Como los alumnos que sólo estudian en los días previos a los exámenes, el Ministerio de Industria, coincidiendo con el anuncio de elecciones generales en noviembre, pretende hacer en este verano lo que no hizo en diciembre. El Plan de Ahorro y Eficiencia
Energética 2011-2020 (PAEE) se aprobó en Consejo de Ministros el 29 de julio, el mismo día del anuncio electoral; pocos días antes salió a información pública el Plan de Energías Renovables 2011-2020 (PER). ¿A dos meses de las elecciones van a demostrar
que creen en todo lo que no han hecho cuando podían y debían hacerlo?
La improvisación es de tal calibre que el PAEE 2011-2020 se ha aprobado sin financiación, ya que los apoyos públicos de casi 4.000 Me los han de poner las eléctricas, que precisamente han recurrido y ganado ante el Tribunal Supremo la financiación del ahorro de energía vía tarifa eléctrica. ¿Qué garantía hay de que las eléctricas no van a recurrir ahora? Pero no hay problema ya que el PAEE se basa en la apreciación de que España ya ha alcanzado en 2010 los objetivos europeos de ahorro fijados para 2016. La misma complacencia se da en el borrador del PER que retrasa la competitividad de las renovables para la próxima década, justificando así su frenazo en los objetivos hasta 2020 y la ausencia de regulación hasta 2012.
Sin embargo hay un hecho significativo en los planes de ahorro y renovables que merece destacarse, como son las perspectivas de empleo. En el PER se establece una previsión en 2020 de 287.513 empleos vinculados a las renovables con una inversión privada de 62.000 Me. En el PAEE la previsión es que el sector de los servicios energéticos se va a multiplicar por tres y su impacto directo será de 400.000 empleos y el indirecto de 1 millón de empleos con una inversión privada de 46.000 Me. Todo esto con un matiz relevante y es que ambos planes tienen un coste presupuestario igual a cero, es decir, que todos estos nuevos empleos se crearían sin aumentar el déficit público.
En la actual situación de desaceleración de la economía nacional, el hecho de que se reconozca oficialmente lo que muchos llevamos diciendo desde más de cuatro años, que el sector de la economía verde es el mayor yacimiento de empleo, es una magnífica noticia; pero que ese reconocimiento llegue tan tarde y sin ninguna explicación oficial lo hace inoperante a la vez que expresa la gran contradicción de la política energética de estos últimos años: ¿Si tenemos la tasa de paro más alta de la historia, por qué se han retrasado y recortado las políticas y objetivos en el sector de la economía donde se reconoce que existe el mayor potencial de empleo? ¿Si se dice en estos planes que hemos avanzado tan rápidamente en el ahorro de energía y en renovables, por qué se frenan sus
objetivos y se mantiene la incertidumbre regulatoria? ¿Si para que crezca la economía
se necesita crear empleo sin aumentar el déficit, por qué estos planes no se han aprobado antes ni han sido prioritarios en toda la legislatura?
El error es mantener como prioridad la defensa del actual mix energético en todos estos planes, porque un sistema energético basado en los combustibles fósiles y la energía nuclear es insostenible a medio plazo, excepto para los especuladores. Por el contrario, el crecimiento económico necesita una estrategia energética distinta. El empleo y el crecimiento están en el ahorro de energía y en las renovables. Y esta es la clave que permanece oculta en los nuevos textos del PAEE y del PER; pero parece que sigue sin ser una prioridad cuando sólo son documentos indicativos y sin fuerza normativa y cuando aun reconociendo ser una fuente de más de un millón de empleos carecen de toda ambición. En cualquier caso, a buenas horas mangas verdes.
