En un artículo publicado en la publicación especializada Endocrinology, se afirma que "la rápida expansión en la extracción de gas natural usando el fracturamiento hidráulico aumenta el potencial de contaminación del agua de superficie y subterránea".
El tema recuerda mucho a la trama, basada en un hecho real, que desarrolla la multipremiada película Erin Brockovich, protagonizada por Julia Roberts (obtuvo en 2001 un Oscar por su papel), en la que se narra la casi solitaria lucha de una madre soltera, empleada como asistente legal, contra una compañía eléctrica de California acusada de contaminar el suministro de agua de una ciudad.
Según el estudio, centenas de productos que contienen más de 750 elementos químicos y otros componentes, son potencialmente usados en el proceso de extracción, incluyendo más de 100 con efectos conocidos o sospechosos sobre el sistema endocrino.
De las 39 muestras de agua colectadas en una región con intensa actividad de extracción, se asegura que se presentan en distintos grados actividades estrogénicas, antiestrogénicas, androgénicas y antiandrogénicas mayores en hasta un 89% respecto de regiones con poca actividad de fracking.
Esas substancias, llamadas disruptores endócrinos, interfieren en el sistema hormonal, que controla diversas funciones corporales. La exposición a esos elementos ha sido relacionada en otros estudios con casos de cáncer, defectos de nacimiento e infertilidad.
Según la profesora asociada de la Escuela de Medicina de la Universidad de Missouri, Susan Nagel, una de las firmantes del estudio, en los Estados Unidos, "el fracking está exento de la regulación federal que protege la calidad del agua, pero las fugas asociadas a la explotación de gas natural puede contaminar la superficie, el suelo y el agua potable".