Como las tres icónicas carabelas que componían la expedición de Colón para alcanzar las Indias en el S. XV, en la actualidad y, en mi caso, tras un año intenso de inmersión profesional en el mundo del almacenamiento energético, reuniéndome con numerosas empresas nacionales e internacionales, con grandes expertos de esta tecnología, y tras haber estudiado mucho, no tengo la más mínima duda sobre los tres principales vectores (las tres carabelas) que marcan la travesía del almacenamiento: la Inversión, la Seguridad y la Degradación. Sin estos pilares esenciales, no podremos alcanzar ese “nuevo mundo” energético sostenible y confiable.
El CapEx, como viento en las velas, es esencial para impulsar el avance y la adopción masiva del almacenamiento. La capacidad de un sistema para proporcionar un retorno de inversión sólida es crítica. Los avances tecnológicos han reducido significativamente estos costos en los últimos años (desde 2015 esta tecnología ha reducido su coste en un 85%), y ahora inversores, reguladores y promotores se centran cada vez más en la búsqueda de garantías para que la inversión genere ganancias sostenibles y significativas. Por lo que las tecnologías innovadoras, los modelos de negocio flexibles y las políticas de apoyo son el timón que nos guía hacia la mejora de la rentabilidad y la aceleración de la adopción del almacenamiento energético a nivel global.
Predecir el futuro CapEx de las baterías no es sencillo. Pero hay margen todavía de reducción del coste. En el caso de la tecnología de ion de litio, el coste de la celda puede ser aproximadamente el 35% del coste total de un sistema de almacenamiento estacionario. Y también hay margen de mejora en el coste de distribución, instalación y en el desarrollo del proyecto, que alcanza el 25% del coste total, aunque estos costes son altamente dependientes del emplazamiento, por lo que pueden variar significativamente entre unos proyectos y otros.
Hay mucha presión en lo que se refiere a la reducción de costes, y esto puede llevar a comprometer, entre otros aspectos, la calidad en los procesos de fabricación, lo que a su vez puede comprometer la seguridad y confiabilidad del sistema en su conjunto. La seguridad, como el faro que ilumina para dar certeza, es clave. Desde la fabricación hasta la operación y el mantenimiento, es crucial implementar protocolos de seguridad y control robustos.
La seguridad es una prioridad crítica, imperativa, en todas las etapas. Dado el potencial inherente de estos sistemas para almacenar grandes cantidades de energía en diversas formas (química, mecánica o térmica), los riesgos asociados a la seguridad son significativos y no deben subestimarse. Hay que disminuirlos al máximo.
En cuanto a la degradación, como las olas en constante movimiento, es un proceso gradual que afecta a la capacidad y eficiencia de las baterías y sus componentes con el uso y el paso del tiempo. A medida que una batería se descarga y carga cíclicamente, sus materiales activos se degradan, lo que resulta en una disminución de su capacidad para almacenar y generar energía. Para garantizar esa longevidad y un rendimiento óptimo, se requiere un enfoque holístico que incluya monitoreo a tiempo real de parámetros como la temperatura, la tensión, la frecuencia, intensidad, estado de carga, etc.
Hay parámetros clave que contribuyen a la degradación, que son decisivos e indicativos de cómo se va a comportar la batería y que deben tenerse en cuenta para comprender la calidad de estos sistemas de almacenamiento. Algunos a destacar son (1) los ciclos de carga y descarga (2) la temperatura, (3) la profundidad de descarga, (4) el estado de salud (SoH), (5) Round Trip Efficiency (RTE), (6) C–Rate, etc.
La rentabilidad, la seguridad y la degradación son los pilares del almacenamiento. Abordar con determinación y visión de futuro estos aspectos, nos hace avanzar hacia ese “nuevo mundo” de energía limpia y sostenible, pavimentando el camino hacia un futuro donde la energía gestionable esté verdaderamente al alcance de todos.
