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Los contratos de largo plazo, la mejor opción para los servicios de mantenimiento

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En el año 2022 las inversiones en renovables, solar y eólica, alcanzaron los 490.000 millones de dólares, superando por primera vez las inversiones en nuevas prospecciones de petróleo y gas, a pesar de los importantes ingresos de las empresas de este sector, que han acumulado los beneficios más importantes de su historia. Estas inversiones se van a mantener en el futuro próximo para cumplir con los objetivos de descarbonización en todo el mundo. Es un artículo de Alberto Ceña, secretario general de la Asociación de Empresas de Mantenimiento de Energías Renovables (Aemer).
Los contratos de largo plazo, la mejor opción para los servicios de mantenimiento

La asimetría tecnológica
Esta actividad económica ha tenido dos consecuencias en función de la tecnología renovable. Por lo que respecta a la energía solar fotovoltaica, el importante crecimiento de las inversiones ha dado aires a la industria china (con fábricas en diferentes países asiáticos) que se ha permitido incluso reducir el precio de los módulos e introducir y consolidar tecnologías como la PERC (Passivated Emiter Real Cell) para incrementar la eficiencia de los módulos, mayoritaria en los suministrados en los últimos años.

Por otro lado, el riesgo de incremento del coste de las materias primas ha llevado a muchas de estas industrias a integrar toda la cadena de suministro para evitar sobresaltos como los que llevaron a la desaparición de la industria fotovoltaica europea en la década de 2010, fuertemente dependiente de suministros externos que se encarecieron de forma repentina frente a sus competidores asiáticos.

 

TOP 10 fabricantes módulos Alberto Ceña

Principales suministradores de módulos fotovoltaicos (por volumen de envíos).

Fuente: Pvtech Research



La situación de la eólica es bastante diferente, al menos en el lado occidental, que es el que mejor conocemos: no solo los fabricantes pierden dinero, también el conjunto de la cadena de suministro exclusivamente eólica (por ejemplo, los fabricantes de rodamientos dependen más de la industria automovilística), lo cual lleva a la lección de que siempre que sea posible, es recomendable diversificar los sectores y tipología de clientes, tarea no siempre sencilla. Aquí el aumento del rendimiento está ligado al mayor diámetro y algunas soluciones particulares de mejora del control de las máquinas, lo que en muchos casos incide en el precio final y coloca a los fabricantes en posición sensible frente a los competidores chinos, hasta la fecha con una limitada presencia global.
 

Fabricantes aerogeneradores Alberto Ceña


Ambas tecnologías tienen algunos elementos en común: por un lado, la mayor complejidad tecnológica derivada de los nuevos códigos de red, así como de las mayores exigencias operativas al sustituir a la generación convencional (térmica o hidráulica), lo que afecta tanto a la electrónica de potencia como a las cargas en la transmisión mecánica en el caso de los aerogeneradores; y por otro, el alargamiento de la vida de las instalaciones de como poco 30 años, aunque mejor si llegan a los 50. Todo ello con consecuencias en el mantenimiento como luego veremos.

El apoyo público: aranceles y subvenciones
Las importantes perspectivas para ambos sectores han conducido a dos líneas de política económica no exentas de riesgos: una política arancelaria agresiva como el IRA (Inflaction Reduction Act) que va acompañada de importantes subvenciones a las tecnologías de 369.000 millones de dólares para “forzar” la instalación de fabricación de equipos, sobre todo fotovoltaica, por el obvio principio de: “está muy bien la descarbonización, pero mejor si se hace con productos propios que es donde se crea empleo y valor añadido”.

La UE no ha tardado en responder con una política de subvenciones también muy agresiva de 250.000 millones de euros, para propiciar la fabricación europea de componentes y una política arancelaria todavía por definir, pero siempre compleja por las diferentes reacciones de los gobiernos de los estados miembros. Todavía se recuerdan los intentos de actualizar y reforzar los aranceles de mediados de la década pasada, bastante inútiles, a los hechos nos remitimos, a los que China amenazó con contraponer impuestos a los vehículos europeos. Fin de la historia.

En resumidas cuentas, se quiere en un par de años revertir una situación que se ha fraguado en los últimos 15 (a la que la regulación española del RD 611/2007 dio, sin lugar a dudas, aires) y puede que las subvenciones para el montaje de nuevas plantas no sean suficientes para compensar los bajos costes asiáticos. Las subvenciones también se dan en China, y en prácticamente todos los países asiáticos, pero los costes de producción son un 20% inferiores, situación difícil de revertir si además se mantienen los elevados costes eléctricos en Occidente y especialmente en la UE. La duda es saber si los promotores estarían dispuestos a asumir ese incremento para favorecer la creación de empleo local. Soy escéptico, los retornos socioeconómicos solo se tienen en cuenta cuando la legislación lo exige y, además, con un nivel de eficacia más que dudoso.

La importancia de los contratos de largo plazo para el mantenimiento
En este complicado panorama (por no hablar de baterías, electrolizadores o la sobre instalación de potencia ante la caída de la demanda) surge un nuevo e importante elemento: la reforma energética que se está discutiendo en la actualidad en la Comisión Europea, a la que se han hecho llegar diferentes propuestas por parte de los países miembros.

La española apuesta por contratos de largo plazo para los proyectos renovables, nuevos o existentes, a través de CfD (Contratos por Diferencias) con cierta similitud con las antiguas tarifas feed-in. Este tipo de contratos podrían extenderse al resto de las tecnologías conocidas como infra-marginales, nuclear e hidraúlica, quedando el mercado mayorista de corto plazo para el resto de las tecnologías, fundamentalmente cogeneración, carbón y ciclos combinados (CCGT).

En una economía centrada más en la gestión de los ingresos que en la optimización de los costes, que se consideran fijos o fácilmente manejables, se ha producido una fuerte contestación a las propuestas españolas sobre esta reforma energética. Desde la perspectiva del mantenimiento renovable, los contratos de largo plazo son, sin embargo, más que recomendables, siempre y cuando sean trasladados a los contratos de servicios externos. Sabemos que somos el último eslabón de la gestión de los activos renovables y se nos hace en muchos casos responsables de fallos que no tienen que ver con nuestro trabajo, pero la estabilidad del personal, la adquisición de las costosas herramientas, las inversiones en formación y la optimización de nuestros costes están ligadas a los contratos plurianuales y en última instancia redundan en la calidad del servicio.

Como ya se ha comentado, el escenario actual es complejo y la operación flexible de las plantas para responder a las necesidades del sistema y a la evolución de los precios del mercado (el fin de semana pasado, del 25-26 de febrero, ha sido un claro ejemplo de efecto depresor de las renovables en el precio del mercado en las horas del mediodía y su fuerte subida vespertina) tienen que armonizarse con la larga vida útil de las plantas y donde el mantenimiento juega un papel clave. Tal y como comentaba en otro artículo nuestro vicepresidente Jorge Magán, se observa una concentración y adquisición de empresas, para responder a las nuevas condiciones del mercado y donde el alargamiento de los contratos y la exigencia de calidad del servicio deben jugar un papel fundamental.

Estos serán algunos de los temas que tendremos oportunidad de debatir de nuevo en Zaragoza, los próximos 8 y 9 de marzo, con ocasión de la feria ExpoFimer 2023. Nos vemos allí.

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