Habían pasado seis días desde el apagón y Javier García Breva escribió un artículo que tituló ‘Alguien quiere subir el precio de la electricidad’. “En este apagón –decía– nadie habla de precios, pero es la cuestión de fondo”. Y añadía: “lo que impresiona con el paso del tiempo es el hermetismo del sector eléctrico. Forma parte de una cultura empresarial fundamentada en la endogamia y una acendrada opacidad que sirve para que se genere oscurantismo y desinformación”. Más de un mes después seguimos en las mismas. Entso-E, la entidad que integra a operadores de los sistemas eléctricos europeos –que está investigando también las causas del apagón– ha tenido que pedir ayuda al Gobierno ante la falta de colaboración por parte de las grandes eléctricas. Que no han dudado en señalar a Red Eléctrica.
No sabemos si como responsable o como culpable. Pero lo cierto es que Iberdrola, Endesa y Naturgy de un lado, y Red Eléctrica del otro, llevan semanas tirándose los trastos a la cabeza. “La responsabilidad de amortiguar las oscilaciones de tensión es del operador del sistema”, dicen los primeros. “En el momento del apagón, la hidroeléctrica, la nuclear y los ciclos combinados estaban absorbiendo menos potencia reactiva de lo que la normativa les obliga”, dice Beatriz Corredor, presidenta de Red Eléctrica.
En 2010, el entonces presidente, Luis Atienza, decía que el centro de control de Red Eléctrica se había convertido en un destino de peregrinación mundial obligatorio para quienes querían saber cómo integrar muchas renovables. Pero como reconocen diversas fuentes ligadas al sector, han pasado 15 años desde entonces, el porcentaje de eólica y fotovoltaica no ha parado de crecer y las inversiones en el mallado de la red y en sistemas que aseguren su estabilidad no han crecido al mismo ritmo.
Iberdrola, Endesa y Naturgy han aprovechado la coyuntura para culpar a las renovables y reclamar una extensión de la vida de las nucleares. Un mantra al que se han sumado los políticos, fundamentalmente PP y Vox, que por alguna razón parecen dados a identificar las renovables con la izquierda y la nuclear con la derecha. Las renovables llevan años siendo la principal fuente de electricidad en España, y son ya muchas las horas en las que la demanda se ha cubierto exclusivamente con energías limpias sin que se hayan fundido los plomos. Pero algunos piensan que esa apuesta es de locos.
Son los mismos que llaman a defender a los agricultores españoles consumiendo productos de nuestra tierra. Pero cuando les hablas de vatios, cortocircuitan. Prefieren el uranio de Uzbekistán, Kazajistán, Namibia o Rusia. Te los encontrarás exigiendo que paralicen las importaciones de naranjas de Marruecos, pero no le hacen ningún feo al gas argelino. Les cuesta entender que nuestra fruta y nuestros tomates crecen con el mismo sol, el mismo agua y el mismo viento (made in Spain, pata negra) con el que somos capaces de producir elegir limpia, autóctona, barata. Nuestra. Y prefieren ponerse a cien en la carretera quemando petróleo saudí que electricidad producida en un aerogenerador de La Mancha. No vaya a ser que se incendie la batería del coche eléctrico. Hasta habrá quien argumente que los módulos fotovoltaicos que convierten nuestro sol en energía son chinos. Y a esos habrá que preguntarles dónde se han fabricado los tractores y las cosechadoras que trabajan en el campo español. Porque en España no ha sido.
Pretendían que el apagón nos lo pusiera difícil: ¿veis dónde nos llevan tantas renovables? Sí, lo vemos, a un mundo mejor en el que podemos utilizar energías más limpias y más baratas, producidas en nuestro país, hasta puede que en nuestras casas. La lección aprendida es que tenemos que reforzar la red y los sistemas de almacenamiento para gestionar mejor un sistema eléctrico basado solo en renovables. Nada del otro mundo con la experiencia acumulada en estos años.
Y si no, al tiempo.
Luis Merino
lmerino@energias-renovables.com