La EIA define los combustibles de biomasa como todas las fuentes de energía no fósiles, basadas en carbono, o biogénicas. En tanto, los combustibles a partir de residuos se definen como todos los demás desechos que no son carbono, no biogénicos.
La energía producida a partir de sólidos de madera representó casi un tercio de la electricidad generada a partir de biomasa y desechos. Según los datos de EIA, la mayoría de los sólidos de madera provienen de tres fuentes: la tala y residuos madereros; la manufactura de madera, papel y muebles; y los grandes productos de madera desechados, como traviesas de ferrocarril, postes de servicios públicos y pilotes marinos.
En 2016, el combustible derivado de la madera dominante, es decir, un subproducto de la madera procesada químicamente, fue el licor negro. El licor negro es un subproducto del proceso de fabricación de pasta kraft y representó el 27% de la biomasa y la electricidad generada en 2016. Otros desechos de fabricación de papel, como los residuos de lodo y los residuos líquidos de madera, produjeron menos del 0,5% de la electricidad generada a partir de biomasa.
Los desechos sólidos de vertederos municipales representaron el 20% de la biomasa y la electricidad generada a partir de desperdicios. El 51% de ese total provino de fuentes biogénicas como madera, papel y caucho. El resto de la electricidad con base en desechos sólidos municipales fue generada a partir de fuentes no biogénicas, como los plásticos.
Mientras tanto, el biogás derivado de los vertederos proporcionó casi el 16% de la electricidad generada a partir de biomasa en 2016.
La electricidad generada por la biomasa restante provino de fuentes como el biogás generado a partir de plantas de tratamiento de aguas residuales, así como de desechos de cultivos y madera, y de biomasa agrícola, como residuos de cultivos y excretas de animales. Además, el combustible derivado de llantas representó menos del 2% de la electricidad generada de biomasa en 2016.