En el trabajo, publicado en Nature Reviews Chemistry, se abordan conceptos clave como la heterogeneidad de los enlaces, la polarizabilidad, la presencia de pares solitarios de electrones y distintos modelos de enlace, incluidos los enlaces multi-centro, metálico e iono-covalente. “La comprensión profunda de estos conceptos permite optimizar las propiedades electrónicas de los materiales y, al mismo tiempo, reducir su conductividad térmica, siendo estos los dos factores esenciales para el desarrollo de materiales con alta eficiencia termoeléctrica”, explica Prado-Gonjal, profesor del Departamento de Química Inorgánica de la UCM.
El investigador de la UCM añade que “si se logran dispositivos termoeléctricos con una eficiencia más alta que los actuales, podremos aprovechar cualquier fuente de calor residual, incluso las más pequeñas”. Por ejemplo, la diferencia entre la temperatura corporal y la ambiental es suficiente para alimentar relojes, sensores o dispositivos sin cables, haciendo que estos dispositivos sean autosuficientes en términos de energía.
Además, este tipo de tecnología podría aprovechar el calor que emiten los vehículos, las industrias químicas o incluso las centrales térmicas, transformando lo que antes era un desperdicio en una fuente útil de energía.
“Esta capacidad tiene un impacto aún mayor en áreas remotas, donde el acceso a la energía es limitado, permitiendo generar electricidad a partir de fuentes de calor cercanas, mejorando la vida de las personas en lugares de difícil acceso”, concluye Prado-Gonjal.