sergio de otto

Ladran, luego cabalgamos… (ER 60)

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Sergio de Otto
sergio.deotto@gmail.com

En los últimos meses y, especialmente este verano, las energías renovables han estado presentes en los medios con una vertiente polémica. Que si la apuesta por los biocombustibles puede suponer un incremento notable de los precios de los alimentos, que si la saturación de proyectos fotovoltaicos…, y así otros tantos ejemplos de esas noticias a las que a uno sólo se le ocurre dar la bienvenida.

Me explico: es algo así como el quijotesco “ladran, luego cabalgamos amigo Sancho”. Sí, se ha hablado y mucho este verano, como decía, de los problemas de los biocombustibles y, aunque los tiros no son siempre acertados, podemos felicitarnos de que esos eventuales inconvenientes magnificados o no ponderados salgan a la luz porque por fin hay planteamientos serios para poner en práctica una alternativa a los combustibles fósiles en el transporte.

No voy a entrar en el fondo del debate, que por cierto ya ha sido tratado en profundidad en estas páginas, pero sí que quiero destacar que se habla de problemas porque se ha empezado a “cabalgar” por esa vía. Lástima que sea con treinta años de retraso ya que el pistoletazo de salida a la aplicación de estas tecnologías debió ser la respuesta a la primera crisis del petróleo en los años setenta.

Lo mismo podríamos decir de la energía fotovoltaica que después de años y años con un crecimiento casi testimonial, la multitud de proyectos en marcha supone que se hable hoy en muchos foros y medios de “saturación”. Está claro que no es precisamente de energía solar de lo que estamos saturados pero bienvenida sea la polémica porque eso significa que por fin la energía fotovoltaica ha cogido un ritmo de crecimiento satisfactorio.

Estoy deseando leer noticias de los problemas, reales o no, de la energía solar termoeléctrica porque eso significará que habrá arrancado de una vez, más allá de los proyectos experimentales de la que está llamada a ser en poco tiempo el segundo pilar de las energías renovables en producción de electricidad, después de la energía eólica.

También podría afirmar que el ruido en torno a la energía nuclear tiene mucho que ver con la buena marcha —relativa, puntualizo— de las energías renovables. Efectivamente, el debate está ahí y aunque desde el sector de las energías renovables se ha adoptado hasta ahora, y en la mayoría de los casos, una actitud de no enfrentamiento entre tecnologías bajo el paraguas obvio de que “hoy por hoy todas (las tecnologías) son necesarias” las descalificaciones de las energías limpias y autóctonas van casi siempre de la mano de la exaltación de la energía nuclear.

La prudencia del sector es lógica si comprobamos que, además, una buena parte del parque de generación renovable, especialmente el eólico, está en las mismas manos que las centrales nucleares. Pero este verano la polémica se ha manifestado elocuentemente en los numerosos foros que se abren en estos meses e incluso ha animado a alguna de las empresas energéticas a alinearse claramente. Desde los innumerables púlpitos que sacralizan la tecnología nuclear como la “solución” no falta nunca la descalificación de las tecnologías renovables, insistiendo en los manidos argumentos de que “resultan muy caras” y de que no pueden hacerse cargo de la demanda. Y es que saben muy bien que las renovables son una dura competencia en ventajas ambientales, por supuesto, y también en precios si ponemos en el saco todo lo que realmente cuenta.

Y por último no podía faltar, en este repaso breve a la actualidad veraniega, una referencia al apagón de Barcelona. Tanto tiempo, tantos años escuchando que la principal amenaza de la seguridad de nuestra red era el crecimiento de la energía eólica “que con sus características especiales compromete gravemente la estabilidad del sistema” y resulta que cuando se produce uno de los incidentes más graves de los últimos lustros en nuestro país las causas hay que buscarlas en otros ámbitos. El apagón de Barcelona pone de relieve que los responsables de nuestras redes no deben preocuparse exclusivamente de la eólica, primero porque hay otros problemas como se ha puesto de manifiesto y segundo porque el sector ya se está ocupando de hacer los deberes acondicionando las máquinas a un “buen comportamiento” en la red.
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