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Chernóbil cumple treinta años

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El 26 de abril de 1986 tuvo lugar, en la Unidad 4 de la central nuclear de Chernóbil (Ucrania), el más grave accidente nuclear jamás registrado. Las explosiones que destruyeron esa unidad y el fuego que sucedió a la catástrofe (la Agencia Internacional de la Energía Atómica estima que se prolongó durante unos diez días) se tradujeron en la emisión a la atmósfera de ingentes cantidades de materiales radiactivos.
Chernóbil cumple treinta años

El accidente de la central de Chernóbil (entonces dependiente de la Unión Soviética) se convertía inmediatamente en el primero de la historia en alcanzar la categoría de nivel 7 (la más alta) en la Escala Internacional de Sucesos Nucleares. En Chernóbil, el siniestro liberó una cantidad de material radiactivo que se estima fue entre cien y quinientas veces mayor que la desencadenada por la bomba atómica arrojada por Estados Unidos sobre la ciudad de Hiroshima. El desastre fue el resultado de la combinación de un error humano, el diseño técnico del tipo de reactor y una cultura de seguridad inadecuada. El accidente causó la fusión de una parte importante del combustible nuclear con el grafito que había en el reactor y restos de cemento, formando una especie de masa de lava. A día de hoy, aún no ha sido determinada con precisión ni la cantidad total de radiación liberada por el accidente ni la cantidad exacta de combustible nuclear que permanece en el reactor.

¿Consecuencias oficiales tras el accidente?
Un estudio reciente de Naciones Unidas calcula que fueron 49 las víctimas directas, 4.000 las muertes prematuras indirectas. Además, fueron “relocalizadas” más de 330.000 personas (116.000 evacuadas en la primavera de 1986; otras 220.000, “relocalizadas” en los años siguientes); 600.000 trabajadores expuestos (que esa es la cifra oficial de operarios implicados en la emergencia; la AIEA estima que las mayores dosis de radiación fueron recibidas por unos mil de ellos); y más de cinco millones de afectados que se hallaban en áreas que posteriormente serían designadas como “contaminadas” en Bielorrusia, Rusia y Ucrania.

La catástrofe tuvo lugar durante una prueba de seguridad, fue ocultada por las autoridades soviéticas durante varios días y detectada por científicos suecos, que hallaron partículas radiactivas en las ropas de los trabajadores de la central nuclear de Forsmark, sita a 1.100 kilómetros de Chernóbil: tras hacer las pertinentes comprobaciones y no hallar fugas en su instalación, concluyeron que, dados los vientos dominantes en aquellos días, debían provenir del este. Mediciones similares se fueron sucediendo en Finlandia y Alemania. Naciones Unidas considera que 150.000 kilómetros cuadrados quedaron contaminados en la Unión Soviética y otros 45.000 en la Europa occidental.

Mucho se ha discutido
Y mucho se ha de discutir, sobre los efectos que para la salud y el medio ambiente acarreará el accidente de Chernóbil. Las estimaciones al respecto varían enormemente. Coincidiendo con el vigésimo aniversario del siniestro, Greenpeace encargó un estudio sobre el particular a medio centenar de científicos de todo el mundo. Pues bien, como resultado de aquella investigación, los autores estimaron que “se producirán alrededor de 270.000 casos de cáncer atribuibles a la precipitación radiactiva de Chernóbil, de los cuales probablemente alrededor de 93.000 serán mortales”.

Otro estudio, firmado en este caso por la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear, señalaba, también en esas fechas, que entre 50.000 y 100.000 de los trabajadores expuestos habían muerto ya en 2006. La Asociación citaba además informes del propio Ministerio para Chernóbil de Ucrania según los cuales se han multiplicado las tasas de varias enfermedades: “del sistema endocrino (25 veces mayor desde 1987 a 1992), de los órganos del aparato digestivo (60 veces mayor), de tejidos cutáneo y subcutáneo (50 veces mayor), del sistema musculoesquelético y disfunciones psicológicas (53 veces mayor)”.

Las consecuencias psicológicas son cada vez más tenidas en cuenta
Hace apenas unos meses, la prestigiosa revista médica The Lancet publicaba un reportaje en el que hacía especial hincapié en esa y en otra dimensión de la tragedia: la social y la psicológica. Más allá de la frialdad extrema de los números –equis fallecimientos directamente vinculados al accidente, equis muertes prematuras como consecuencia de la radiación liberada, equis desplazados-, Greenpeace también lleva algunos años personalizando la información, presentando casos concretos de personas concretas que han visto truncadas sus vidas por accidentes como el de Chernóbil o el de Fukushima, aunque sigue siendo difícil ponerle cara a la tristeza, al desarraigo, a la pérdida.

Pase lo que pase en el futuro, lo que está fuera de toda duda es que la vida media del principal elemento radiactivo liberado en Chernóbil, el cesio 137, es de algo más de treinta años. El problema es que el siniestro liberó varios otros, como el yodo 131 o el plutonio, capaz él de “sobrevivir” varios milenios. Según la propia Agencia Internacional de la Energía Atómica, la mayoría del plutonio de Chernóbil quedó depositado en un radio de cien kilómetros alrededor de la central: “la gestión de los desechos radiactivos en la zona de exclusión de Chernóbil sigue siendo un desafío importante para el futuro”, según la Agencia.

Naciones Unidas informa
«A fin de aclarar las cuestiones pendientes y mantener la atención mundial sobre Chernobyl, las Naciones Unidas emprende una serie de nuevas iniciativas. El sitio Chernobyl.info, financiado por Suiza, sirve como un foro independiente sobre Chernobyl. El Foro sobre Chernobyl, iniciado por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), está destinado a generar un consenso sobre una serie de cuestiones en discusión y revisar toda la evidencia científica sobre el impacto del accidente de Chernobyl en la salud humana y el medio ambiente. GreenFacts resume los resultados del informe sobre el legado de Chernobyl, presentando un mensaje tranquilizador sobre los efectos de las radiaciones de dosis bajas, utilizados por el PNUD como material de información en los esfuerzos para aliviar los temores de las poblaciones afectadas y ofrecer consejos útiles sobre cómo vivir y trabajar con seguridad en la región. La Red Internacional de Investigación e Información sobre Chernobyl, iniciativa lanzada por la OCHA y la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), que lleva a cabo el PNUD, se centra en la difusión de información a las comunidades afectadas por el accidente y la divulgación de estilos de vida saludables. La primera fase de la Red Internacional de Investigación e Información sobre Chernobyl, Información sobre evaluaciones de las necesidades ya se ha finalizado por las oficinas regionales del PNUD en Belarús, Federación de Rusia y Ucrania».

Tags: Accidente , Nuclear , SAF
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