El plan es impulsado por Martín Almada, presidente de la Fundación Celestina Pérez de Almada, y en el que el doctor en Ciencias Físicas e investigador del Instituto de Desarrollo Humano de la mencionada universidad aregntina, Rodolfo Echarri, fungió de instructor.
El programa tuvo una duración de 40 horas, con capacitación para la fabricación y montaje de heladeras alimentadas con energía solar, y cuyo objetivo es que sean instaladas en lugares sin acceso a la energía eléctrica, como sucede en la zona selvática denominada Chaco, y con beneficio para las poblaciones indígenas.
Según Echarri, la idea es producir los artefactos con muy baja tecnología, por medio de tuberías de cobre para agua, carbón activado y metanol. Las heladeras permitirán a los indígenas preservar alimentos además de hacer hielo para uso diverso.
El instructor explicó que se trata de la réplica de una experiencia argentina, desarrollada el año pasado con productores de cabras, a quienes se enseñó a fabricar este tipo de refrigeradores, con la perspectiva de encarar una actividad microempresarial para su comercialización en una segunda etapa.
Por su parte, Almada sostuvo que “queremos que nuestros indígenas también puedan tomar tereré helado (una infusión a partir de la yerba mate) en el medio del Chaco”.
Cada prototipo tendría un costo de poco más de 600 dólares (413 euros).