jorge gonzález cortés

Razones para creer

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Vivimos tiempos de incertidumbre en la economía mundial. Los países más afectados por la pandemia están desbordados y es momento de reflexionar sobre cómo va a ser el mundo después del final del confinamiento, cómo vamos a llevar a cabo los proyectos con mayor o menor maduración, que persiguen cumplir los objetivos tan ambiciosos de descarbonización que nos hemos propuesto en Europa. Ocurra lo que ocurra con nuestra economía, España no va a dejar de ser el país con la mayor radiación de Europa y no debemos dejar de aprovechar esta circunstancia. Los precios del gas y del petróleo, excepcionalmente bajos en la coyuntura actual, no podrán mantenerse durante mucho tiempo, lo que mantendrá la competitividad de las renovables en comparación a las otras tecnologías.

El mercado diario está cotizando en España y Portugal por debajo de los 30€ MWh pero también es cierto que la demanda, con datos de REE, ha descendido durante el estado de alarma un 8%. Y deberá subir en el momento en el que se reactive la economía y los combustibles fósiles vuelvan a sus niveles habituales. Es difícil predecir cómo van a sobrevivir las empresas en esta crisis sin precedentes, máxime cuando las medidas del gobierno están cargando la mayor parte del esfuerzo en la banca y en las empresas que tienen que ver cómo sin ingresos, tienen que mantener a sus trabajadores con recursos muy limitados. Reconstruir nuestro tejido empresarial y devolver la demanda de energía a niveles anteriores a la pandemia, va a ser francamente difícil.

En este contexto no me resisto a retomar el debate sobre los contratos de venta de energía a largo plazo, los que se han cerrado ya y los que están en periodo de negociación en este momento. Las incógnitas que todo promotor de renovables se plantea pueden resumirse en las siguientes:

• ¿Tiene sentido firmar un PPA?
Desde el punto de vista del promotor está claro que es una exigencia del financiador para poder conceder crédito. Es cierto que la evolución del mercado ha hecho que los requerimientos de los bancos se relajen y que estos han trabajado en fórmulas más flexibles para otorgar la necesaria financiación, pero también es cierto que hemos arrastrado cierta inercia en la que seguíamos con un ojo puesto en los sistemas de Feed-in tariff pero le hemos cambiado el nombre por el de PPA.

Dado el comportamiento del mercado de futuros, que hace meses cotizaba por encima de 50€ MWh y hoy está por debajo de los 40€ para el año que viene, no parece que los off taker o compradores de esa energía estén en situación de ventaja respecto a sus competidores. Además, las cámaras de compensación como EEX, OMIP o MEFF por citar algunas, ya han desarrollado productos a largo plazo cuya estructura es menos rígida y, en mi opinión, ofrece suficientes garantías de cumplimiento de todas las partes.

Creo que asumir el riesgo del mercado y hacer por parte de los agentes de mercado una gestión más activa de la energía puede asegurar, especialmente en los primeros años de financiación, unos mayores ingresos. Si algo hemos aprendido de esta crisis, es que el mañana es realmente impredecible.

• ¿Bajará el precio de la energía en el futuro?
La respuesta no puede ser más clara: Nadie lo sabe. Pero eso no quiere decir que no debamos hacer proyecciones sobre lo que creemos que puede pasar para poder observar después el desvío entre lo que creíamos que iba a pasar y lo que veamos que realmente habrá pasado.

Cierto es que asumimos que una gran implantación de renovables, especialmente de fotovoltaica, en un sistema eléctrico como el nuestro hará que el coeficiente de apuntamiento de la solar sea negativo, pero también hay razones para pensar que el precio de la energía se mantendrá en niveles parecidos a los actuales.

No olvidemos que los planes del gobierno buscan la descarbonización pero también el abaratamiento de la energía en el mercado para hacer más competitivas a las empresas y para que los ciudadanos puedan disfrutar de las virtudes de las renovables que, recordemos, evitan emisiones de gases contaminantes y, la importación de combustibles fósiles, con la consiguiente reducción de nuestra dependencia energética y mejoran nuestra balanza de pagos. Además, generan empleo de calidad.

Pero entre los planes de los inversores, de los que arriesgan su dinero en la economía verde, está no solo el de invertir de forma ética, también obtener una rentabilidad apropiada. No podemos pedir el esfuerzo de inversión a bancos y fondos buscando el altruismo de quien asume los riesgos. La generación térmica, principalmente basada en gas, la nuclear y la internalización de los costes ambientales y del CO2 en la generación de energía, probablemente hagan que los precios no caigan estrepitosamente. Si la tasa de retorno de la inversión no es lo suficientemente atractiva, el dinero buscará otros sectores donde invertir. Sería irónico pensar que en el futuro volveremos a los sistemas de incentivos a las renovables para atraer de nuevo a los inversores en un contexto de precios tan bajos de la energía que hagan imposible el retorno de la inversión.

• ¿Bajarán los EPC?
Durante la vigencia de los sistemas de apoyo a las renovables ocurrió en todos los mercados que los costes de construcción de las plantas de generación fueron bajando paulatinamente, pero no solo se debió al recorrido de la curva de aprendizaje. También fue descendiendo a medida que lo hacían los mecanismos de apoyo en función de la TIR que esperaban los promotores e inversores. Era evidente que si el retorno de la inversión no era atractivo, no había desarrollo y, por tanto, desaparecía la oportunidad también para el “Epecista”. Podemos extrapolar a la situación de las renovables en la actualidad este razonamiento, pero no hasta el infinito, naturalmente.

• ¿Cambiará la regulación?
La mejor noticia respecto a la regulación es que el cumplimiento de unos planes de desarrollo de renovables ya no depende del gobierno de turno en España, sino que es Europa la que persigue en conjunto la descarbonización de la economía, la independencia energética y el acceso fácil de los ciudadanos de la Unión a la energía verde y, por tanto, debemos pensar en que la estabilidad ha llegado para mantenerse durante muchos años quedarse.

• ¿Qué nos depara el futuro entonces?
Estamos en un mercado en constante evolución en el que no solo vamos a implementar de forma masiva la generación renovable, también vamos a reducir la presencia de las tecnologías térmicas y nuclear en el mix europeo, vamos a desarrollar el autoconsumo y, por supuesto, el almacenamiento tanto a nivel utility como a nivel  doméstico, incluido el vehículo eléctrico. Son muchos cambios simultáneos en un horizonte temporal relativamente corto y estamos muy lejos de la estabilidad. Lo único claro es que las energías limpias van a dominar la generación en las próximas décadas y que el ciudadano va a tener la oportunidad, si así lo desea, de ser protagonista del sistema eléctrico del futuro.

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