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Hoy es el Día Mundial del Viento

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La Asociación Europea de Energía Eólica y el Global Wind Energy Council auspician hoy el Día Mundial del Viento, convocatoria en el marco de la cual se van a celebrar más de 200 eventos en 26 países de todo el mundo y motivo por el cual reproducimos a continuación el reportaje que publicáramos en la edición de abril de Energías Renovables, un reportaje en el que recorríamos sucintamente la historia reciente de la eólica española y donde señalábamos algunas de las claves de su presente.

Ha sido sin duda la década prodigiosa, una etapa sin parangón en la historia de la industria española, que fue capaz de inventar de la nada un sector, el eólico, que ha visto germinar la ciencia (mucha patente), la industria (que exporta a los cinco continentes) y el empleo (unos 40.000 puestos de trabajo); un sector que ha sido capaz también de multiplicar sus megavatios en el viento: 1.415 acumulados a 1 de enero de 2000; más de 19.000 computados a 1 de enero de 2010 (según la Asociación Empresarial Eólica, AEE).

Ha sido esta la década prodigiosa, en efecto, y es 2010 (el próximo 31 de diciembre) el año en el que expira el más ambicioso Plan de Energías Renovables jamás emprendido en España (PER 2005-2010), año pues para hacer balances (pronto empezarán a llegar), de rendición de cuentas (y la eólica puede presumir) y, sin duda también, año de búsqueda de nuevos caminos. Y he ahí el problema, porque los últimos volantazos normativos del gobierno están desencadenando un cambio de tendencia. ¿Fin de ciclo?

Lo anunciaron a coro todas las patronales de las renovables hace once meses, en mayo, cuando el ministro de Industria, el economista Miguel Sebastián, alumbrara un real decreto-ley (RDL 6/2009, de 30 de abril) so pretexto de que las renovables “podrían poner en riesgo, en el corto plazo, la sostenibilidad del sistema, tanto desde el punto de vista económico, por su impacto en la tarifa eléctrica, como desde el punto de vista técnico”, un RDL que ha cambiado por completo las reglas del juego y que puede suponer la primera derrota histórica de la exitosa industria eólica española.

Y es que lo que hace el real decreto-ley en cuestión es, grosso modo y en resumen, establecer cupos (máximos de potencia a instalar) y, sobre todo, complicar las cosas, o, para ser más específicos, los trámites administrativos. Eso, al menos, apuntaba ya, el pasado mes de mayo, hace poco más de un año, la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA), que encabezó entonces un manifiesto, firmado por otras cinco asociaciones, donde decía literalmente lo siguiente: los requisitos que exige el artículo cuatro del RDL 6 "son prácticamente imposibles de cumplir e impedirán la realización de muchos de los proyectos previstos, con la consiguiente paralización de la industria y la pérdida de puestos de trabajo".

Ayer, mil; hoy, cincuenta
El tiempo ha puesto las cosas en su sitio… y a 16.000 trabajadores, en la calle. Porque el sector ha perdido en los últimos meses 16.000 empleos (6.000 de ellos, directos), según estimaciones de AEE. La situación, ahora, empieza a ser crítica en todas partes, sin duda, pero quizá sea Andalucía el gran paradigma: el año pasado fueron instalados allí 1.077 MW, más que en ninguna otra comunidad autónoma de España. Pues bien, según la Asociación de Promotores y Productores de Energías Renovables de la región (Aprean), en este año 2010 el sector prevé instalar... 50.

Lo dice el presidente de Aprean, Mariano Barroso: "en seis meses hemos pasado de crear puestos de trabajo a plantear expedientes de regulación de empleo, EREs. Y todo, porque el gobierno ha tocado algo que no debía tocar y ha generado incertidumbre". Es más, lo peor no son los EREs que se suceden en las grandes fábricas, que son los que suenan en la prensa, lo peor –dice Barroso– son los despidos que está habiendo “en pequeñas ingenierías, en despachos de abogados, en pequeños estudios de medio ambiente: eso no sale en los periódicos y ese es el goteo que, al final, suma los miles de empleos”.

¿La culpa? Las susodichas complicaciones administrativas introducidas en mayo, dice APPA; y la incertidumbre derivada de un fin de ciclo 2005-2010: pues el PER expira en seis meses y nadie sabe aún cómo será el siguiente plan (otra vez la lentitud de la máquina de la administración). “Es que los fabricantes aún no saben si va a haber cupo, si no va a haberlo, qué prima va a haber, si va a ser competitiva, si no lo va a ser. Lo que nosotros queremos es simplemente saber cuál es el escenario. Si es que es muy sencillo: si es que eso es sentarse y preguntar a todos los actores: a los sindicatos, a los fabricantes, a los promotores. Sentarse y aplicar el sentido común. Y, después, nosotros nos amoldamos”, dice Barroso.

Exactamente lo mismo solicitan desde el otro extremo de la península ibérica: “queremos que se clarifique la normativa por la que se rige el sector, tanto en el ámbito autonómico, como en el nacional”, dice Íñigo Muniozguren, secretario general de la Asociación Eólica de Galicia (EGA). En línea con él se expresa, desde Navarra, Álex Baquero, el director general del Grupo Inerzia, una unión de cinco pymes del sector (en total, aproximadamente, cien empleados). “¿Qué ocurre cuando no tienes un marco estable? Pues que nadie invierte un duro, y, si se instala menos, las fundiciones trabajan menos, los metalizadores también, y las empresas de servicios, de mantenimiento, ese proveedor de piezas… todos, esto es una cadena. Y un Gamesa, un Acciona, un Vestas… aguanta un ERE. Pero una empresa pequeña, pues en vez de un ERE tiene que ir directamente a la extinción”. ¿Y cómo lo lleva el Grupo Inerzia? “No tenemos la misma alegría que había en 2008, ni en 2007… pero aguantamos”.

La eólica trabada
También está aguantando, a coste muy alto, Eozen, el único fabricante de aerogeneradores andaluz. Manuel Alguacil, su administrador general, apunta los números: “nosotros podríamos dar empleo en nuestra planta de Granada a 700 personas. Bueno, pues hace año y pico teníamos 170 empleados; ahora, 70”. Alguacil alude, como el presidente de la patronal andaluza, a la esclerosis burocrática, que no acaba de alumbrar el nuevo plan y que, además, ha trabado al sector, entre otras cosas, demorando ocho meses las notificaciones de aceptación de proyectos. “Yo no pido dinero, yo lo único que pido es que me ayuden a resolver problemas administrativos”, concluye Alguacil.

El administrador general de Eozen no es el único en quejarse de la burocracia. Evaristo Santos, máximo responsable de Santos Maquinaria –empresa madrileña prestadora de servicios a la industria eólica– coincide: “el ministerio de Industria ha sido muy lento en resolver los trámites burocráticos”. También lamentan las “trabas administrativas” Santi Parés, director comercial en Barcelona de Meteosim Truewind (otra empresa que oferta productos y servicios al sector) y Javier Gracia Bernal, el presidente de la Asociación de Promotores de Energía Eólica de Castilla y León (Apecyl), que emplea exactamente el mismo término que Parés (trabas) para asegurar, a continuación, que, “si se eliminan esas trabas recientes, podríamos recuperar el ritmo de crecimiento rápidamente”.

En fin, que lo que no ha conseguido en ningún otro lugar el gobierno Zapatero –o sea, consenso– lo ha logrado el economista Sebastián en este sector. Y lo ha logrado al alumbrar –“por sorpresa”, lamentaba en mayo Apecyl–, una norma eólica que, según AEE, “se ha aprobado, por primera vez, sin consultar al sector”. Una norma que, a día de hoy, todos señalan como la gran culpable del desastre. Todos coinciden ahí, así como todos –multinacionales, pymes, asociaciones patronales, ecologistas, sindicatos– piden exactamente lo mismo: una tarifa para empezar a hacer números; un plan para saber cuáles son los objetivos del gobierno (un plan para sustituir al que expira en diciembre); y una Ley de Energías Renovables, con mayúsculas, para conocer el marco. Greenpeace hablaba ya en mayo de 2009 de la “imperiosa urgencia de disponer de un soporte jurídico, con rango de ley, que garantice el marco de desarrollo de las renovables y elimine las barreras que aún lo frenan”.

Empieza a faltar el aire
Miguel Picardo, director general de Vestas Iberia, coincide: “para que el crecimiento eólico recupere su curso se necesita con carácter de urgencia que el gobierno haga pública la nueva tarifa del sector eólico antes de que los efectos de esta incertidumbre se hagan irreversibles”. ¿Y cuándo es eso, cuándo debería hacerse pública esa tarifa? “Antes de junio de 2010”, o sea, ya [este reportaje fue publicado en abril]. Además, añade Picardo, “es necesario que se apruebe sin más dilaciones el nuevo Plan de Energías Renovables 2011-2020, para hacer posible los objetivos que dicta la Directiva Europea de Promoción de Renovables aprobada en 2009”.

Porque al sector empieza a faltarle el aire. “Se ha aguantado un año con lo que tienes de 2008, que siempre tienes cosas para entregar, trabajos pendientes y tal, pero es que de 2009 no queda nada, y este 2010 va a ser muy duro”, dice Baquero. Alguacil, de Eozen, coincide en el calificativo: “2010 está siendo durísimo porque la actividad económica se deteriora de día en día y el cambio de tendencia no se vislumbra”. Interesante es la reflexión que hacen desde la ingeniería vasca Ingeteam: “nuestra posición en la cadena de suministro hace que experimentemos los cambios de tendencia con un considerable adelanto respecto a lo que finalmente ocurre en cuanto a la potencia instalada. Así, durante el año 2009, nuestra producción decreció, reflejando la que va a ser la evolución de la potencia instalada en España durante 2010”.

Además, la crisis financiera internacional no ayuda. Iker Goenaga, de Roxtec (fabricante de sistemas de sellado para cables), califica de “nefasto” el año 2009 y mienta la bicha: “además, sufrimos, como el resto de las empresas, el tema de los impagados”. Eso sí, “creo que lo peor ya ha pasado y que, a partir del segundo semestre del año, veremos un repunte industrial”. De crisis y deudas habla también Baquero, que se queja de los grandes: “estamos cobrando a una media de 150-180 días, y eso también hay que aguantarlo. Eso, cuando ya le han dado el visto bueno a la factura, que evidentemente la pelean todo lo que pueden, lo cual puede suponer otro mes, y entonces ya nos vamos a doscientos y pico días”. En todo caso, y aunque dice que no ve aún la luz al final del túnel, Baquero se define como optimista: “yo creo que el modelo ha cambiado y que lo que habrá que hacer es trabajar de otra forma”.

La esperanza del segundo semestre
Cierto optimismo también revela Evaristo Santos, veterano al frente de una empresa de maquinaria eléctrica con más de cuarenta años de historia: “espero y deseo que a partir del segundo semestre de este año comience a mejorar un poco la situación”. También en Ingeteam esperan recuperar “este año, de forma importante, nuestro ritmo de producción, atendiendo al aumento de la potencia instalada esperada durante el año 2011”. En todo caso, durante el presente ejercicio, la empresa vasca prevé abrir plantas productivas en Estados Unidos y China, “que son los mercados que durante el año pasado aglutinaron el 60% de la potencia instalada a nivel mundial”. Eso sí, en España “es imprescindible el apoyo institucional para que la industria eólica se revitalice”, concluyen.

Picardo se pronuncia en la misma línea: “España necesita un marco legislativo inmediato y retributivo que proporcione una viabilidad de negocio a largo plazo”. El director general de Vestas Iberia señala, sin embargo, que, “con la nueva carga de trabajo para la industria, limitada a 780 MW al año [que es lo que ha fijado el gobierno], el sector eólico espera muy poco de 2010 en nuestro país”. Lo que el sector espera de verdad, insiste, “es una tarifa urgente que coexista en paralelo con el Registro de Pre Asignación que ofrezca una estabilidad y una seguridad de negocio a largo plazo”.

Los sindicatos Comisiones Obreras y UGT, firmantes, junto a la AEE, del Manifiesto por el Empleo en la Eólica, también trabajan con el concepto de largo plazo. Y es que, según la patronal, el desarrollo de un proyecto eólico tiene una duración de entre cinco y siete años. Por eso, Comisiones y UGT también demandan del gobierno –lo hacían en ese Manifiesto el pasado 17 de marzo– “que elabore, negocie y apruebe, en el primer semestre de este año, el nuevo marco jurídico y retributivo para que las empresas promotoras puedan tomar sus decisiones para la nueva etapa de desarrollo del periodo 2011-2020 y realizar los pedidos correspondientes a la industria”.

En voz baja, más de uno cuenta que, en realidad, no se trata ni mucho menos de registro sí o registro no; de cupo sí o cupo no. Se trata de establecer con inteligencia un cupo razonable; de agilizar, desde luego, el registro, los trámites; y de aclarar el escenario. Barroso es explícito: “yo tampoco puedo decir que no haya cupos, porque tampoco podemos permitirnos el que haya un desarrollo desenfrenado. Lo que yo apoyaría es que esos cupos estuviesen un poco pensados en función de un desarrollo normal” (Barroso habla en un momento dado de 2.000 MW, que es la media aproximada de estos últimos cinco años). “Mira, se establece un cupo y el sector se adapta, nos amoldamos, seguro”, concluye. En Ingeteam también presumen de capacidad de adaptación: “en nuestro caso, como hemos hecho históricamente, nos adaptaremos a las necesidades que el mercado pueda plantear en términos de capacidad de producción y tecnológica”.

¿Es la prima el problema?
De tecnología (y de primas)… o de primas y tecnología, que tanto monta, hablan todos los actores, habida cuenta, además, de que el ejecutivo ya ha dicho que revisará el “sistema de incentivos” de aquí a final de año. Barroso, el presidente de la patronal andaluza, se explica con nitidez y, sobre todo, con prudencia: “hoy, si montamos un parque en un emplazamiento con buen recurso eólico, teniendo en cuenta cómo está bajando el precio de las máquinas y demás, se podría hablar… en casos muy concretos… Quiero precisar que no estoy generalizando… Insisto, no-estoy-generalizando… Bueno, pues se podría hablar de… hasta sin primas… Si es que, además… las primas de la eólica no son tan preocupantes” (véase al final texto titulado Los números del viento).

Más estrictamente economicista es la lectura de Gamesa cuando el periodista le toca las primas a la compañía, o sea, cuando pregunto: ¿cuándo podrá la energía eólica renunciar a ellas? La competitividad y rentabilidad energética –contestan desde Gamesa– “no son términos absolutos, sino que están en función de la media de los precios del pool energético español. Y en España, con los precios del petróleo de hace dos años y su repercusión en el pool, la energía eólica ya estaba fuera del sistema de primas, es decir, que, con precios del petróleo similares a los de la pre-crisis, la producción de energía eólica es competitiva sin necesidad de primas”.

En clave más técnica responde Alguacil (Eozen): “hoy, un generador eólico entra a plena carga a unos doce metros por segundo y produce entre 2.000 y 3.500 horas anuales equivalentes a plena carga (HAeqPC), en función del recurso eólico del emplazamiento. Si obtenemos, en un futuro próximo, un generador que entre a plena carga por debajo de los seis metros por segundo, se podrán instalar aerogeneradores en más emplazamientos y producirán entre 6.000 y 8.000 HAeqPC (el año tiene 8.760 horas), generaremos así energía abundante, barata, limpia y gestionable sin necesidad de acumularla ni de primarla, e induciremos un modelo industrial más importante que el de la automoción. Yo estoy convencido de que, en un período de entre tres y cinco años, podremos contar con generadores eficientes que puedan vender energía a entre uno y dos céntimos de euro, incluyendo impuestos, y que permitan amortizar toda la inversión en menos de cinco años”.

Picardo se muestra más político: “existen dos factores clave para que se pueda llegar a la prima cero: la tecnología y la interiorización de todos los costes energéticos”. Con respecto al primero de esos factores, la tecnología, el director general de Vestas señala que ha experimentado grandes avances en los últimos 25 años y que, además, “seguirá avanzando, cada vez a pasos más agigantados, durante los años venideros”. Con respecto a la incorporación de todos los costes de generación energética, “inclusive los costes del precio de carbono”, Picardo señala que “pueden hacer posible que se llegue a la prima cero en esta década”.

Al formidable potencial de desarrollo de la tecnología eólica también aluden otros tres actores del sector. Uno, Íñigo Muniozguren, presidente de la patronal gallega –“el sector tiene una enorme capacidad de desarrollo y de innovación”–; dos, Barroso –“tenemos muchos ingenieros no solo haciendo parques fuera, sino también exportando conocimiento”–; y tres, Evaristo Santos: “la eólica es una tecnología nuestra, propia, que estamos exportando al exterior. Lo que necesita el sector es contar con apoyo institucional y con recursos para seguir investigando. Tenemos ingenieros en el sector que son unos auténticos guerreros, que trabajan a sesenta, a ochenta metros de altura, de día, de noche, en verano, en invierno, y eso… eso no tiene precio”.

 

La primera de la fila

Gamesa es el fabricante líder del mercado eólico español. Casi la mitad (el 47,3%) de la potencia eólica instalada en España hasta el uno de enero de 2010 lleva su firma. La otra mitad se la reparten entre todos los demás: Vestas, Acciona, Alstom, Siemens, General Electric... Según Gamesa, que asegura que 2010 va a ser un año de transición en el sector industrial eólico, “los cupos de instalación aprobados en España para este año, y el difícil acceso a la financiación en el mundo en 2009, hacen prever unos niveles bajos de actividad durante el primer semestre y una progresiva recuperación durante el segundo semestre del ejercicio”. La compañía vasca espera un repunte del crecimiento “a lo largo de 2011, que, en nuestro caso, se traducirá en fuertes incrementos de ventas (por encima de las registradas en 2008) y márgenes superiores a los alcanzados en 2009”.

La compañía está preparando, dado el nuevo panorama sectorial, varias nuevas estrategias. Así, tiene previsto abrir hasta 33 nuevos mercados y expandirse a nuevos segmentos de clientes (medianos y pequeños promotores). Además, va a impulsar la actividad de operación y mantenimiento “con el objetivo de duplicar las ventas en 2012, hasta los 400 millones de euros”, va a lanzar turbinas para vientos medios y bajos y la plataforma G10X–4,5MW y anuncia “la decisión estratégica de estar presente en el negocio offshore (energía eólica marina), que podría acelerarse si culminan las negociaciones con la alemana Bard, uno de los principales referentes mundiales en esta actividad”.

 

Los números del viento

A finales de noviembre de 2009, la Asociación Empresarial Eólica presentó su Estudio macroeconómico del impacto del sector eólico en España, un informe elaborado por la consultora Deloitte, que hacía balance de lo que ha supuesto la eólica para la economía española en 2008. Entre las muchas cifras aportadas, una destacaba por encima de todas las demás. Según Deloitte, la eólica genera una serie de beneficios en la economía que han superado en 2008, y muy mucho además, el importe de las primas percibidas por el sector eólico.

Vayamos por partes. En 2008, la eólica recibió algo más de mil millones de euros en primas, concretamente 1.138,3 millones. Bueno, pues, ese año, las importaciones evitadas –7,4 millones de toneladas equivalentes de petróleo– supusieron para la economía española un ahorro de 2.205 millones de euros. Dos mil doscientos millones de euros que no se fueron allende Pirineos, o, lo que es lo mismo, 2.205 millones que se quedaron en España. 

Además, el sector exportó por valor de otros 2.900 millones de euros, millones que entraron en el país gracias a la tecnología y el saber hacer del sector. También supuso ahorro la sustitución de combustibles fósiles por energía eólica: concretamente 405,5 millones de euros por CO2 evitado (dado un precio de la tonelada de CO2 –precio de 2008– de 21,1 euros). Por fin, la balanza fiscal arrojó un saldo positivo de 243 millones de euros. Además, en 2008 el sector eólico invirtió un 8,13% de su aportación al PIB en I+D+i, lo que supuso una contribución superior a los 189 millones de euros (esa inversión en investigación, desarrollo e innovación supone aproximadamente un 6% más que la media de España). 

Más información
www.globalwindday.org

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