Günther Oettinger, comisario de Energía, afirma que “los efectos potenciales del uso indirecto de la tierra han de ser valorados en nuestra política de biocarburantes. Es de nuestro interés investigarlo muy seriamente para garantizar una legislación que evite efectos secundarios negativos." Realmente, la CE tiene sobre la mesa, desde hace un par de años, decenas de informes de diferentes organismos, empresas y ONG que demuestran o desmienten que los biocarburantes provocan dañinos ILUC.
De no hacer nada, pero vigilar, a atribuirles emisiones de GEI
El informe incluye precisamente un análisis de esos documentos, pero, a su vez, insiste en que aún tiene que trabajar en la elaboración de una lista de posibles medidas, que básicamente se concretarían en cuatro opciones. La primera sería la de no proponer ninguna acción por ahora, aunque sin dejar de permanecer alerta. La segunda consistiría en aumentar el porcentaje de reducción de GEI exigido a biocarburantes y biolíquidos. En la tercera se plantearía instaurar criterios suplementarios de sostenibilidad a ciertas categorías de biocarburantes y biolíquidos. Y, por último, la más punitiva, atribuiría directamente una cantidad de emisiones de GEI a los biocarburantes como consecuencia del impacto estimado en el ILUC.
Connie Hedegaard, comisaria de Acción por el Clima, en la línea de su colega de Energía, considera que “tenemos que garantizar que los biocarburantes que promovemos llevan a cabo reducciones de gases de efecto invernadero. A pesar de que hemos desarrollado criterios sólidos de sostenibilidad para su producción, no debemos pasar por alto los impactos no deseados que puedan ser causados a nivel mundial como resultado de la demanda adicional. Las acciones en este campo deben seguir criterios de precaución".