En un momento especialmente tenso del debate, Steve Sawyer, secretario general del Consejo Mundial de la Energía Eólica (Global Wind Energy Council, GWEC), mostró su desacuerdo con el aviso de Maurizio Bezzeccheri, de Enel Green Power, sobre la supuesta necesidad de evitar la “actitud emocional” que domina el debate nuclear y mantenernos “más fríos y racionales”.
Sawyer discrepó de que el aspecto emocional tuviera papel en el debate energético post-Fukushima. “En términos puramente económicos, [la catastrofe de Fukushima] marca el mayor coste que Japón ha incurrido por un evento singular desde el 6 de agosto de 1945”, dijo Sawyer, haciendo así referencia a las dos bombas atómicas de Nagasaki e Hiroshima. “Unos 2.000 kilómetros cuadrados de terreno de alto valor agrícola e industrial y hogar de entre 150.000 y 250.000 personas han quedado inhabitables durante 30, 40, 50 ó quizá 100 años”, añadió.
La conexión Japón-Merkel
Todos los ponentes de la mesa enfatizaron en que aún era temprano para saber cuáles serán las consecuencias concretas de Fukushima a largo plazo y todos, también, indicaron la importancia de la decisión de la canciller alemana Angela Merkel de cerrar el parque nuclear alemán por completo de aquí a 2022, a la par que coincidieron en que esa postura iba a repercutir favorablemente en el futuro de la eólica.
Alemania aparte, no obstante, “es difícil saber en términos concretos cuáles van a ser los impactos”, según Sawyer. “En Italia, parece que el renacimiento de la nuclear se enfrenta a ciertos obstáculos. En China, los planes de nuevas centrales parecen ralentizarse”, añade. Sawyer ha señalado que, mientras en Japón “la mafia nuclear, como algunos la llaman”, sostenía que la catástrofe no debe influir en los planes nucleares del país a largo plazo, “ahora, el sector eólico nacional piensa que va a haber un cambio grande”.
Se apunta el cambio de tendencia en el imperio del sol naciente
Según el secretario general de GWEC, en Japón se ha pasado de "una expectativa de incremento" de aportación de la nuclear al mix eléctrico (del 30% hasta el 50%), a "una previsión de reducción" de esa aportación desde ese 30% a un 20% "y, así, progresivamente; yo no digo que esto vaya a pasar, pero es posible. Tepco ya ha llegado a su fin. Está en bancarrota. O se nacionaliza o desaparecerá”, asegura. Sawyer ha repasado también la situación en Estados Unidos –“parece cada vez menos probable la construcción de nuevas centrales nucleares”– y Reino Unido, que “mantiene su determinación de seguir con la nuclear, contra todas las evidencias económicas y de otra índole”.
El sector nuclear, estresado
Por su parte, Rafael Mateo, director general de Acciona Enegía, lamentó el catástrofe, pero reconoció que ha provocado “un cambio del panorama a favor” de la eólica. Las moratorias y fases de pruebas de estrés de las centrales nucleares existentes van a reducir la producción de centrales existentes que contribuyen a evitar de manera importante la emisión de CO2 a la atmósfera, puntualizó Mateo.
A la vez, la financiación de las nuevas centrales va a ser cada vez más difícil y costosa, mientras los costes instalados de la eólica se reducen. Entre nucleares, por un lado y, por otro, las centrales de carbón en Estados Unidos, que no van a poder realizar las inversiones necesarias para reducir sus emisiones de CO2, pueden cerrarse centrales que suman hasta 50 GW de aquí a 2020, calcula Mateo. De esta manera, se trata de “un momento óptimo” para las energías sin costes variables, como las renovables en general y la energía eólica en particular, según Mateo.
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