Según se informa desde la propia UNL, las plantas empaquetadoras de la zona costera de la provincia de Santa Fe descartan cada día entre 20 y 80 toneladas de zanahorias, lo que representa el 30% de la producción. Dicha región es una de las cuatro principales productoras de esa hortaliza en el país, junto con Mendoza, Mar del Plata y Santiago del Estero.
El proceso de aprovechamiento y su conversión en biocombustible es citado como similar al utilizado con la remolacha azucarera. Según Juan Carlos Yori, docente e investigador del CONICET y de la Facultad de Ingeniería Química (FIQ) de la UNL, “la idea es desarrollar un proceso que permita obtener el máximo de azúcares y de alcohol pero sin afectar los carotenos”.
Precisamente, el caroteno es otro elemento que se quiere aprovechar de las zanahorias descartadas para el consumo, una sustancia utilizada en la industria alimenticia -también en farmacia y cosmética- como colorante y que no se produce en el país.
La primera etapa del proyecto propuesto por los investigadores contempla el diseño del proceso y la posterior construcción de una planta piloto con capacidad para procesar entre ocho y diez toneladas de zanahorias por día.
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