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Subasta de renovables

“Si hemos conseguido que las renovables sean de todos no podemos dejar que las sigan haciendo los de siempre”

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Llenazo, literal, en la jornada sobre la subasta de renovables organizada ayer en Madrid por la Fundación Renovables en colaboración con otras asociaciones. Aunque hay una base común, las distintas organizaciones sectoriales no se ponen de acuerdo sobre aspectos claves, como la neutralidad tecnológica. Sí tienen claro que las renovables “no pueden convertirse en un producto financiero. Esto no es una apuesta energética, es una apuesta para fomentar la concentración energética”, apunta Fernando Ferrando, vicepresidente de la Fundación Renovables.
“Si hemos conseguido que las renovables sean de todos no podemos dejar que las sigan haciendo los de siempre”

Pablo del Río, jefe del Grupo de Economía Ambiental del CSIC, abrió la jornada para explicar otras experiencias internacionales en el diseño de subastas de renovables. Experiencias recogida en el proyecto europeo Aures, donde colaboran científicos alemanes, austriacos, holandeses, británicos y españoles. “La clave para que las subastas funcionen es saber qué pretendemos, cuáles son los objetivos en política energética. Y luego necesitamos que haya competencia. De lo contrario tendremos pujas altas y altos costes de la energía”, apuntaba del Rio.

El proyecto Aures maneja 30 elementos de diseño para analizar cómo se organizan las subastas en medio mundo. Elementos como el volumen subastado, el producto, los criterios de selección, neutralidad versus diversidad tecnológica, etc. “En Aures utilizamos criterios de eficacia –que los proyectos se construyan– y de eficiencia estática y dinámica –que faciliten la innovación y la reducción de costes–. Pero además, analizamos los costes de apoyo, los impactos locales o la viabilidad sociopolítica y legal”.

El investigador del CSIC recordó que “Reino Unido es el país que más experiencia tiene en la organización de subastas de renovables porque empezó a hacerlas en los 90. Pero las dejó de utilizar por falta de eficacia. En 2015 volvió con ellas”. Uno de los aspectos “cruciales es el volumen subastado, que se decide en términos de potencia instalada (MW), generación (MWh) o presupuesto. Lo más habitual es subastar capacidad instalada. Así hay más certidumbre sobre los costes de apoyo. Pero ha habido casos de ineficiencia clara”.

Pablo del Río también se refirió a la neutralidad tecnológica. “Que no siempre es positiva. Por criterios industriales, la mayor parte de las subastas del mundo son específicas, no neutrales tecnológicamente”. Es decir, hay subastas para eólica, para fotovoltaica, etc.

Propuesta conjunta de 13 asociaciones
El pasado noviembre Fundación Renovables, Amigos de la Tierra, Anpier, Aperca, Aremur, Protermosolar, Avaesen, Claner, Clúster de la Energía de Extremadura, Greenpeace, Nuevo Modelo Energético, UNEF y WWF presentaron una propuesta conjunta con los aspectos que, entienden, debe contemplar cualquier subasta de renovables.

Fernando Ferrando, vicepresidente de la Fundación Renovables, considera que “la subasta de 700 MW de 2016 y la de 3.000 MW de este año son absolutamente insuficientes. Y más cuando nos anuncian que se cierra el cupo hasta 2020”. Ferrando explicó que la subasta debería ser de energía generada. “Producimos energía, queremos que se subaste energía, no inversión o potencia”. Y recordó con sorna lo que se comenta en el sector sobre la posibilidad de que la subasta fuera marginalista. “Algunos tiran los precios porque piensan que otros los empujarán hacia arriba. Pero ¿quién gana si hay un montón de ofertas idénticas para esos 3.000 MW? El que mejor ADSL tenga para que su oferta llegue la primera”.

Ferrando fue especialmente insistente al hablar de la diversificación de agentes. “Las reformas eléctricas del Gobierno tienen como objetivo convertir las renovables en un proyecto financiero. Esto no es una apuesta energética, es una apuesta para fomentar la concentración energética. Nos preocupa que la subasta se resuelva con proyectos de 500 MW. Si hemos conseguido que las renovables sean de todos no podemos dejar que las sigan haciendo los de siempre”. En este sentido Pablo del Río apuntó que esta diversificación es uno de los criterios del proyecto Aures. “En otros países como Alemania se valora la generación distribuida, los beneficios de integración en la red y la aceptabilidad social”.

El vicepresidente de la Fundación Renovables fue muy crítico con la propuesta del Gobierno. “Carece de lógica y de racionalidad. A la tropelía continua del autoconsumo se va a sumar ahora la tropelía de unas subastas mal planteadas. Si somos más baratos déjennos ser más baratos. El Gobierno tiene que pensar en la sociedad, no en las eléctricas”.

Subastas específicas
José María González Moya, director general de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA) defendió las “subastas específicas por tecnologías para no enfrentar a unas contra otras”. También habló de la necesidad de “planificación energética”. “La sobrecapacidad actual exige que el Gobierno prevea la salida de generación fósil. Hay que establecer un calendario de subastas, no una de vez en cuando. Hay que ofertar por la energía, no por la capacidad. Hay que contemplar todas las tecnologías (con referencias explícitas a la biomasa, la termosolar, la hidráulica y las energías marinas)".

El director general de la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), José Donoso, también criticó el hecho de que se celebre una subasta de vez en cuando. Este “one shot (un disparo) no sirve para planificar a medio–largo plazo, no ofrece ninguna visibilidad empresarial e industrial para el sector”. Rechazó las subastas marginalistas para “evitar el efecto listillo de los actores que entran a precios muy bajos confiando que otros los suban”. Y abogó por la producción, no por la potencia. “Queremos agentes serios, queremos que se hagan los 3.000 MW. Hay que buscar el equilibrio para alejarse de especuladores y asegurar la competencia”. En cuanto a la neutralidad tecnológica, “en este momento de ‘one shot’ no nos pronunciamos; si hubiera una senda clara, sí”. Donoso también defendió que un 20% de lo subastado fuera para instalaciones de menos de 10 MW. “Por calidad democrática. Y porque estamos viendo en todos los países una concentración de agentes. La clave para sacar ahora proyectos es la capacidad de financiarse. Y esas concentraciones pueden acabar subiendo los precios a medio plazo”. El director general de UNEF aseguró que “hay empresas del sector fotovoltaico que están pensando en instalar plantas sin subastas, firmando acuerdos de venta de energía (los llamados PPA)”.

Juan Virgilio, director general de la Asociación Empresarial Eólica (AEE) también se mostró partidario de las subastas específicas. Y de fomentar no solo la energía sino también una política industrial en el país, recordando que hay 22.000 empleos ligados a la eólica. “A pesar de las incertidumbres puede haber concurrencia. Hay empresas con los proyectos estudiados. Pero a mi lo que me preocupa no es el éxito de la subasta, es que en diciembre de 2019 estén construidos los proyectos”. “De que se hagan bien las cosas pueden depender decisiones industriales que se tomarán fuera de España”, dijo Virgilio en referencia a las fusiones de calado que se han vivido en algunas de las empresas del sector eólico.

El presidente de Protemosolar, Luis Crespo, no escondía su decepción. “Han dejado fuera de juego a la termosolar”. Y lanzó esta pregunta: ¿cuánto costaba la fotovoltaica cuando solo había 5.000 GW instalados en el mundo? La termosolar está en una fase previa de desarrollo pero “en Dubai vamos a ver ya proyectos por debajo de los 10 céntimos de dólar por kWh”. E insistió en una de las bazas fuertes de la termosolar: su capacidad de almacenamiento. Por eso pidió que “un tramo de la subasta sea para tecnologías con almacenamiento”. Que fueran capaces de hacer frente a un “posible escenario donde no hubiera consenso político para renovar las licencias de operación de las nucleares en cinco años. ¿Quién va a dar capacidad de respaldo sin nucleares ni carbón?”.

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