Ideado, construido y ensamblado en Euskadi, el prototipo para el aprovechamiento de la energía undimotriz Marmok A-5, dispositivo en acero (una especie de boya) que contenía todo el equipamiento mecánico y eléctrico capaz de generar electricidad a partir del movimiento de las olas, fue botado en 2016 en el dique que la empresa vasca Navacel tenía en la ría de Bilbao, y, desde allí, remolcado 10 kilómetros hasta su ubicación frente a la costa de Armintza (Vizcaya), donde sería fondeado, en mar abierto, en la zona de ensayo de dispositivos de aprovechamiento de las energías marinas Biscay Marine Energy Platform (BiMEP).
Allí quedaría, durante casi tres años, en aguas de BiMEP, amarrado al fondo, a milla y media de la costa vasca, y conectado a tierra firme mediante cables eléctricos submarinos que transportaban a la península, por una parte, la electricidad que generaba, y, por otra, parámetros e información necesaria para su validación tecnológica.
Así fue ensayado el dispositivo flotante Marmok A-5 durante… tres largos inviernos. Tenía unas dimensiones de 42 metros de longitud (36 de calado y 6 de francobordo) y un diámetro de 5 metros, un desplazamiento de 162 toneladas (estaba sumergido casi en su totalidad, salvo la cabeza flotante) y producía energía mediante la tecnología OWC (oscillating water column), que grosso modo aprovecha el movimiento de las olas para turbinar aire contenido en una columna vertical sumergida (OWC: columna de agua oscilante).
El primer antecedente de Marmok A-5 había emprendido su periplo ensayístico en el Centro de Experiencias Hidrodinámicas de El Pardo (Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades) en el año 2012, para luego ir realizando todas las fases de prueba y validación en instalaciones de ensayo de Euskadi, primero en laboratorios de Tecnalia, luego en las instalaciones que BiMEP tiene en Mutriku (en la costa), y finalmente en mar abierto, en la zona que BiMEP ofrece para el ensayo de este tipo de dispositivos, donde pasaría esos tres inviernos cántabros reveladores, en un medio hostil como pocos, resistiendo olas de hasta 14 metros.
Aquella prueba de fuego a la que el mar sometió a Marmok, que contaba con 2 turbinas de 15 kilovatios, fue posible gracias al apoyo del Ente Vasco de la Energía, que le ha destinado a este sueño en este viaje ayudas por valor de dos millones y medio de euros.
El prototipo, instalado en octubre del 16 en BiMEP, se convirtió en el primer WEC (Wave Energy Converter, convertidor de energía de las olas) conectado a la red eléctrica de España, y en uno de los primeros dispositivos de su especie conectados a tierra firme en todo el mundo.
Aquella experiencia (aquel viaje, que había comenzado unos años antes en las mesas de diseño de un equipo de ingenieros vascos de la empresa Oceantec) alumbró (había ido alumbrando) una enorme cantidad de datos y una valiosísima experiencia respecto de todas las fases de su ciclo de vida: modelización, diseño, certificación, fabricación, instalación, operación, mantenimiento y retirada.
Además, Marmok A-5 serviría también de plataforma de ensayo del proyecto Opera, que ha servido a su vez para probar innovaciones de varias empresas e instituciones europeas (turbinas, leyes de control, sistemas de fondeo) que están llamadas a permitir la reducción del coste de la energía generada en más del 50% (ese es el objetivo que se fijó el proyecto UE Opera).
Y en estas que llega la formidable ingeniería vasca IDOM (con más de 5.700 profesionales, una cuarentena de oficinas que prestan servicio a 125 países, casi 60 años de historia y sede en Bilbao), ve la ventana de oportunidad, se lanza sin titubeos por ella (contrata a todo el equipo de Oceantec y lo integra en el suyo) y se empapa desde entonces de undimotriz.
Y allí, en la I+D de la energía de las olas, lleva ya un quinquenio instalada IDOM, buscando y señalando el horizonte, que no es otro que el continuar con el desarrollo tecnológico de este ingenio hasta convertirlo en una máquina comercial que produzca electricidad a un precio competitivo. Las sinergias que esta tecnología puede encontrar y encuentra con la eólica marina son el otro gran motor del encuentro.
IDOM lo tiene claro. Por eso está volcada en esa ingeniería, porque sabe que todo o casi todo lo que puede aprender de las olas puede servirle también a la eólica que conduce el director del área Offshore & Marine toda, Imanol Urkiaga.
Urkiaga lleva precisamente desde el 19 dirigiendo los destinos de una división IDOM (la susodicha Offshore & Marine) que, en lo que a eólica concretamente se refiere, está metida ya hasta el fondo en la fase comercial, trabajando con los más grandes del mundo –Iberdrola, Navantia– en Reino Unido, Portugal o Alemania.
“Hacemos estudios preliminares –cuenta Urkiaga–, estudios de viabilidad, ingeniería básica, de detalle, ingeniería de la propiedad, soporte en fase de oferta para EPCs [engineering, procurement and construction], un poco diría yo los servicios de ingeniería más tradicionales, y que son más reales, dirigidos a proyectos comerciales”.
La undimotriz de IDOM aún no ha llegado ahí, desde luego, pero puede presumir ya de una buena velocidad de crucero. Por los tres años de ensayo (y éxito) en mar abierto,y por el que viene por delante con la financiación cerrada y las ideas claras.
“Porque la cantidad de recursos [olas] que hay a nivel mundial es brutal; si somos capaces de obtener esa energía de forma económicamente rentable, tenemos resuelto el problema energético a nivel mundial”, nos cuenta el ingeniero de las olas de IDOM, Patxi Etxaniz (a quien entrevistamos aquí), embarcado ya en la búsqueda de la excelencia.
“Queremos simplificarlo todo, por ejemplo, el fondeo, porque el fondeo que teníamos funcionó bien, pero necesitábamos muchos buzos, y son caros, y su trabajo es peligroso: bajo el agua, con cabos con mucha tensión, que te pega un latigazo uno y puedes tener un grave problema”. Pues como con eso –apunta Etxaniz–, con todo. ¿Horizonte? Reducción de gasto, con puerto de destino en la fase comercial.
Ahora mismo la carrera está lanzada.
Etxaniz no fija fecha para la entrada del sector undimotriz en la fase comercial (“dependerá de la inversión”, viene a apuntar), pero sí que ve clara la ventana de oportunidad. Porque a día de hoy –dice– hay apenas una docena, una quincena, de actores en el sector a escala global peleando por el liderazgo: la sueca CorPower, unas cuantas ingenierías escocesas, un par de firmas francesas, de Gales, Finlandia, Italia y alguna más en Asia: “en Corea, en China, en Japón, pero esos no publican nada, son muy discretos”. Bueno, pues ahí, en ese cogollito, ya está IDOM.