Natural Fenosa y Enagás (y en el que colabora Bureau Veritas)- tiene como objetivo "verificar la viabilidad de una solución con potenciales ventajas ambientales y económicas para los tráficos que se desarrollan actualmente con tracción diésel en España". El prototipo de tren autopropulsado con gas natural licuado (GNL) prestará servicio en la línea de Cercanías Baíña-Collanzo. "Este proyecto -sostiene Fomento- está en línea con los objetivos de la futura Ley de Cambio Climático y Transición Energética que prepara el Gobierno, una ley que marcará el camino para alcanzar los compromisos internacionales adquiridos en materia de cambio climático y energía". Según el Gobierno, "en el cumplimiento de los objetivos de reducción de emisiones, el ferrocarril juega un papel fundamental".

En la nota de prensa que difundió el Gobierno ayer con motivo de la presentación de este prototipo, el Ejecutivo asegura que "el gas natural es el combustible alternativo con mejores condiciones para protagonizar una transición segura y eficiente en el corto plazo, por motivos de disponibilidad, precio y estabilidad". España no dispone de yacimientos de gas. Importa todo el gas natural que consume. Según el Ministerio de Economía, el país ha gastado en los últimos diez meses más de 5.600 millones de euros en importaciones de gas. Esa cantidad es casi un 20% más elevada que la registrada en el mismo período del año 2016. La dependencia energética española está 18 puntos por encima de la media UE. Entre enero y octubre, la ciudadanía española ha enviado allende las fronteras -para pagar productos energéticos- 33.177 M€, un 40,0% más que en el mismo periodo del año anterior.

El principal accionista de Iberdrola es el fondo soberano de Catar.

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