pep puig

Energía–decrecimiento, ¿es éste el debate?

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En muchos círculos de debate y crítica al sistema energético sucio, centralizado, ineficiente y no renovable, heredado del siglo XX, se trata sobre el concepto de decrecimiento y se vincula con la energía.

Relacionar decrecimiento y energía es aceptar un reduccionismo que normalmente practican los que podemos bautizar como secta de los incendiarios del clima. Esta secta siempre confunde, de forma muy interesada, lo que es la energía, con unos materiales específicos que se encuentran en el subsuelo en diversas partes del planeta. Estos materiales, llamados combustibles (fósiles y nucleares), han dominado la economía de buena parte del siglo XX y este sistema de dominio se bate, aún hoy, para continuar su afán destructor de ecosistemas y del bien común más precioso del planeta, la biosfera.

Los combustibles (sean fósiles o nucleares) no son, ni han sido nunca, energía. La energía se obtiene solamente cuando se procede a la combustión o fisión de los materiales. Los materiales fósiles y nucleares se destruyen (generando todo tipo de residuos contaminantes) obteniendo como resultado una forma concreta de energía: energía ¡térmica!

La energía es mucho más que esta visión reduccionista. La energía es lo que hace que el universo funcione como lo hace, es lo que permite a los seres vivos, vivir, ya que todos los seres vivos somos transformadores de energía.

El concepto de decrecimiento se aplica fácilmente al uso que se hace de los materiales (las materias primas no renovables). Dada su finitud en la corteza de la Tierra, tiene todo el sentido del mundo aplicar políticas que hagan disminuir la utilización de todos estos materiales no renovables. Y una de ellas es el decrecimiento. ¿Pero es aplicable el concepto de decrecimiento al aprovechamiento de la energía contenida en los flujos biosféricos, como la energía del Sol y la fuerza del viento?

La actividad de calentar agua a base de quemar cualquier combustible fósil o a base de degradar electricidad generada a partir de la fisión del núcleo del átomo del uranio 235 hace que una vez quemado el combustible fósil o fisionado el núcleo del uranio 235 ya no pueda estar disponible para volver a ser utilizado.

Por supuesto que tenemos que abandonar el sistema vigente desde las sociedades del neandertal, que nos permite disponer de energía a base de quemar, a base de hacer fuego (fuego fósil, pero también 'fuego' nuclear). Por lo tanto no sólo tenemos que decrecer en el uso de materiales fósiles y nucleares, sino que debemos abandonarlos totalmente, y muy pronto y bien deprisa, si queremos preservar la salud ecológica de la biosfera.

Pero la energía que necesitamos para vivir dignamente la podemos obtener de la energía contenida en los flujos biosféricos y litosféricos, captándola, transformándola y usándola. Y la energía que obtenemos de estos flujos, hemos que aprender a utilizarla para disponer de los servicios que la sociedad demanda, pero hacerlo de la forma más eficiente posible y evitar despilfarros de todo tipo, pues si no la utilizamos de forma eficiente, la estamos desperdiciando. Cabe decir, de forma bien clara y contundente: hemos de batallar abiertamente para detener el escandaloso derroche de energía que hace la sociedad productivista-consumista-contaminadora.

Volviendo al tema de calentar agua, si lo hacemos con la radiación que la Tierra recibe procedente del Sol, esto no hace que el flujo de radiación disminuya, ya que continuará estando disponible para su captación.

Por lo tanto cuando se dice que decrecimiento significa disminuir el 'consumo' de energía, se debería precisar diciendo que se trata de reducir el uso que se hace de los materiales fósiles/nucleares que son la base de las fuentes de energía no renovables. Las fuentes de energía renovable, que se basan en la captación de la energía contenida en los flujos biosféricos no se consumen de ningún modo, simplemente se captan, se aprovechan y vuelven a estar disponibles para nuevas captaciones y aprovechamientos.

Mientras las limitaciones en el uso de materiales no renovables fuerzan a la sociedad hacia el camino del decrecimiento, las limitaciones en el uso de los flujos biosféricos vienen de otra parte, que no tiene nada que ver con el decrecimiento. El límite proviene de la cantidad de radiación solar disponible en las capas altas de la atmósfera (1,3 kW/m2). Por lo tanto no tiene sentido hablar de decrecimiento en el uso de energías renovables, sino que, en todo caso, se debería hablar del decrecimiento de la intensidad energética de aquellas actividades que superen la constante solar.

¿Cuánta energía necesitamos para vivir?
Un debate social que nunca se suele hacer es el de discutir y determinar cuánta energía se necesita para vivir dignamente. Y no sólo a nivel individual o familiar, sino a nivel de sociedad. Este debate es básico para abordar la situación actual de desperdicio de materiales.

Además de este debate, otro debate, asociado al primero, debe ser decidir qué tecnología hemos de usar para disponer de energía. Pues para disponer de energía se necesita tecnología. Y como muy bien escribió Hermann Scheer, "la revolución tecnológica no se da sólo por la técnica en sí misma, sino por las personas que aprovechan las nuevas posibilidades que ofrece la técnica. De una innovación técnica surge un movimiento social. Se puede impulsar desde arriba. Pero el despliegue masivo se hace desde abajo. La revolución energética se basa en el establecimiento de múltiples nuevos hechos sin pedir permiso a los titulares de las estructuras energéticas existentes".

Y esto abre la puerta a un tercer debate en torno a quién debe controlar el sistema mediante el cual la sociedad puede disponer de energía. Es evidente que en una sociedad democrática, el sistema energético también debería seguir criterios de democracia. Lo que quiere decir que las personas no sólo deben poder elegir la fuente o las fuentes de energía que proveen los servicios que necesitan, sino que las personas, de forma individual y colectiva han de tener reconocido el derecho a captar, transformar y usar las energías renovables y poder ser propietarias de las tecnologías que permiten disponer de energía. Es lo que se llama apropiación social de la tecnología, que es la base para poder disfrutar de la Democracia energÉTICA.

Estos son los tres debates principales que cualquier sociedad deberá abordar en el siglo XXI. Enmascararlos con la cuestión del decrecimiento no me parece acertado ni enfocado.

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Antonio
Yo tengo la solucion energetica mundial, sin petroleo sin gas sin nuclear sin hidraulica sin carbon sin solar sin eolica sin imanes etc. Coste de produccion 0 y mantenimiento muy poco energia infinita y todos los gw que se necesiten.
David Ponsa
Sensacional \'as usual\', Pep. Felicidades por esta brillante exposición del tema.
pep
cuando escribes \'consumo actual\' ¿a qué te refieres exactamente?
Pablo Ruiz
Estoy de acuerdo con las tesis del profesor. La única objeción que marco es la que exponen la gente de crisis energética, y es la de que no hay materiales/energía para producir las tecnologías suficientes que nos permitan aprovechas las fuentes renovables al CONSUMO ACTUAL. Pero éste ya es otro debate. Un saludo.
Pepa Mosquera
Enhorabuena por este artículo, Pep. Siempre me gusta lo que escribes, pero este es insuperable. Ojalá que podamos disfrutar pronto de la democracia energética.
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