Hace unos días informábamos sobre la importancia del desarrollo de cocinas de biogás seguras en Tanzania, en especial para las mujeres. Ahora es el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT en sus siglas en inglés) el que presenta un trabajo con un objetivo similar llevado a cabo por el MIT D-Lab, estudiantes de los cursos encuadrados en esta iniciativa y la empresa de Uganda Tecnologías Apropiadas para el Ahorro de Energía.
Como refleja el MIT en su nota de prensa, la Organización Mundial de la Salud estima que 3,8 millones de personas al año (datos de 2012) mueren como consecuencia del hollín y el humo generado en las estufas de leña tradicionales para cocinar. Las mujeres y los niños en particular corren el riesgo de padecer neumonías, enfermedades cerebrovasculares, cáncer de pulmón o bajo peso al nacer.
Parte de la solución está en las briquetas de biomasa que han surgido de la labor conjunta entre el MIT D-Lab y la empresa ugandesa. Los ingredientes de la “receta” de este biocombustible lo forman un polvo de carbón vegetal a partir de desechos agrícolas, como cáscaras de cacahuetes y hojas de maíz, y una papilla de yuca que actúa como aglutinante. El problema es que sale un biocombustible muy húmedo.
El secado del biocombustible es el cuello de botella
"El secado de las briquetas es el cuello de botella de todo el proceso", afirma Danielle Gleason, una estudiante de ingeniería mecánica que conoció a Ikalany en uno de los cursos que organiza el MIT D-Lab (Introducción a la energía en el desarrollo global). Gleason trabajó además en un proyecto que buscaba optimizar el proceso de secado de briquetas de carbón vegetal.
La estudiante explica que “para ampliar la producción y seguir creciendo como negocio, Betty Ikalany y su equipo se dieron cuenta de que necesitaban mejorar el proceso de secado". "Fui a Uganda no para presentar una solución muy compleja, sino para aprender de nuestros socios en la comunidad y compartir ideas en las que ya trabajaba con mi equipo", agrega Gleason .
De vuelta al MIT siguió trabajando en varios diseños para un nuevo sistema de secado. En enero de 2019 regresó a Uganda con una idea que, sobre el terreno, se mostró ineficaz: el secador inclinado que diseñaron en el laboratorio no funcionaba en condiciones reales. Pero las ideas y ensayos traídos desde Massachusetts se combinaron con las del equipo de Ikalany.
Biomasa y secadores más eficientes para evitar también la deforestación
Fue así como se acabaron diseñando nuevos secadores cubiertos que permiten que las briquetas se sequen tanto en condiciones de sol como con lluvia, aumentando el rendimiento general. "Creemos que una vez que podamos ampliar lo aprendido con Danielle y su equipo llegaremos a producir cinco veces más al día", asegura Ikalany. "Nuestra capacidad de producción aumentará y la demanda de clientes será satisfecha".
Gracias a este proyecto y su eficiencia se verá beneficiada no solo la salud de las mujeres y niños que sufren la mala combustión de estufas de cocinas antiguas, sino también los bosques que sufren la extracción excesiva de leña destinada a dichos equipos. En el mismo país y en la misma dirección de eficiencia energética trabaja la planta de gasificación de biomasa instalada en la Escuela Forestal de Nyabyeya, cerca del bosque de Budongo.
