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Todo lo que hay que decir ya está dicho...

Pero como nadie estaba escuchando, hay que decirlo de nuevo

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Así comienza el Manifiesto científico por la emergencia climática que han firmado ya (sigue abierto a la firma) más de quinientas científicas y científicos españoles: «Todo lo que hay que decir ya está dicho. Pero como nadie estaba escuchando, hay que decirlo de nuevo». La cita -explica el Manifiesto- es del Nobel de Literatura André Gide, y "resume a la perfección" la frustración que siente la comunidad científica al sentir cómo son ignoradas sus voces de alerta sobre los riesgos que entraña para la vida el cambio climático y cómo son ignoradas también sus propuestas para frenarlo, mitigarlo, adaptarnos. ER reproduce a continuación ese documento. Imprescindible.
Pero como nadie estaba escuchando, hay que decirlo de nuevo

Catedráticas, doctores, maestras, investigadores... Más de 500 hombres y mujeres de la ciencia española suscriben un Manifiesto (que sigue abierto a la firma) por mor del cambio climático, y porque parece que nadie estaba escuchando, y porque hay que decirlo de nuevo. Son biólogas, botánicos, ingenieras, biomédicos, inmunólogas, matemáticos... de la Politécnica de Cartagena, de la Autónoma de Barcelona, de la Complutense de Madrid, de la Universidad del País Vasco, de la de León, Leeds, Granada, Jyväskylä (Finlandia), Alcalá de Henares, Cambridge, Salamanca, Copenhague, Exeter, Zurich, Buenos Aires, Canterbury (Nueva Zelanda), Colonia, Praga... Científicos y científicas españoles que trabajan en todas partes, en el Instituto Astrofísico de Canarias, en el Pirenaico de Ecología, en el Institut Mediterrani d'Estudis Avançats, en The Children’s Hospital of Philadelphia, en el Instituto Nacional de Francia para la Agricultura, la Alimentación y el Medio Ambiente (Inrae), en el Basque Centre for Climate Change, en el Helmholtz-Zentrum Dresden-Rossendorf, en el African School of Regulation, en el Instituto Sueco de Investigación Medioambiental...

Energías Renovables reproduce a continuación el Manifiesto científico por la emergencia climática que han firmado todas ellas, todos ellos. Nos hemos permitido únicamente la licencia de destacar algunas frases, que hemos considerado particularmente significativas o impactantes. Pero es el todo, el Manifiesto todo, lo imprescindible. Aquí está. Nos estamos jugando mucho. Todo.

«Todo lo que hay que decir ya está dicho. Pero como nadie estaba escuchando, hay que decirlo de nuevo». Esta cita del Nobel de Literatura André Gide resume a la perfección la frustración de la comunidad científica con sus avisos sobre las causas, impactos y soluciones del cambio climático. Esta realidad es la que nos impulsa a escribir este texto desde nuestra posición científica, por ser especialistas en estos temas y para aportar una visión desde la ciencia. También queremos manifestar a la población en general, a nuestros representantes en la política y a todo tipo de organizaciones, instituciones y empresas, la gravedad de la crisis climática, la urgencia de actuar con rotundidad y la multiplicidad de medidas necesarias. Afortunadamente hay una mayor evidencia de acción climática y la tasa anual promedio de crecimiento de las emisiones globales se ha desacelerado en la última década; del 2,1% anual a principios de este siglo al 1,3% anual entre 2010 y 2019. También queremos comunicar que las medidas que ya existen en todos los sectores podrían reducir a la mitad las emisiones en 2030, y son fundamentales para el desarrollo sostenible.

El problema
La atmósfera tiene hoy más CO2 que en los últimos tres millones de años, cuando nuestra especie no existía y nuestros antepasados todavía no habían descubierto el fuego. Los efectos del aumento en la concentración de CO2, que conlleva un aumento de la temperatura global, de variabilidad climática y de los episodios climáticos extremos y cambios en las precipitaciones, ya nos golpean con crudeza.

Las comunidades vulnerables que históricamente han contribuido menos al cambio climático actual se ven afectadas de manera desproporcionada. Olas de calor, inundaciones y sequías cada vez más frecuentes e intensas son la nueva normalidad originada por un aumento de temperatura de “tan solo” 1,1°C.

El conjunto de políticas acordadas hasta ahora a nivel mundial sólo conseguiría limitar el aumento de temperatura hasta 3,2°C a finales de siglo, muy lejos del objetivo «bastante inferior a 2°C» que marcó el Acuerdo de París y, cada día que pasa, con mayores dificultades para limitar el calentamiento a 1,5°C.

La ciencia muestra claramente que ya se están produciendo cambios a escala planetaria, como la desestabilización del vórtice polar o la reducción del casquete polar boreal, lo que está alterando aspectos climáticos globales.

Otros aspectos clave, como por ejemplo lo cerca que nos encontramos de puntos de no retorno (tipping points), con efectos globales negativos e irreversibles, como la desaparición del bosque amazónico o la inestabilidad de la capa de hielo de la Antártida, dependen de las decisiones que tomemos.

Además, las últimas investigaciones indican que ya hemos superado la mayoría de límites planetarios que garantizan la estabilidad y funcionalidad de los ecosistemas de la Tierra, con los consiguientes efectos climáticos, sociales y económicos. La llamada a la acción es clara y directa: para conseguir limitar el calentamiento global, necesitamos reducciones de emisiones de CO2 rotundas, inmediatas y en todos los sectores.

Las medidas existen. Se necesita la voluntad política
Desde que se publicó el primer informe del IPCC en 1990 se han producido notables avances legislativos: al menos 826 ciudades y 103 regiones del mundo ya han adoptado objetivos de cero emisiones, y algunos países han conseguido una disminución constante de sus emisiones consistente con reducir el calentamiento global a 2°C.

En el caso de España, en 2021 el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima y la Ley de Cambio Climático mejoraron las políticas anteriores y establecieron el objetivo de reducir un 23% las emisiones de efecto invernadero en 2030 (respecto a 1990).

No obstante, tanto este objetivo como las actuales inversiones en medidas climáticas están muy lejos de lo necesario. Aunque todas las medidas son necesarias, incluidos cambios individuales de estilo de vida, estos requieren cambios sistémicos en toda la sociedad, que sólo pueden lograrse con paquetes de medidas y políticas para toda la economía.

Los gobiernos tienen la mayor capacidad de actuación: las decisiones a nivel nacional, regional, municipal y supranacional, así como algunas multinacionales, condicionan la capacidad de acción de la ciudadanía.

La década 2020-2030 es fundamental para desarrollar la capacidad técnica e institucional, establecer las estructuras de gobernanza adecuadas y garantizar inversiones en línea con los objetivos climáticos.

Así, necesitamos políticas valientes y claras, como

eliminar las subvenciones directas e indirectas a los combustibles fósiles,

favorecer el transporte por ferrocarril frente al vehículo privado o el avión,

reorientar las políticas de gestión del territorio –tanto bosques como pastos– para promover la fijación de carbono

y fomentar la creación de infraestructuras verdes en las ciudades que mitiguen los impactos del cambio climático.

Esto, por citar solo algunos ejemplos.

La principal causa del cambio climático es el uso de energía fósil: petróleo, carbón y gas. Por eso hace falta abandonar decididamente las fuentes fósiles y sustituirlas por energías de fuentes renovables.

Esto implica cambiar radicalmente el modelo energético, abordando tres aspectos fundamentales, todos imprescindibles y a la vez insuficientes por sí mismos:

Reducir la demanda neta de servicios y energía, combinando el consumo sostenible de productos y servicios (caminar, ir en bicicleta, usar transporte electrificado, reducir los viajes aéreos, adaptar nuestras casas, cambiar a dietas basadas en plantas), con soluciones estructurales como el diseño bioclimático de edificios y ciudades. El derroche actual de energía y materiales en actividades superfluas o insostenibles supone un perjuicio directo para la población (económico, social o de salud) y es incompatible con alcanzar los objetivos climáticos planteados.

Apostar por la eficiencia en el uso de energía y materiales: una sociedad más eficiente puede proveer los mismos servicios de transporte, calefacción, sanidad, etc. con menos impacto ambiental (energía y materiales).

Apostar por las energías renovables y favorecer el abastecimiento de todos los usos energéticos con electricidad de origen renovable. En los últimos años estamos viendo un increíble avance en la instalación de energía solar fotovoltaica y eólica, así como de baterías eléctricas para vehículos debido a su mayor rentabilidad. Sin embargo, existen otras inversiones fundamentales, como redes de distribución, almacenamiento, energía termosolar y redes inteligentes. Otras tecnologías, como hidrógeno verde, biocombustibles sostenibles y captura y almacenamiento de carbono son necesarias complementariamente, sin que limiten las inversiones en el resto de acciones. La adecuada implantación de energías renovables debe respetar el funcionamiento de los ecosistemas y la biodiversidad, ser justa e integrar desde su concepción la voz y las necesidades de la población local que alberga los proyectos renovables.

También es importante maximizar la capacidad de nuestros ecosistemas para fijar parte del carbono emitido en exceso. Para eso, necesitamos una política territorial que ponga el foco en la captura de carbono al mismo tiempo que se respeta la biodiversidad existente, los usos tradicionales, y otros posibles servicios generados por estos ecosistemas. Se han de tener en cuenta las nuevas condiciones climáticas, con objeto de minimizar el riesgo de incendios. Esto requiere un notable esfuerzo de coordinación entre la administración estatal, las comunidades autónomas y las corporaciones locales. Para conseguir esto es fundamental que las administraciones se basen en criterios científicos y no partidistas.

Adaptación y compromisos internacionales
Además de reducir nuestras emisiones, hace falta una acción decidida para la adaptación climática, dado que muchos efectos del cambio climático son ya inevitables. Necesitamos reorganizar las políticas urbanas para minimizar impactos, con menos asfalto y más zonas verdes; necesitamos recuperar sistemas productivos más sostenibles y adaptables al cambio climático, sistemas alimentarios de cercanía –como los basados en pastos y movilidad pastoril– tal y como indican los informes del IPCC. 

Finalmente, la cooperación internacional es crítica para acelerar la acción climática, incluyendo un aumento de nuestros compromisos con los países del Sur Global. Estas regiones tienen muchas más dificultades para hacer frente a la crisis climática y se estima que sean origen de 50 a 120 millones de refugiados climáticos en las próximas décadas. Para alcanzar los objetivos climáticos, la necesaria financiación de las medidas de adaptación y mitigación, tanto pública como privada, tiene que multiplicarse. También lo es la transferencia de tecnología limpia y el respeto de la soberanía alimentaria y energética de los territorios, de modo que el Sur Global pueda reducir la pobreza con industrias y fuentes de energía no dependientes de los combustibles fósiles. Por último, debemos evitar las consecuencias negativas de los mecanismos de compensación de emisiones. Sobre todo en lo relativo a la exportación de nuestra huella ecológica a los países del Sur Global.

Un reto histórico para la humanidad que requiere valentía y liderazgo
Nos enfrentamos a uno de los mayores retos de la historia de la humanidad, por su magnitud y dimensión global, pero también a una oportunidad para mejorar la sociedad, hacerla más justa y sostenible y mejorar la calidad de vida de todas las personas que habitamos el planeta Tierra. Con este manifiesto, quienes hacemos ciencia tenemos claro que para conseguir los objetivos climáticos, y de desarrollo sostenible en general, es urgente cambiar, intensificar la ambición de las políticas climáticas y liderar la transición a un modo de vida y una sociedad de emisiones cero y más resiliente al cambio climático. Una mitigación climática ambiciosa y efectiva requiere coordinación entre el gobierno y el resto de la sociedad. Los gobiernos en España, central, autonómicos y municipales, han comenzado a actuar para mitigar los efectos de la crisis climática y tienen la capacidad de facilitar la transformación estructural necesaria para hacerle frente, pero no se está avanzando tan rápido como demanda la situación. Por eso, y en un contexto electoral, queremos interpelar directamente a quienes lideran los partidos políticos para que hagan suyas estas demandas por el bien de toda la ciudadanía.

Nos estamos jugando mucho, todo.

Fin del manifiesto

Manifiesto científico por la emergencia climática. Y formulario de adhesión

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rosendo
De acuerdo Luis Ángel, pero que todavía exista gente que diga que esto es una ocurrencia de los ecologistas, progres y perroflautas, me parece indignante. Sinceramente, creo que vamos directos al precipicio. Lo que se está haciendo no es suficiente para amortiguar de una manera drástica el cambio climático. Los intereses económicos cortoplacistas mandan. Pero por lo menos que se deje de hacer dudar a la gente con bulos y mentiras maliciosas.
Luis Angel Pérez Cobo
Hay que valorar también los efectos de la instalación de renovables en el paisaje, reducción de superficie agrícola que suministre alimentos, peligros para la fauna de la multitud de líneas de transporte sean aéreas o terrestres, así como la contaminación por las extraordinarias cantidades de metales precisas como cobre, litio, coltán y otros.
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