Que conste que soy una rana de Greenpeace desde hace muchos años. En mi caso, con una total coherencia: Soy verde, de un verde muy bonito, por cierto, y soy muy pacífica, no como esos sapos convencionales que suelen escupir líquidos ponzoñosos cada vez que abren la boca. Dicho esto, creo que al sector de las energías renovables le ha llegado el momento de dejar de poner la otra mejilla.
Durante muchos años hemos pensado que nuestro principal enemigo era el desconocimiento, por no decir la ignorancia, de muchos sectores de la sociedad. Así que, pacientemente, hemos dedicado un gran esfuerzo a divulgar y explicar el progreso de las tecnologías, el cómo poco a poco se han ido haciendo más competitivas y que ya, en muchos casos, podemos competir con las energías convencionales. Labor que ha sido casi estéril, porque, después de haber alcanzado ciertos momentos de aparente apoyo y compresión, la reacción de nuestros poderosos enemigos está siendo casi furibunda.
De nada vale, aún hoy, poner por ejemplo a Alemania, país que, con independencia del color de su gobierno, mantiene su apuesta por este sector, no solo por su compromiso para combatir el cambio climático, sino como dinamizador de su economía. Justo lo que llegaron a defender Obama y el señor Zapatero, y que ahora han olvidado: emisiones, ¿Qué emisiones? ¿Bonos del Tesoro?
Después de haber sacado pecho durante un tiempo, ahora, el gobierno, en sus últimas bocanadas, no ceja en su empeño de destrozar aquello que ayudó a levantar. ¿Por qué? Pues porque los enemigos de las renovables, que tienen nombre y apellidos, poseen una gran fuerza y han doblegado, en muchos casos con mentiras, a los que tienen en su mano nuestro destino.
Una de las últimas fiestas en las que me he colado tuvo lugar en Bonn hace unas semanas. Allí se celebraba la inauguración de la nueva oficina de IRENA para la innovación y la tecnología (IITC). Allí, dos ministros alemanes reafirmaron con entusiasmo su política de apoyo y su objetivo de alcanzar el 80% de energías renovables para el 2050.
En la cena previa, departíamos sobre el enorme potencial que para España podría suponer que la solar fotovoltaica pudiera desarrollarse pronto sin subvenciones gracias al sistema de balance neto (Net Metering). Pues bien, un representante de Iberdrola expresó que, ante esa posibilidad, su compañía se tenía que “defender”, porque atentaba a sus intereses.
¡Y cómo se están defendiendo! Dicen que la mejor defensa es el ataque. Y eso lo saben muy bien el señor Sánchez Galán, el señor Villaseca, el señor Montes y una larga lista de enemigos declarados de las energías renovables, aunque en ocasiones exhiban otras actitudes.
¿Y qué hace el gobierno? Parar las renovables, subvencionar las centrales ociosas de ciclo combinado con 230 millones, hablar del carbón como la panacea energética nacional, decirnos que el peculiar gas “encontrado” bajo el País Vasco es una solución y que lo del carbón “limpio” es una gran apuesta, a pesar de la evidencia de sus dificultades técnicas y económicas. Pero el lobby funciona. Pretendo seguir siendo una rana pacífica, pero, cuando tienes un enemigo que ansía comerse tus ricas ancas, le tienes que tratar como tal si quieres sobrevivir. Dejémonos de paños clientes y de llorar por las esquinas y defendamos las energías renovables con toda nuestra fuerza!
A mi charca le queda ya solo un poco de humedad, pero me voy a hacer un tirachinas ahora mismo. Desgraciadamente, todas las ramas están secas alrededor.