Rivero renovable (ER 80)

Tomás Díaz
Director de Comunicación de la Asociación de la Industria Fotovoltaica (ASIF)
tdiaz@asif.org

El pasado 18 de junio, los dos centenares largos de personas que asistíamos a la XXV sesión del Foro de la Sostenibilidad, titulada Energía y Sostenibilidad. Escenarios con futuro. ¿España Solar?, pudimos escuchar cómo Pedro Rivero, presidente de UNESA, la poderosa asociación de las empresas eléctricas, decía: “Estoy seguro, porque soy optimista, de que a partir de 2050 sólo será sostenible lo renovable y, por lo tanto, todo será renovable. ¿Por qué? Pues porque supongo que no seremos tan idiotas que, vistos los problemas que tenemos, no vayamos a invertir en I+D lo necesario para que en 2050 todo sea renovable”. Aunque el propio Rivero sostuvo que no era la primera vez que lo afirmaba públicamente, para la inmensa mayoría de los presentes –como alguien se encargó de resaltar en el turno de preguntas– fue algo inaudito.

Desde luego, mucho han cambiado las cosas desde que, hace apenas dos años, Greenpeace puso encima de la mesa Renovables 100%, un informe elaborado por el Instituto de Investigación Tecnológica de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, que planteaba por primera vez la posibilidad de que las energías limpias cubriesen toda la demanda eléctrica de España en 2050.

En aquel momento casi nadie creyó que fuera realizable, y hoy –tal y como quedó patente en la citada sesión del Foro– proliferan los informes que auguran una grandísima penetración de renovables en el sistema eléctrico, incluso superior al ciento por ciento; la Comisión Europea acaba de publicar uno, The impact of renewable energy policy on economic growth and employment in the European Union, en el que, dependiendo de la evolución de la demanda, expone que las energías verdes pueden cubrir entre un 90% y un 130% de las necesidades eléctricas españolas en 2030, o sea, veinte años antes del horizonte temporal planteado por Greenpeace.

Estos espectaculares ratios –que ya permiten aprovechar la electricidad también en el transporte y en los usos térmicos, donde las renovables están más limitadas– únicamente se pueden alcanzar si Europa se plantea el desarrollo de las energías limpias de un modo continental, con abundantes y robustas interconexiones capaces de transportar la electricidad desde los soleados países mediterráneos hasta los fríos nórdicos, con almacenamiento a gran escala –bombeos hidráulicos, vehículos eléctricos, pilas de hidrógeno, etcétera–, y con redes inteligentes que gestionen un nuevo modelo energético muy alejado del tradicional modelo centralizado y vertical.

Y es en este punto donde más valor tienen las palabras de Rivero. Porque las empresas cuyo lobby preside están sólidamente establecidas en ese modelo energético centralizado y vertical que debe transformarse, y, sin su colaboración, será muchísimo más difícil hacerlo. Según sus propios términos; “Tenemos que plantearnos la planificación, que es responder a tres preguntas de solución imposible, pero de una claridad total: qué queremos hacer –cuáles son los objetivos–, qué podemos hacer, y cuándo lo podemos hacer […] Con las tecnologías renovables actuales, llegar al 50%, ni de broma, vamos; eso es apagón seguro. Pero como van a mejorar, y es verdad que van a mejorar, claro que será posible… Pero es que probablemente en 2050 una de las tecnologías que quedarán de las actuales será la nuclear, porque será capaz de producir sin CO2 y sin residuos”.

Es muy dudoso que la nuclear consiga convertirse en una tecnología realmente limpia, segura y –ante todo– al margen de la proliferación armamentística, pero, en cualquier caso, el mensaje de Rivero debe calar hondo: “Estamos de acuerdo en muchas más cosas de las que puede parecer […] Hace falta un consenso, y, para eso, hace falta una discusión sincera y abierta”. En otras palabras: no seamos idiotas.

tomás díaz

Rivero renovable (ER 80)