“Se debe desarrollar una metodología adecuada para tener en cuenta efectos indirectos como las emisiones relacionadas con los coproductos de las refinerías (que generalmente tienen un alto nivel de toxicidad), los derrames de petróleo, el desplazamiento de la tierra durante su extracción o el uso de fuerzas y equipos militares para proteger el suministro desde Oriente Medio. Los factores de emisiones asociados a la gasolina (87g CO2e/MJ) o al petróleo de arenas bituminosas (107 g CO2 e/MJ) no contemplan en absoluto estos efectos”. Esta es una de las valoraciones que hace la sección de Biocarburantes de la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA) ante la noticia del informe filtrado de la CE en el que estiman los GEI de los biocarburantes al añadirles los procedentes del ILUC.
En dicho informe, basado en dos estudios del International Food Policy Research Institute (IFPRI) de Estados Unidos y el Joint Research Centre (JRC) de la CE, se establece que tres biodiésel derivados de diferentes materias primas (aceite de palma, soja y colza) emiten más CO2 que la gasolina convencional al añadirles las emisiones procedentes del ILUC. Fuentes del Ministerio de Industria, Energía y Turismo consultadas por Energías Renovables sostienen que la CE dejó claro que “el ILUC no es comprobable ni medible y los modelos usados no valen ni sus conclusiones pueden ser asumibles”. Manuel Bustos, director de APPA Biocarburantes, añade que “los resultados son altamente inciertos e imprevisibles, no pueden ni deben constituir una base para sacar conclusiones taxativas como las incluidas en el informe y aún menos para la adopción de medidas legislativas en el sector de los biocarburantes”.
Poca consideración a los coproductos del biodiésel y ninguna a los criterios de sostenibilidad
Desde la patronal española de los biocarburantes consideran que “los estudios encargados por la CE al IFPRI y el JRC tienen una serie de carencias metodológicas importantes que inciden significativamente en los resultados obtenidos”. APPA Biocarburantes concreta esas carencias en que no se tiene en consideración toda la superficie agrícola disponible a nivel mundial, y el impacto positivo de los coproductos de las oleaginosas en la reducción del cambio de uso de la tierra está subestimado. “En el informe de IFPRI, además, se utilizan datos de los Estados Unidos, incomparables con los de la Unión Europea, y las ratios de sustitución entre los diversos aceites vegetales no corresponden a la realidad del mercado europeo de biodiésel y de sus especificaciones técnicas”, añaden.
Con estas carencias, Bustos recuerda que dentro de la comunidad científica se dan resultados dispares a la hora de calcular las emisiones causadas por el ILUC, con diferencias para el mismo tipo de biocarburante de 50-60 g CO2e/MJ entre un estudio y otro, “lo que denota la falta de consenso científico sobre este complejo asunto”. Además, hay otro aspecto que recuerda: “no se cuenta con el efecto que tendrá la aplicación de los estrictos criterios de sostenibilidad sobre el uso de la tierra para producir materias primas con destino a biocarburantes”. Esos criterios impiden el uso de recursos procedentes de zonas con alta biodiversidad y con elevadas reservas de carbono (bosques, turberas etc.). “Evidentemente –concluye Bustos–, estas restricciones tendrán un efecto positivo sobre las emisiones de GEI de todos los biocarburantes comercializados, incluyendo el biodiésel de palma, soja y colza”.