javier garcía breva

Autoconsumo: entre la burbuja fotovoltaica y los fondos de inversión

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Las operaciones de compra venta de activos de energías renovables en el último año se han disparado en España hasta los 30.000 millones de euros; más de 12.000 millones corresponden a energía solar fotovoltaica. España lidera en la Unión Europea los proyectos de inversión a gran escala en hidrógeno renovable y suma la mitad de los 228 anunciados. Así mismo, lidera en Europa las instalaciones fotovoltaicas de mayor potencia, grandes plantas entre 300 MW y 500 MW.


Esta euforia inversora está protagonizada en su mayor parte por fondos de inversión extranjeros cuyo apetito inversor se vincula directamente a la rentabilidad del dividendo antes que a la sostenibilidad, económica y ambiental, del modelo energético.


La fotovoltaica en 2020 superó el récord de 2008 de nueva potencia instalada con 3.256 MW.  623 MW fue la nueva potencia de autoconsumo (APPA). Actualmente hay 97,9 GW de solar fotovoltaica con permiso de acceso, 15,3 GW en tramitación y 10,4 GW conectados (REE), por lo que el sistema eléctrico podría contar con 123 GW de potencia solar fotovoltaica cuando la previsión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) son 39 GW en 2030”.
 
La desproporción entre renovable centralizada y distribuida
Si solo una décima parte de la nueva potencia renovable se corresponde con instalaciones de autoconsumo, la desproporción entre las instalaciones centralizadas a gran escala y las de fotovoltaica distribuida o autoconsumo será tan gigantesca que provocará elevados costes en inversiones y déficits para el sistema eléctrico, pérdidas e ineficiencia energética que pagarán los consumidores y un desequilibrio territorial semejante al creado por la generación centralizada convencional al interponer cientos de kilómetros de distancia entre los centros de generación y los de consumo, con un gran coste ambiental.


Llenar el territorio de grandes plantas fotovoltaicas conectadas a la red no vinculadas a centros de consuno es contrario al Reglamento (UE) 2018/1999, sobre la gobernanza de la Unión de la Energía y la Acción por el Clima, que somete la inversión energética al principio de “primero, la eficiencia energética”, por el que en el procedimiento para autorizar nuevas instalaciones se deberán tener en cuenta previamente alternativas de eficiencia energética y de gestión de la demanda.


Si la demanda eléctrica lleva años estancada, y la previsión es que no aumente más de un 0,5% al año, el sistema eléctrico camina hacia una sobrecapacidad insostenible.
 
¿Qué significa liderar en Europa los parques fotovoltaicos más grandes?
En 2008 la burbuja fotovoltaica se alimentó con el RD 436/2004, aprobado el 12 de marzo por el gobierno de José María Aznar, que elevó las primas sin flexibilidad por objetivos y permitió fragmentar las instalaciones para cobrar la prima más alta, convirtiendo la fotovoltaica en un producto financiero atractivo para los bancos.


La espectacular reducción de sus costes ha convertido la fotovoltaica en 2020 en la primera y más barata inversión energética del mundo. Todos los que denostaron y paralizaron la tecnología fotovoltaica, hasta defender el impuesto al sol, son ahora los primeros inversores en las plantas fotovoltaicas más grandes de Europa porque es más rentable que invertir en carbón, gas, petróleo o nuclear y les da la rentabilidad que exigen sus accionistas extranjeros.


La reflexión pendiente sigue siendo qué modelo de renovables necesitamos. La prioridad del modelo energético convencional ha sido asegurar los ingresos suficientes a las eléctricas para rentabilizar las inversiones en generación centralizada y retribuir a sus accionistas a través de una regulación que incentiva el consumo y la mayor facturación.

Las renovables aportan flexibilidad al sistema energético y la fotovoltaica es la energía más flexible de todas, lo que le permite adaptar o desplazar la demanda en cada momento a través de la generación distribuida. La rentabilidad ya no depende de los ingresos del sistema sino de acumular la mayor capacidad flexible para ajustar la oferta y la demanda en tiempo real. La rentabilidad depende ahora de la capacidad de gestionar la demanda.


La depreciación de los activos fósiles y nucleares refleja la crisis del modelo energético centralizado que necesita aumentos constantes de la oferta y la demanda de energía y mercados cautivos. La maduración de las tecnologías de generación distribuida y de eficiencia energética ha hecho que la transformación energética más importante se esté produciendo en la gestión de la demanda y en el cambio del papel del consumidor como cliente activo.


Seguir haciendo más grande el mix energético centralizado con grandes instalaciones renovables y relegar la generación distribuida, como ocurre en el PNIEC, en la regulación de las subastas y de acceso y conexión, es mantener un modelo energético que prioriza el dividendo a través de la extracción de rentas de los consumidores, con precios elevados de la energía y la penalización del ahorro, levantando barreras a un modelo inclusivo que abra la competencia a millones de autogeneradores.
 
El autoconsumo con almacenamiento reducirá la demanda de energía primaria
En el mundo existe un reducido club de países que han superado los dos millones de hogares con autoconsumo fotovoltaico en los tejados. A EEUU, Japón y Alemania se suman Australia, que ha superado los 13 GW de capacidad acumulada en azoteas y Vietnam con 7,4 GW.


El autoconsumo en los tejados va a crecer rápidamente debido a que el almacenamiento en media y baja tensión, y detrás del contador, ha reducido sus costes permitiendo su integración con la recarga del vehículo eléctrico en edificios, viviendas y aparcamientos.


El progreso de la competitividad del almacenamiento distribuido hace que sea más barato que un vehículo eléctrico funcione con la energía solar generada en el tejado que con combustibles fósiles. El almacenamiento local determinará el futuro de las eléctricas, ya que afectará al comportamiento de la demanda y hará innecesaria la energía de respaldo. Las baterías de ion litio serán más eficientes en el equilibrio de la oferta y demanda eléctrica, ahorrando costes y aportando eficiencia a la red. 


La mitad de la capacidad de almacenamiento provendrá de los hogares, edificios y las empresas que buscan controlar su consumo de energía, lo que alterará los modelos de negocio tradicionales por la mayor capacidad de energía flexible. La interacción inteligente entre el autoconsumo, el almacenamiento y la recarga de vehículos eléctricos en los edificios determinará el éxito de la electrificación y la descarbonización.
 
El autoconsumo no tiene límites
Los modelos de negocio energético del futuro son los que desarrollan los recursos energéticos distribuidos, como autoconsumo, almacenamiento local, microrredes, comunidades ciudadanas de energías renovables, edificios conectados de consumo nulo de energía, vehículos eléctricos, contadores y aplicaciones inteligentes para la gestión de la demanda y la agregación independiente.


Para desarrollarlos es necesario equilibrar el mix con objetivos de generación distribuida y mercados de capacidad flexible con nuevos actores.


La generación distribuida es la solución a los problemas de seguridad energética que plantea el modelo centralizado cuando aparecen los fenómenos climáticos extremos, la variabilidad en los precios y suministro de los combustibles fósiles o la inestabilidad de la red eléctrica ante el comportamiento de la demanda.


La generación distribuida es la que mejor garantiza al consumidor una energía limpia y barata al darle el control de la gestión de su demanda, a la vez que mejora el equilibrio y la eficiencia de la red eléctrica al desplazar la demanda a los momentos de mayor generación renovable. Esos beneficios repercuten en ahorros de costes e inversiones del sistema eléctrico.


Así como la generación centralizada ha desequilibrado el territorio y elevado los costes y precios de la energía al distanciar la generación del consumo, la proximidad de la generación distribuida de Km 0 permite la mayor eficiencia, el precio más barato de la luz y un mayor respeto al medio ambiente al equilibrar energía y territorio a través de la proximidad y el desarrollo local por el mayor grado de electrificación de la demanda.


Todas estas ventajas llevan a la doble conclusión de que lo que se necesita es más generación distribuida y de que el autoconsumo no tiene límites.


En el modelo 100% renovables para España en 2050, la Universidad de Stanford propone 100 GW de solar fotovoltaica de los que 36,4 GW serán en tejados, 39,7 GW de autoconsumo residencial y 33,5 GW en grandes plantas fotovoltaicas.


En su informe Renovables 2050, Greenpeace calculó el potencial de la fotovoltaica integrada en la edificación en 494,5 GW, suficiente para cubrir el 203% de la demanda eléctrica nacional en 2050.


Este potencial lo confirma el último informe de la CNMC sobre el mercado minorista de electricidad en el que se destaca que gracias a la regulación del autoconsumo del RD 15/2018 y del RD 244/2019, entre marzo y agosto de 2020 el autoconsumo fotovoltaico con compensación de excedentes se multiplicó 14 veces (de 4,7 MW a 68,3 MW) y el autoconsumo fotovoltaico en todas sus modalidades lo hizo 4,4 veces (de 22 MW a 98 MW).

El enorme crecimiento del autoconsumo en plena pandemia debería ser un punto de partida.
 
Lo que falta para desarrollar el potencial del autoconsumo
Si en la planificación no se fijan objetivos al autoconsumo y todo es energía centralizada o si la electrificación de la demanda se confunde con conectar a la red todos los usos de la energía, estaremos manteniendo el mismo modelo energético de los últimos cincuenta años, aunque tengamos un parque de renovables de más de 110 GW. Sin análisis de la demanda ni objetivos de flexibilidad energética el modelo seguirá siendo caro, ineficiente, sobredimensionado y deficitario.


El auténtico valor del autoconsumo es que es ahorro de energía. Toda la energía autoconsumida es energía que se ahorra al sistema y a la red. El autoconsumo no tiene sentido como negocio ni como actividad especulativa sino como ahorro al sistema eléctrico y beneficio para los consumidores.


El reto más importante de la descarbonización no debería ser instalar 59 GW de renovables sino cómo aproximar la generación al consumo y alcanzar la más alta eficiencia energética. Para ello habrá que incluir la generación distribuida y el autoconsumo en el mix para 2030, junto con una iniciativa dirigida al autoconsumo con almacenamiento en los tejados mediante comunidades de energías renovables, infraestructuras de recarga en todos los edificios y aparcamientos, contadores inteligentes al servicio de los consumidores para ahorrar energía y agregadores independientes para que los clientes activos participen en los mercados energéticos.


Se necesita una regulación eléctrica que incentive el ahorro de energía, facilite las funciones de eficiencia de los contadores inteligentes y un cambio en la gestión de las redes de distribución en media y baja tensión.


El Código Técnico de la Edificación y las ordenanzas de los ayuntamientos deben incluir la alta eficiencia energética y el desarrollo de los recursos energéticos distribuidos en la ordenación del territorio y en las licencias urbanísticas.


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