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El aumento del contenido calorífico de los océanos y de la tierra, la aceleración de la subida del nivel del mar y la fusión de los hielos son solo tres de las señales físicas que nos alertan del cambio climático, un fenómeno que ya está impactando en la salud de centenares de millones de personas de todo el mundo. Es el mensaje que ha transmitido la Organización Meteorológica Mundial (organismo dependiente de la ONU), durante la presentación de su informe Declaración de la OMM sobre el estado del clima mundial en 2019. El titular con el que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se hace eco del lanzamiento de este informe en su página oficial (un.org) es inequívoco: “el cambio climático es más mortal que el coronavirus” y sus consecuencias "en la salud de las personas y en nuestras sociedades -concluyen en la OMM-, mucho más graves".
La ONU alerta: “el cambio climático es más mortal que el coronavirus”

Los sistemas sanitarios -alerta en su informe la OMM- pagan un precio cada vez más alto por culpa del calor extremo. Porque el cambio climático, que eleva cada vez más el nivel del mar y propicia cada vez más frecuentemente fenómenos meteorológicos extremos, no solo impacta en el medio ambiente. También lo hace, y también cada vez más ampliamente, en la salud de las personas. La Organización Meteorológica Mundial pone ejemplos concretos: en 2019, las altas temperaturas que se registraron en la India, el Japón y Europa (Alemania, 42,6ºC; Francia, 46,0ºC) batieron todas las marcas, impactando duramente sobre la salud y el bienestar de la población: en el Japón, una intensa ola de calor provocó más de 100 víctimas mortales y 18.000 ingresos hospitalarios adicionales; en Francia, se registraron más de 20.000 visitas a urgencias para tratar dolencias relacionadas con el calor entre junio y mediados de septiembre y, durante dos importantes olas de calor veraniegas, se produjeron 1.462 muertes adicionales en las regiones afectadas.

El verano australiano de 2018/2019 fue el más cálido del que se tienen datos, y lo mismo se puede decir del mes de diciembre. Los siete días más calurosos jamás registrados en ese país y nueve de los diez días más cálidos de los que se tienen datos se produjeron en 2019. La temporada de incendios ha sido allí excepcionalmente larga e inclemente en la última parte del año pasado, hasta el punto de que se han sucedido grandes focos de llamas hasta bien entrado el mes de enero de 2020. A principios de 2020, se habían notificado 33 víctimas mortales.

Hambre
El informe de la OMM señala a la variabilidad del clima y a los fenómenos meteorológicos extremos “entre los factores más importantes que han propiciado el reciente aumento del hambre en el mundo” y los considera “una de las causas principales de las graves crisis alimentarias”. Tras una década de reducción constante, el hambre repunta: más de 820 millones de personas padecieron hambre en 2018 (último dato consolidado disponible). De los 33 países afectados por crisis alimentarias en 2018, en 26 de ellos -apuntan desde la OMM- la variabilidad climática y los fenómenos meteorológicos extremos fueron, junto con las perturbaciones económicas y las situaciones de conflicto, factores que agravaron la coyuntura imperante, mientras que "en 12 de esos 26 países, los aspectos climáticos y meteorológicos señalados fueron la causa principal de la crisis".

A finales de 2018, en el planeta Tierra había 36 millones de personas malnutridas más que en 2015.

António Guterres, secretario General de las Naciones Unidas: “el coronavirus es una enfermedad que esperamos que sea temporal, con impactos temporales, pero el cambio climático lleva aquí ya muchos años y se mantendrá durante muchas décadas, y requiere de acción continua”

Petteri Taalas, secretario general de la OMM: “el virus tendrá un impacto económico a corto plazo, pero las pérdidas serán masivas si pensamos en el calentamiento global. Estamos hablando de un problema de mayor magnitud, con consecuencias en la salud de las personas y en nuestras sociedades mucho más graves"

Enfermedades
Otra de las alertas que lanza el último informe de la OMM es que los cambios en las condiciones climáticas acaecidos desde 1950 facilitan la transmisión de ciertas enfermedades, como el virus del dengue. Esta enfermedad se transmite a través de los mosquitos del género Aedes. Según la OMM, la incidencia mundial del dengue "se ha multiplicado drásticamente en los últimos decenios, y el riesgo de infección afecta a aproximadamente la mitad de la población mundial". En 2019 -señala el informe-, se produjo un gran aumento en la cantidad de casos de dengue en todo el mundo. “Las Américas -recoge el informe- identificaron más de 2.800.000 casos sospechosos y confirmados de dengue, incluidas alrededor de 1.250 muertes”. En los tres meses de agosto a octubre, el 85% de los casos fueron reportados en Brasil, Filipinas, México, Nicaragua, Tailandia, Malasia y Colombia.

El informe
La Declaración de la OMM sobre el estado del clima mundial en 2019 integra aportaciones de Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales (SMHN), expertos internacionales de primer orden, instituciones científicas y organismos de las Naciones Unidas. “Este informe de referencia -explican desde la OMM- facilita información fidedigna a las instancias normativas sobre la necesidad de adoptar medidas en la esfera del clima”. El documento confirma lo que ya se avanzó en una declaración provisional publicada con motivo de la celebración de la Conferencia de las Partes (COP) en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en diciembre: 2019 fue el segundo año más cálido del que se tienen datos desde que se realizan mediciones instrumentales. El quinquenio 2015-2019 comprende los cinco años más cálidos de los que se tiene constancia, y el período de 2010 a 2019 ha sido el decenio más cálido jamás registrado. A partir de los años ochenta, cada nuevo decenio ha sido más cálido que todos los anteriores desde 1850. El año 2019 terminó con una temperatura media mundial 1,1 °C por encima de los niveles preindustriales estimados.

António Guterres, secretario General de las Naciones Unidas: “actualmente estamos muy lejos de cumplir los objetivos del Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura a 1,5 o 2 °C. El presente informe evidencia la imperiosa necesidad de acometer una acción climática de gran alcance. Se recopilan datos de todos los ámbitos de la climatología y se enumeran las posibles repercusiones futuras del cambio climático, desde las consecuencias para la salud y la economía hasta el menoscabo de la seguridad alimentaria y el aumento de los desplazamientos”

Indicadores climáticos
1. Gases de efecto invernadero
En 2018, las fracciones molares de los gases de efecto invernadero alcanzaron nuevos valores máximos: las fracciones molares medias mundiales de dióxido de carbono (CO2) se situaron en 407,8 ± 0,1 partes por millón (ppm), las de metano (CH4), en 1.869 ± 2 partes por mil millones (ppmm), y las de óxido nitroso (N2O), en 331,1 ± 0,1 ppmm. Según datos preliminares, las concentraciones de gases de efecto invernadero siguieron aumentando en 2019.

Una proyección preliminar de las emisiones mundiales de CO2 derivadas de fuentes fósiles realizada con datos de los tres primeros trimestres de 2019 apunta a un incremento de las emisiones del 0,6% en 2019 (valor comprendido en un intervalo de entre –0,2 y +1,5%).

2. Olas de calor marinas
Los océanos absorben más del 90% del exceso de energía que se acumula en el sistema climático como consecuencia del aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero. En 2019, el contenido calorífico de los océanos a una profundidad de 2 kilómetros batió el récord anterior fijado en 2018.

El calentamiento de los océanos conlleva repercusiones generalizadas para el sistema climático y contribuye en más de un 30% a la subida del nivel del mar a raíz de la expansión térmica del agua marina. Asimismo, altera las corrientes oceánicas e, indirectamente, modifica la trayectoria de las tormentas y provoca la fusión de las plataformas de hielo flotantes. Junto con la acidificación de los océanos y la desoxigenación de sus aguas, el calentamiento de los océanos puede entrañar cambios drásticos en los ecosistemas marinos.

En 2019, los océanos experimentaron, de media, prácticamente dos meses de temperaturas inusualmente cálidas. Por lo menos en el 84% de las aguas oceánicas se experimentó al menos una ola de calor marina.

Acidificación de los océanos: en el decenio 2009-2018, los océanos absorbieron aproximadamente el 23 % de las emisiones anuales de CO2, amortiguando los efectos del cambio climático, pero con el consiguiente incremento de la acidez de sus aguas. La alteración del pH socaba la capacidad de calcificación de los organismos marinos —como mejillones, crustáceos y corales—, y ello afecta a la vida, al crecimiento y a la reproducción de la fauna y la flora marinas.

Desoxigenación de los océanos: tanto las observaciones como los resultados de los modelos indican la reducción de la concentración de oxígeno en las aguas litorales y en mar abierto, también en estuarios y en mares semicerrados. Desde mediados del siglo pasado, se estima que se ha producido una disminución de entre el 1 y el 2 % en el inventario de oxígeno oceánico en todo el mundo (entre 77 000 y 145 000 millones de toneladas).

Ecosistemas marinos: actualmente, la desoxigenación, junto con el calentamiento de los océanos y la acidificación de sus aguas, se considera una de las mayores amenazas para los ecosistemas oceánicos y el bienestar de las personas que dependen de ellos. Según las previsiones, con un calentamiento de 1,5 °C los arrecifes de coral ocuparían entre un 10 y un 30 % de su cobertura anterior, y ese porcentaje se reduciría a menos del 1 % si el calentamiento fuera de 2 °C.

El nivel del mar ha aumentado desde que empezaron a realizarse mediciones mediante altimetría por satélite (en 1993), pero el ritmo de subida de las aguas se ha acelerado en ese período, principalmente a causa de la fusión de los mantos de hielo de Groenlandia y la Antártida. En 2019, el nivel medio del mar a escala mundial alcanzó el valor más elevado del que se tienen datos.

3. Hielo
La constante y prolongada pérdida de hielo marino en el Ártico se confirmó en 2019. La extensión media mensual de septiembre (normalmente, el mes del año en el que la superficie de hielo registra su extensión mínima) fue la tercera más baja de la que se tiene constancia. Por su parte, la extensión mínima diaria registrada se situó al mismo nivel que el segundo valor más bajo del que se tienen datos.

Hasta 2016, la extensión del hielo marino en la Antártida había presentado un leve incremento a largo plazo. A finales de 2016 esa tendencia se interrumpió fruto de una repentina reducción en la superficie de hielo hasta niveles mínimos sin precedentes. Desde entonces, la extensión del hielo marino en la Antártida se ha mantenido en niveles relativamente bajos

En los últimos 13 años, en Groenlandia se han registrado 9 de los 10 años con el menor balance de masa superficial de su manto de hielo. Y en 2019 se registró el séptimo valor más bajo del que se tienen datos. En cuanto al balance de masa total, Groenlandia ha perdido aproximadamente 260 Gt de hielo cada año en el período comprendido entre 2002 y 2016, y la reducción máxima se produjo en 2011/2012, cuando se perdió un máximo de 458 Gt. En 2019, la reducción del manto de hielo se fijó en 329 Gt, un valor muy por encima de la media

Glaciares: Los resultados preliminares del Servicio Mundial de Vigilancia de los Glaciares indican que, por 32º año consecutivo, en 2018/2019 el balance de masa de los glaciares de referencia seleccionados fue negativo. Desde 2010 se han registrado ocho de los diez años con peores resultados en términos de balance de masa.

"En 2019, siete de cada diez millones de nuevos desplazamientos internos se produjeros como consecuencia de desastres meteorológicos y climáticos"

Sobre los autores del informe Declaración de la OMM sobre el estado del clima mundial en 2019, véase nota a pie de página en esta dirección.

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