sergio de otto

Debate nuclear adulterado (ER 71)

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Sergio de Otto
sergio.deotto@gmail.com

“Es necesario reabrir el debate nuclear”. Parece mentira pero hoy todavía el slogan —más que una petición es una consigna propagandística— sigue repitiéndose monótonamente como conclusión obligada de esa dosis doctrinal con la que nos bombardean una semana sí y otra también catedráticos de cualquier cosa, columnistas que se asoman a la energía de pascuas a ramos, supuestos expertos, aplicados y fieles adictos a las cartas de los lectores y una muy ordenada y bien instruida legión de “blogeros”  

¡Pero hombre, si llevamos ya cinco años que casi no hablan ustedes de otra cosa! El debate nuclear está abierto. De hecho lo está  desde la Ley del Sector Eléctrico de 1997 que de facto liberalizaba la construcción de centrales de generación eléctrica y abolía la moratoria nuclear. Esta, la de plantear “la necesidad de abrir el debate nuclear”, es la primera de las mentiras que lo adulteran puesto que ya estamos metidos en faena desde hace tiempo.

La segunda y quizás la más importante de las mentiras —periodísticamente sería más efectista dejarla como conclusión pero…. vayamos al grano—  se refiere al objetivo de esta planificada ofensiva pro-nuclear porque en realidad nadie quiere construir central nuclear alguna. Desde luego ninguno de los agentes económicos que podrían planteárselo. Saben que es demasiado caro, tanto que lo hace inviable sin el apoyo del dinero público.

Entonces ¿por qué tanto ruido?  Sencillamente porque el único objetivo es prolongar la vida de las centrales actuales que es lo verdaderamente rentable para sus propietarios, con las inversiones amortizadas y unos costes de operación relativamente bajos sobre todo si el Consejo de Seguridad Nuclear no les aprieta las tuercas y les exige las fuertes inversiones que los últimos incidentes demuestran que requieren.

La tercera mentira que adultera este debate —que cuando no nos indigna, nos aburre— es la del “papel de la nuclear como tecnología de futuro”. ¿Puede pensar alguien hoy en este mundo globalizado del Siglo XXI, en esta pequeña aldea en que todos nos vemos a diario, puede de verdad pensar alguien que una tecnología que nos pone los pelos de punta cuando la tienen “los malos” sí puede servirnos en cambio a nosotros los buenísimos, guapos y ricos occidentales? ¿Puede alguien pensar que es razonable que para que únicamente mantenga su peso actual en el mix energético se multiplique por tres el número de centrales en los próximos veinte años?

Cuarta mentira: “todo el mundo está apostando por esta tecnología y España se está quedando sola”. Falso. De entrada la apuesta energética más importante aprobada y rubricada en un papel es la de Unión Europea que en reunión del Consejo Europeo aprobó el objetivo de alcanzar en 2020 un 20 por ciento de renovables sobre el consumo de energía primaria. Eso es una decisión que una directiva, actualmente en tramitación, hará realidad. Luego tenemos dos centrales nucleares en construcción en nuestro entorno: una en Finlandia que constituye hoy el mejor argumento del movimiento antinuclear: al retraso ya acumulado de cuatro años hay que añadir que el coste se ha triplicado. ¿Esa es la energía barata? La otra central en construcción es una experimental en Francia sobre la que el presidente de Areva (la empresa nuclear por excelencia) decía esta primavera en Madrid que no pueden construirse más de una al año en el mundo.

Luego, sí es cierto, hay mucha declaración de intenciones (incluso el gobierno laborista hace sus pinitos) pero firmado y rubricado en nuestro entorno nada de nada. Todo lo contrario de lo que sucede con las renovables. Por ejemplo, en Francia,  para no ir más lejos, existe un plan para instalar hasta 7.000 MW eólicos para 2012 y cerca de 20.000 MW eólicos para el 2020. Por tanto, que quede claro que nuestro entorno apuesta por las renovables como nosotros, solamente que este uno de los pocos terrenos en los que en este país llevamos ventaja, somos líderes.

Luego existen otras mentiras, no menores, como la que sitúa  a la energía nuclear francesa como fuente básica para nuestro sistema eléctrico. “Si no quieres nuclear habrá que renunciar a la que importamos de Francia”. Pues sí, podemos renunciar porque es una cifra insignificante. ¡Por favor consulten las cifras oficiales porque exportamos más a Portugal y Marruecos de lo que importamos de Francia!

Podríamos seguir hablando de las afirmaciones sobre la inocuidad de los residuos (que lo citan irresponsablemente como problema menor cuando no resuelto), del consumo de agua, de la no “gestionabilidad” de esta tecnología (que sólo es defecto cuando se habla de renovables), o del carácter autóctono del uranio (sí, aunque se importe, aunque se enriquezca fuera de nuestras fronteras, el simple hecho de meter aquí las bolas en las barras lo hace tan nacional como toda la tecnología que lo rodea), podríamos seguir, sí, y por eso seguiremos denunciando las mentiras de un debate adulterado.

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