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Copenhague no sabe hacia dónde tirar

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(Luis Merino. Enviado especial. Copenhague)
La apertura de dos vías de negociación está dificultando las cosas en la Cumbre del Clima. De un lado los que insisten en alargar la vida del Protocolo de Kioto mientras no haya compromisos vinculantes firmados. Al fin y al cabo sólo Kioto va más allá de un brindis al sol en la lucha contra el cambio climático porque exige cumplir unos objetivos. Pero en Kioto faltan los importantes. La otra vía, la de llegar a acuerdos vinculantes para todos (hay 192 países en Copenhague) y a largo plazo suena bien pero, de momento, es pura ilusión.
El caos denunciado ayer por todos los medios de comunicación que se han dado cita en Copenhague, parece haberse esfumado de repente. El secretario de la Convención de Naciones Unidas contra el Cambio Climático, Yvo de Boer, ha reconocido la falta de previsión. “Yo soy el culpable. No puedes meter un pie de la talla 44 en un zapato de la 30”, ha llegado a decir. La solución ha sido reducir de forma drástica la presencia de todos los que caben en la denominada “sociedad civil”, desde ONG a organizaciones empresariales.

Mañana apenas podrá acceder al Bella Center un 30% de los más de 20.000 observadores registrados. Y la intención es que la reducción siga aumentando día a día hasta dejarlo en una mínima expresión el viernes. Pablo Cotarelo, uno de los “afortunados” representante de Ecologistas en Acción que estaba en el centro de convenciones señalaba que la presencia de las ONG es fundamental para presionar y recordar a los delegados gubernamentales que tienen que comprometerse, “pero a los organizadores les afecta mucho más que todos los periodistas hablen del caos de estos días. Y han cortado por lo sano para evitar la mala imagen”.

Es más que probable que mañana se repitan escenas de acumulación de gente a la entrada del Bella Center porque algunas ONG agrupadas en lo que han dado en llamar “asamblea popular por la justicia climática” han anunciado una manifestación masiva a las doce del mediodía que quiere colarse dentro y alzar la voz. Y han insistido en que esperan que el acto discurra de forma pacífica.

Las dudas de la financiación
Los expertos en cambio climático de las distintas delegaciones llevan días tratando de que en los borradores de discusión haya más puntos claros que dudas entre corchetes o tachones. Mañana comienza el turno de los ministros y hay que acelerar el trabajo. Pero la realidad es que va al ralentí. Hasta el punto de que la presidenta de la Cumbre, Connie Hedegaard, se ha propuesto pasar muchas de las discusiones a formato reducido, de alrededor de 30 representantes, para poder avanzar.

La patata calienta, con todo, tendrán que manejarla los ministros. Los grupos que trabajan sobre las dos vías, tanto Kioto como cooperación a largo plazo, les dejarán los informes llenos de corchetes que hay que cerrar en apenas tres días. Teresa Ribera, la secretaria de Estado de Cambio Climático, que está tutelando el grupo de discusión que analiza los objetivos a largo plazo, tienen un discurso positivo. Entre llamadas de teléfono constantes y carreras por los pasillos, asegura que “hay discrepancias pero también voluntad de diálogo y de llegar a un acuerdo por parte de todos. Nadie tiene intención de bloqueo”.

Pero también habla de un fantasma. “La no concreción de acuerdos financieros puede acabar con la confianza. Y mientras la UE ha sido transparente hasta la fecha, la delegación de Estados Unidos no ha dado ningún mensaje claro sobre arquitectura financiera a largo plazo”.

Las emisiones, al final
Las negociaciones de todos los aspectos que incluye un acuerdo sobre cambio climático –mitigación, adaptación, aspectos tecnológicos, arquitectura financiera– manejan muchos números pero los buenos se ponen sólo al final. “Todo el mundo adelanta sus cifras y dice: ‘esto es lo que estaría dispuesto a hacer yo, pero depende de lo que hagan los demás”, explica Ribera. “Por eso, la cifra consensuada de recorte de emisiones no se conocerá hasta el último momento”. Que, en teoría, será el viernes, con la firma de los presidentes y jefes de Estado.

La financiación de la lucha contra el cambio climático está despertando la imaginación de los que buscan el dinero. Se habla de crear tasas globales de emisión de CO2 en la aviación o en todo el transporte. También se baraja la posibilidad de dedicar parte de los derechos de emisión de los estados a un fondo que se subaste de forma global. En todo caso, este será un tema clave para el resultado final de la cumbre.

Crece el protagonismo de las renovables
En el Bella Center no hay un solo rincón que se libre de la imagen de las renovables. Dentro y también fuera, donde gira al viento gélido un aerogenerador de Vestas. Promovido por diversas organizaciones, hoy se ha dedicado una de las actividades paralelas de la cumbre a analizar los diferentes escenarios futuros para las renovables. Allí estaban la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), con su directora Helene Pelosse a la cabeza, o Sven Teske, el director de Energías Renovables de Greenpeace Internacional.

Todos han puesto énfasis en el peso creciente de las renovables, sea cual sea el promotor del estudio. Ryan Katofsky, en representación del llamado Acuerdo para el Desarrollo Tecnológico de las Energías Renovables (RETD), que ha puesto en marcha la Agencia Internacional de la Energía (AIE), piensa que “las emisiones de gases de efecto invernadero se pueden llegar a reducir un 85% en 2050 gracias a las renovables, que para entonces producirán más del 70% de toda la electricidad”. En insistía en un mensaje, “combatir el cambio climático ahorra dinero. Si hasta ahora parece que es apostar por las renovables es caro es sólo porque los modelos energéticos globales necesitan incorporar todos los costes y los beneficios económicos. Y de momento no se hace”.

Para Paolo Frankl, jefe de la División de Energías Renovables de la AIE, hay tres aspectos que conviene tener en cuenta para que el ritmo de implantación de las energías limpias no se pare: “mirar al largo plazo para mejorar la eficiencia de los marcos de apoyo, invertir constantemente en I+D, y trabajar en la mejora de la flexibilidad de la red eléctrica, por ejemplo mediante redes inteligentes”. Todos los presentes aplaudieron el sistema de primas como el mejor para el desarrollo de las renovables, pero Frankl lo hizo advirtiendo de que “el Feed-In-Tariff (el sistema de primas) es bueno al principio, pero cuando las tecnologías maduran y alcanzan un cierto nivel de penetración hay que dejar que compitan solas en el mercado”. Probablemente pensaba en el aerogenerador de Vestas que sigue girando al viento fuera del Bella Center.

Más información:
http://en.cop15.dk
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