El servicio de información sobre investigación y desarrollo de la Comisión Europea (Cordis) acaba de publicar los últimos datos sobre BRISK (Biofuels research infrastructure for sharing knowledge) tomando como base una entrevista al coordinador del proyecto, y profesor en Real Instituto de Tecnología de Suecia (KTH), Andrew Martin. Según este profesor, muchas pymes y estudiantes no tienen acceso a instalaciones de primer orden donde se investiga con nuevas tecnologías y materias primas para la fabricación de biocombustibles, por lo que BRISK “las ofreció al conjunto de la comunidad científica para eliminar la fragmentación y ensayar con materias primas nuevas”.
BRISK está enmarcado en el Séptimo Programa Marco de la Comisión Europea y durante cuatro años (hasta septiembre de 2015) ha activado una red de centros de investigación impulsada por los veintiséis socios del proyecto para que accedieran a ellos tanto responsables de pymes como estudiantes e investigadores. Afirman desde Cordis que más de doscientas personas de veintiséis países europeos han avanzado en el estudio de biocombustibles en las instalaciones ofrecidas. Lo consideran “todo un revulsivo para la competitividad a nivel mundial de este sector europeo; de hecho, su éxito ha sido tal que ya se ha iniciado la preparación del sucesor de BRISK”.
De Córdoba a Graz para investigar la emisión de calderas
El proyecto se inició con la creación de una base de datos en la página web dotada de un buscador en el que se registraron los laboratorios asociados de toda Europa especializados en la conversión de biomasa en energía térmica y biocarburantes y dónde poder realizar experimentos. Los responsables de BRISK se propusieron que “cualquier investigador pudiera acceder a una instalación de los socios del proyecto situada fuera de su propio país y así fomentar la cooperación transnacional”.
Las tres entidades españolas que han aportado sus centros son Ciudad de la Energía (Ciuden), Inerco y la Universidad de Zaragoza. La iniciativa ha servido no solo para que investigadores de otros países hayan trabajado en centros de estos socios, sino para que otros españoles lo hagan en los del resto de Europa. Así, por ejemplo, Carlos Luna, del Departamento de Química Orgánica de la Universidad de Córdoba, se ha trasladado a la Universidad Técnica de Graz (Austria) para ampliar su investigación sobre reducción de óxido de nitrógeno en la combustión de biomasa en calderas de pequeño tamaño.
Pensando en el futuro más allá de BRISK
BRISK se encargó de los costes de acceso y proporcionó becas para cubrir gastos de viaje y manutención. La información de Cordis añade que se redactaron además protocolos y crearon bases de datos “para facilitar el intercambio de información y la evaluación comparativa de las instalaciones experimentales, un fruto importante del proyecto que redundará en beneficio de la comunidad científica europea”.
Los socios han creado, mediante actividades conjuntas de investigación, metodologías experimentales nuevas, entre las que se incluyen técnicas y procedimientos para el procesado de la biomasa. Andrew Martin añade que “tras la finalización del proyecto nos hemos puesto manos a la obra para crear un consorcio nuevo y encontrar una convocatoria de Horizonte 2020 que se ajuste a nuestras necesidades. La intención es ampliar nuestro alcance e incluir más bioprocesos y una gama más amplia de materias primas”.