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Biogás en España, de mal en peor

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Un reportaje en el último número de nuestra revista refleja la unanimidad en el sector: el biogás está siendo castigado de forma ilógica e injusta en España. Y nadie comprende por qué. Estamos hablando de una tecnología gestionable, que convierte residuos en energía, impulsa el desarrollo del sector agroalimentario, ayuda a reducir la emisión de gases de efecto invernadero y es polifacética, pudiendo servir tanto para generar electricidad como calor o combustibles para el transporte. Así lo entienden en países como Italia, Alemania o Reino Unido. Spain is different. Hacemos un repaso a fondo del sector.
Biogás en España, de mal en peor

El sector del biogás está bajo mínimos y necesita recibir un impulso cuanto antes. “Tanto tiempo sin apoyo ha acabado o puede acabar con la resistencia financiera de muchas empresas españolas que esperan la llegada de tiempos mejores”, afirma Andrés Pascual, jefe del Departamento de Medio Ambiente, Bioenergía e Higiene Industrial de Ainia Centro Tecnológico. Algunas de estas empresas han puesto sus ojos en los mercados internacionales pero con moderado éxito, “por la dificultad que supone competir con empresas que sí cuentan con amplia experiencia demostrada en sus países de origen”, explica Pascual.

“Nuestro punto de partida era bastante peor que el de otras energías renovables, con peores retribuciones que la solar o la eólica (las tarifas al biogás ya eran de las más bajas de Europa), y con rentabilidades arriesgadas”, añaden Francisco Repullo y Luis Puchades, al frente de Aebig, la Asociación Española del Biogás. Además, el biogás es la renovable más gravada: “sufre la tasa impositiva del ‘céntimo verde’, como el gas natural, lo cual resulta increíble, además del impuesto a la generación eléctrica, una doble imposición aplicable únicamente a esta tecnología”.

Para Aebig, otro agravio comparativo, que dificulta gravemente su viabilidad económica, es la limitación de horas con derecho a retribución, establecida en 4.235 horas anuales, “casi un 50% de las horas operativas de una planta, cuando se trata de un proceso biológico en continuo que no puede detenerse a riesgo de tener que reiniciarlo con las pérdidas económicas y de tiempo adicionales”, explican los directivos de la asociación. Esta limitación ha sido eliminada en otras tecnologías.

En tercera división
Así las cosas, el sector se encuentra en una situación prácticamente de parálisis, con 35 plantas de biogás instaladas. Óscar Bartomeu, gerente de Biovec, señala que en Inglaterra hay 170 plantas, la mayoría construidas en los últimos años, y cerca de 8.000 en Alemania. En España se han construido apenas dos o tres en el mismo periodo, y todas muy pequeñas. No es de extrañar, por tanto, que los números del biogás estén muy por debajo de los objetivos recogidos en el Plan de Energías Renovables (PER 2011-2020).

Esto no ha sido óbice, sin embargo, para que el Gobierno haya excluido al biogás en el proyecto de Real Decreto que abre la puerta a nuevas instalaciones de generación eléctrica a partir del viento y de la biomasa. “No entiendo el motivo”, dice Bartomeu “Reciclamos residuos orgánicos que dejan de ir a vertedero, ayudando al sector agroalimentario, y ayudamos más que la biomasa y la eólica a reducir gases de efecto invernadero, especialmente por el tratamiento de purines. Además, el biogás es gestionable, y más competitivo en precio que la biomasa para generar electricidad, sobre todo a pequeña y mediana escala”.

Más biogás de vertedero que industrial
En España, según los datos del barómetro EurObserv’ER 2014, el aporte principal procede de los vertederos (124.000 tep), seguido del biogás agroindustrial (102.000 tep) y del de depuradoras (30.000 tep). Respecto a estas últimas, Andrés Pascual dice que “Ainia ha percibido un creciente interés por parte de las empresas del sector del agua en la co-digestión de lodos de las estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR) con residuos orgánicos agroalimentarios para incrementar la producción de biogás y la autosuficiencia energética de las plantas depuradoras que explotan”.

En cuanto a la cifra que EruObserv´ER asigna al biogás industrial, Repullo cree es excesiva. “Tomando como base de cálculo las 35 plantas en funcionamiento, la cantidad de residuos tratados no parece que pudiese alcanzar esa cifra. Nuestra valoración es que la situación se mantiene estable, ya que el número de plantas operativas sigue siendo el mismo”. El presidente de Aebig añade que en la asociación no tienen constancia de plantas cerradas, aunque algunas parece ser que están en ese proceso.

Si ponemos la mirada en los cultivos energéticos, todo apunta a que éstos perderán peso a favor de los residuos agrícolas, ganaderos y alimentarios; entre otras cosas porque así lo quiere la Comisión Europea. “Cultivar sólo para obtener bioenergía quizá pueda tener en ocasiones puntos débiles a nivel de balance energético o uso de agua”, destaca Andrés Pascual. Otra cosa son los planteamientos basados en el concepto de biorrefinería, donde se contempla la producción integral y sostenible de bioenergía, alimentos, piensos, fertilizantes y bioproductos (biomateriales, sustancias químicas, etc.). Para el experto en medio ambiente de Ainia, el futuro de los cultivos especializados debe ser ese.

Biometano, totalmente infrautilizado
A diferencia de nuestros vecinos europeos, España también está desaprovechando las oportunidades que ofrece el biometano como combustible alternativo al gas y su uso en redes de calefacción y vehículos. “Toda Europa apuesta por el biometano”, asegura Óscar Bartomeu. “Alemania tiene un objetivo de 60TWh de biometano para el 2020 que representa aproximadamente el 18% del gas natural que se consume en España. No es moco de pavo y solo les quedan cinco años. Creo que Gas Natural Fenosa es consciente de que hay un importante mercado en la inyección de gas en España, y está empezando a trabajar en ello”. Las claves, en opinión del gerente de Biovec, están en que se genere una normativa para la conexión que lo haga rentable y en los métodos de incentivos que tiene que dar el gobierno. Pero parece que el gobierno actual ni se lo plantea.

“Toda una equivocación”, en opinión de Francisco Puchades. “Ciertamente se está desaprovechando un mercado potencial enorme y que, además, aporta no solo beneficios medioambientales, sino de seguridad de suministro y precio, ahorro de pagos en divisas, etc.” Puchades comparte con Bartomeu la opinión de que esta oportunidad desaprovechada es consecuencia de la falta de un marco normativo que regule su producción y uso. “La lentitud con la que se llevan adelante estos desarrollos es incompatible con la capacidad de resistencia financiera de los empresarios. Técnicamente no hay ningún inhibidor, ya que son tecnologías suficientemente maduras y en uso en países de nuestro entorno”. Para el vicepresidente de Aebig, el biometano es, de hecho, la alternativa utilizada por otros países más innovadores y ágiles, como Alemania, Holanda o Italia, para dar continuidad a la industria del biogás. Es, también, la gran apuesta actual en Inglaterra y Francia para dinamizar su entorno agrícola. “Es uno de los biocombustibles más prometedores, que finalmente también se empleará para su inyección en redes”, concluye.

El biogás agroindustrial para autoconsumo de la industria agroalimentaria está en situación similar, con un desarrollo bastante limitado en comparación a su gran potencial en España. Y eso que estamos ante un recurso que permitiría a este sector avanzar hacia la autosuficiencia energética, eléctrica y térmica, y abaratar costes, ya que, como destacan desde Aebig, “en muchas de esta industrias la demanda energética es muy alta”.

Óscar Bartomeu añade un motivo más para apostar por el biogás: “las deyecciones ganaderas son un verdadero reto debido a la gran emisión de gases de efecto invernadero que generan (cada tonelada de metano equivale a 21 toneladas de CO2). Si queremos un futuro para nuestros hijos y queremos seguir comiendo carne, todas las grandes y medianas explotaciones ganaderas intensivas deberían tener su planta de biogás y evitar que el metano y otros gases de efecto invernadero que generan sus purines vayan a la atmósfera”.

Clave en la economía circular
En opinión del gerente de Biovec, la disyuntiva entre utilizar biogás o no viene a ser algo así como “coger cada día una moneda del bolsillo de dos euros y tirarla a un pozo sin fondo o coger un billete de cinco euros y guardarlo en el otro bolsillo”. Desde su punto de vista, el biogás es la fuente de energía que tiene más externalidades positivas, tanto desde la perspectiva medioambiental como de generación de energía. Y, como comenta Francisco Repullo, “España tiene una enorme industria agroalimentaria, que a su vez consume grandes cantidades de fertilizantes, genera millones de toneladas de lodos, purines, residuos agroalimentarios, y otros residuos orgánicos, que deben ser gestionados correctamente”. Según los datos de Aebign, se generan casi 80 millones de toneladas de residuos agroindustriales cada año, y de ellos 40 millones podrían ser tratados, lo que significaría una aportación energética equivalente a más de 1.000 ktep/año.

Estando inmersos en un proceso de descarbonización de la economía europea y teniendo que comprar derechos de emisión de CO2, el presidente de Aebig no entiende, además, que no se contabilice el ahorro producido por las plantas de biogás, transfiriendo parte de ese ahorro en la compra de derechos de emisión, a las instalaciones que lo hacen posible. Repullo recuerda, asimismo, que la materia digerida y tratada en las plantas de biogás constituye un fertilizante orgánico de alta calidad, que a su vez también ahorra las emisiones de la producción industrial de su equivalente.

En definitiva, como dice Andrés Pascual, “no se entiende la economía circular sin la digestión anaerobia, ni se pueden alcanzar altas cotas de eficiencia en el uso de los recursos sin contar con esta tecnología y sus múltiples aplicaciones”. Óscar Bartomeu opina lo mismo pero lo resume de manera más gráfica: “Cambiando el significado de las palabras de José Sacristán ´será el momento de reconocer que somos un país de mierda´, pongámonos en serio a valorizarla”.

Más información:
www.aebig.org
www.ainia.es
www.biovec.net

Cuadro 1
A la cola de Europa
La Asociación Europea de la Industria del Biogás (EBA) publicó a mediados de enero pasado su último informe sobre la situación del biogás en Europa. Según los datos de este estudio, el número de plantas en operación ha crecido hasta las 14.563, con una capacidad total instalada de 7.857 MWe. EBA estima que la combinación de generación eléctrica y térmica con biogás equivale al consumo anual de todas las viviendas de Bélgica y Eslovenia juntas, o al equivalente de unas 15 centrales eléctricas de carbón con una capacidad media de 500 MW. Hungría, República Checa, Eslovaquia y Polonia fueron los países con mayor crecimiento en número de plantas en 2013, lo que ha llevado a que el biogás avance un 18% en centro Europa.

Respecto al biometano, la asociación señala que también ha continuado creciendo y suma 282 instalaciones repartidas por toda Europa, con una producción total de 1.300 millones de metros cúbicos en 2013. Este crecimiento posibilita un emergente uso del biometano en el transporte, que ya consume el 10% de todo el producido en Europa.

El informe advierte, no obstante, que se observa un cierto estancamiento del biogás en los grandes países contribuidores, como Alemania e Italia. El futuro también se presenta con sombras en el resto de Europa debido a que varios países van a reducir el apoyo a esta industria, o yo lo han hecho, caso de República Checa y Chipre, mientras que Alemania y Austria van a adoptar recortes. En contrapartida, la industria del biogás ha seguido con su ritmo de crecimiento mantenido en Reino Unido, Francia, Suecia y Dinamarca.

La recomendación de la asociación europea es que hay que dedicar mayor esfuerzo a que el biogás continúe creciendo en todo el continente y sea asumido por la UE como un recurso clave para avanzar en su proceso de descarbonización y seguridad energética.

Cuadro 2
PER: objetivos incumplidos
A día de hoy, en España hay 35 plantas y 20 MW operativos de biogás. Unos datos muy alejados de los objetivos contemplados en el borrador inicial del PER 2011-2020, que, de acuerdo con Aebig, fue consensuado por el sector con el IDAE, estableciéndose un objetivo de 220 MW de potencia instalada para 2020, lo que hubiera significado más de 400 plantas. Luego, en la versión definitiva, se estableció un objetivo global para todos los tipos de biogás de 400 MW, aunque con la matización de que se iría produciendo un descenso del biogás de vertederos y un incremento del agroindustrial. Sin embargo sí se diferenciaba la generación eléctrica anual de cada tecnología en 2020:

Agroindustrial               1.728 GWh/año
Vertedero                       450 GWh/año
Residuos domésticos        242 GWh/año
EDAR                              180 GWh/año

Esto es, se apostaba claramente por el desarrollo del biogás agroindustrial, al que también habría que sumarle los residuos domésticos.

Cuadro 3
Eliminar los contaminantes
El biogás no está exento de potenciales impactos negativos. Este gas es resultado de la descomposición de la materia orgánica, tanto si tiene lugar en una planta como al aire libre, y en esa descomposición de la materia aparecen compuestos nocivos, como el sulfuro de hidrógeno (H2S) y trazas de otros compuestos que hacen necesario su tratamiento. Andrés Pascual, de Ainia, asegura que “existe tecnología más que demostrada de limpieza de biogás tanto dentro del digestor y/o fuera del mismo que permite llevarlo a los niveles de calidad exigidos para el uso específico que se le pretenda dar”. La eliminación de los contaminantes antes de la combustión es muy importante, además, “pues de lo contrario dañarían seriamente las unidades de cogeneración”, indica Luis Puchades, de Aebig.


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