La irrupción de Juan López de Uralde, ex presidente de Greenpeace España y ahora al frente de Equo, y otros tres miembros de la organización ecologista en la cena de gala en el palacio de Christiansborg el pasado 17 de diciembre de 2009 se ha saldado con una pena de dos semanas de prisión condicional, al no considerar el juez, como planteaba el fiscal, que hubieran cometido delito contra la reina Margarita. Uralde y sus compañeros evitan la cárcel pero tendrán que pagar una multa de 10.000 euros.
Tras conocer la sentencia, Uralde declaró sentirse “liberado y globalmente contento” pero considera el proceso “totalmente desproporcionado”. Al igual que el resto de sus compañeros, permaneció en prisión preventiva 21 días y fue puesto en libertad con cargos. “Cuando salimos de prisión dijimos que estábamos orgullosos y volveríamos a hacerlo y dos años después sigo pensando lo mismo”.
En su cuenta de Twitter, el actual líder de la plataforma política Equo añade: “He cumplido 21 días de cárcel incomunicado. ¿Y quién me devuelve los 6 días extras?”. Lo mismo que señala Santiago Martín Barajas, de Ecologistas en Acción, quien destaca que “Dinamarca le debe 6 días a Uralde”.
La directora ejecutiva de Greenpeace España, Miren Gutiérrez, lamenta, por su parte, la multa de 75.000 coronas (10.000 euros) que ha sido impuestra a Greenpeace Nordic. Miren Gutiérrez considera, asimismo, que la sentencia de 14 días de prisión suspendida contra Juan López de Uralde y los otros diez activistas de Greenpeace es de todos modos excesiva.
En la web de Greenpeace escribe: ¿prisión (por muy sentencia suspendida que sea) por ejercer el derecho de expresión? ¿por sacar los colores a los políticos con la pancarta “Los políticos hablan, los líderes actúan”? ¿Qué responsabilidad habrá que pedirles, entonces, a ellos, que fallaron miserablemente en Copenhague para revertir el proceso de cambio climático?
Gutierrez añade: “las consecuencias de esa inacción las vemos ahora: dos años de récords en emisiones de CO2 y de deshielo en el Ártico, de aumento de las temperaturas y de proliferación de fenómenos meteorológicos extremos o de grandes sequías. El mensaje está claro: el cambio climático es un problema grave al que hay que poner solución urgentemente. ¿Mandar activistas a la cárcel ayuda? Parece que no mucho”.
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