Sergio de Otto
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Acaba de cumplirse un año desde que la norma que rige el sector de las energías renovables apareció publicada en el BOE. Llevamos ya varios meses discutiendo su modificación a cuenta de la retribución del kWh fotovoltaico y ahora empezamos a hablar de otros cambios tan sustanciales como lo sería el que las primas de las energías renovables salgan de los Presupuestos Generales del Estado y no de los ingresos generados por el sistema eléctrico. Así lo propuso hace varios meses la presidenta de la Comisión Nacional de la Energía, Maite Costa, y así lo han asumido los actuales responsables de la política energética, según anticipan sus declaraciones públicas aunque a estas alturas no sepamos ni cómo ni cuando se plasmará esa peliaguda y delicada iniciativa.
La cuestión tiene más que miga. De entrada podemos plantear un debate de fondo: ¿Quién debe pagar los costes de nuestro sistema eléctrico? ¿Los contribuyentes o los consumidores? Hoy los contribuyentes pagan ya algunos costes de tecnologías convencionales debidamente maquillados y eso son subvenciones ni más ni menos.
Uno considera que los costes derivados de la generación eléctrica deben ir al recibo de la luz. Eso pasa por dejar de hacer demagogia con el mismo como viene haciendo desde hace lustros nuestra clase política, sin distinciones, y que ha degenerado en la existencia del tristemente famoso “déficit de tarifa”. Se trata de un absurdo absoluto: si se reconocen unos costes de generación es de ley articular los medios para retribuirlos.
(Otra guerra —interesante, por cierto— sería discutir sobre los mismos a la luz de los beneficios del sector) Es una herejía pensar que los consumidores de mañana vayan a pagar los kWh que estamos consumiendo hoy. Y todo por no aplicar subidas que a la mayor parte de los consumidores no iban a suponer al mes más que lo que cuesta un par de “cubatas”. Pero ¡qué fácil es hacer demagogia desde la oposición —sea quien sea— y desde los medios con las subidas de la luz!
Las primas de las renovables no son las culpables del déficit de tarifa. Las primas existen por la voluntada unánime —es importante recordarlo— de los legisladores para internalizar sus beneficios medioambientales dada la dificultad de internalizar en los precios los impactos medioambientales de las tecnologías convencionales.
El conjunto del Régimen Especial recibió el pasado año un total de 2.167 millones de euros de los cuales a la eólica le correspondieron 978 millones. Como demuestra Eólica 08, el informe anual de la Asociación Empresarial Eólica que acaba de publicarse, esa cantidad no puede considerarse un “sobrecoste” —como se califica con demasiada facilidad— sino una excelente inversión para la economía española porque además de los 18 millones de toneladas de CO2 evitadas, la creación de empleo —ya son 45.000 sólo en la eólica—, la reducción del precio medio del mercado al dejar fuera a las tecnologías mas caras, entre otras ventajas, se compensa directamente de sobra por el precio de las importaciones de combustibles fósiles que hubieran sido necesarias para generar el equivalente a la producción eólica, unos 1.060 millones de euros. Por cierto, cálculo realizado con 60 $ el barril de petróleo. ¿Lo calculamos a 140 $?
Pretender llevar ahora las primas a los Presupuestos Generales del Estado es además aumentar el riesgo de las inversiones en el sector. Será una partida difícil de calcular, y mucho más ahora con el RD 661/2007 que hace variable la prima en función del precio del mercado, y será, sobre todo, una tentación permanente para Economía para pegar un tijeretazo aquí o allá cuando en diciembre de cada año se cuadren los números en las negociaciones de última hora.
Solo una Ley de Renovables, que acogiera esta medida con las máximas garantías para el sector, justificaría ese paso que hoy por hoy no vemos adecuado ni necesario. El déficit es otra guerra. No nos metan en ella.