Ese planteamiento global se apoyaría en tres objetivos: una mejora del 25% en la eficiencia del consumo de combustible en 2025 con respecto a 2005; la utilización de un 10% de combustibles alternativos para 2017; y una reducción absoluta del 50% de las emisiones en 2050. Para demostrar que se realizan esfuerzos en este sentido, Bisignani afirmó que “las emisiones de la aviación caerán este año un 8%; alrededor de un 6% se debe a la recesión y un 2% está directamente relacionado con la estrategia de cuatro pilares de IATA: tecnología, operaciones, infraestructura y medidas económicas positivas”.
Los gobiernos deben apoyar los vuelos de prueba
Dentro de estos avances, Bisignani hizo notar que “uno de los más espectaculares es el de los biocombustibles sostenibles de nueva generación, que tienen el potencial de reducir nuestra huella de carbono hasta en un 80%”. Los diferentes vuelos de pruebas que se han realizado en los últimos meses hacen pensar a la industria que, por primera vez, la aviación cuenta con una alternativa a los combustibles fósiles.
El director general de la IATA fue claro al destacar que las líneas aéreas han realizado este esfuerzo sin apoyo gubernamental. “Pero podemos conseguir mucho más y mucho más rápido con un marco legal y fiscal que acelere la investigación y premie las inversiones; los gobiernos deben participar”, añadió
Bisignani.
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