Actualmente, se vislumbra la posibilidad de dar un segundo paso significativo en la misma cuenca mediterránea, pero en su parte más occidental, específicamente en áreas dedicadas al cultivo del olivo, en Andalucía. Este avance consistiría en demostrar de manera fehaciente y financiable, que la tierra de cultivo puede proporcionar, además de alimentos –en este caso aceite–, electricidad, agua y abono natural.
Asimismo, mediante estudios y experimentación posterior, será posible desarrollar ecosistemas que controlen biológicamente las plagas, evitando el uso de productos químicos. Una agricultura así sería autosuficiente, tendría menor riesgo económico, y ahorraría la necesidad de las fábricas de abonos, transportes y otros que usan derivados del petróleo. La maquinaria agrícola empleada, incluidos los tractores, sería eléctrica. Se utilizaría su sistema de balsas, bombeo de pozos y baterías de los vehículos, para hacer gestión de la demanda y regular su propia producción fotovoltaica.
La propuesta, que ya apunté hace cuatro años, consiste fundamentalmente en hacer una reconversión del llamado Olivar Tradicional (OT) en lo que yo llamaría “Agrivoltaica Complementaria de Suelo”(ACS).
En esta se usaría la ACS para el cultivo de herbáceas que, debidamente tratadas, servirían para la producción in situ de abono. Este se utilizaría en los olivos adyacentes, vendiendo los excedentes a otros. Para ello, se arrancarían los olivos actuales y los nuevos se plantarían en hileras en seto como se hace actualmente en el Superintensivo (OS), pero ahora estas estarían orientadas en dirección N-S y separadas suficientemente para emplear el espacio intermedio para instalar placas fotovoltaicas en suelo. Debajo de estas se cultivarían plantas herbáceas que, convenientemente tratadas servirían para el abonado del olivar. Las placas fotovoltaicas se plegarían como alas de mariposa para facilitar: tanto el laboreo del cultivo herbáceo como su tratamiento posterior.
Los excedentes eléctricos del autoconsumo serían intercambiados por agua con empresas dedicadas a desalación con bombeo en régimen de maquila –electricidad por agua– para asegurar un suministro seguro, incluso con sequía.
¿Por qué y cómo surgiría esta revolución precisamente en estas latitudes?
Hay varias razones:
1. El compromiso de España en contener el cambio climático.
2. Contar con gran cantidad de superficie de olivar (OT), necesitada de reconversión.
3. Poder tener acceso a agua desalada.
4. La robustez económica del aceite de oliva por su gran valor gastronómico y cardiosaludable.
5. El alto nivel de irradiación anual en estas latitudes.
La primera razón: la lucha contra el cambio climático en nuestro país hasta ahora ha sido una realidad pero, como dice Rodríguez-Pose, la transición ecológica es una maratón. Ahora necesitamos el apoyo social del mundo rural, que se está debilitando por dos motivos.
El más importante concierne al cambio injusto del uso de la tierra de cultivo a usos energéticos.
En particular del olivar, que es la fuente de manutención del ecosistema que alimenta el medio rural en los pueblos olivareros andaluces. El paso a ACS elevaría grandemente el valor añadido generado por la tierra, esto a pesar de requerir más empleo, mayor continuidad en la ocupación y superior cualificación. Este aumento de productividad sería un atractor de negocios y población con el consiguiente efecto multiplicador en la dotación de servicios. Esto revertiría e incluso cambiaría el signo de la despoblación.
El otro motivo se presenta como un atentado al paisaje. Entiendo que en ocasiones esta crítica responde a intereses de otro tipo más que a fundamentos, ya que el paisaje del OT plantado en su mayoría en el siglo XX y mediados del XIX, surgió por la necesidad de una recolección manual, árbol por árbol, con pequeños mantos de recogida. Esto llevó a plantar tres o cuatro troncos en un mismo punto, creando superficies de unos 100 m2 por olivo, lo cual deja mucho terreno improductivo y provoca gran erosión de tierra fértil.
La sociedad en general dejará de prestar atención a este argumento pues la eficiencia de la ACS que evita evotranspiración, erosión y mejor aprovechamiento del terreno hará que el nuevo paisaje se perciba de forma gratificante y adaptado a los tiempos, quedando el otro como de épocas pasadas.
Quiero señalar dos hechos relevantes que se han producido recientemente en relación con la agrivoltaica. El primero es el anuncio por parte de la vicepresidenta Aagesen de que REE tiene proyectado construir un doble circuito entre Baza y Manzanares de 400 kV con subestación en Úbeda. Esto permitirá la evacuación de varios GW de potencia.
El otro hecho se refiere a una reciente jornada de UNEF sobre agrivoltaica en Sevilla con amplia participación de universidades y agentes sociales, donde estuvieron presentes los consejeros responsables de energía y agricultura de la Junta de Andalucía junto al secretario de Estado de Energía.
La segunda: la necesidad de reconversión del OT es un tema antiguo y recurrente. Esta se ha realizado ya en un mínimo porcentaje a cultivo en intensivo (OI) o superintensivo (OS). Pero la pérdida de los ingresos de varias cosechas y la externalización del trabajo realzado por el propio agricultor ha sido un freno a dicha transformación. Esto hace que aún queden cerca de dos millones de hectáreas sin reconvertir. Los inmediatos flujos de caja que proporcionaría la fotovoltaica facilitarían la reconversión.
La tercera: La mayor parte del OT andaluz se encuentra en el valle del Guadalquivir o sus afluentes. Este conjunto tiene la forma de una gran bañera con bordes muy cercanos al mar. Esto hace que, si se vierte agua desalada en ella, puede ser recogida en embalses y posteriormente ser utilizada para riego. El coste energético de este transporte puede ser compensado por el mayor valor de la electricidad obtenida en la desalación con bombeo. Los contratos (PPA) a los que anteriormente aludí, tratarían de asegurar una cantidad de agua complementaria a la de lluvia natural y un seguro contra sequías.
Cuarta y quinta: Estas cualidades de la zona y del cultivo son muy bien conocidas por lo que creo innecesario ponderarlas ahora.
Acabamos de iniciar una época convulsa, donde ha surgido un nuevo imperio global y el existente no se deja desplazar. Por otra parte, el calentamiento global está alterando el clima e irá a más. Asegurar electricidad, agua y alimentación deben de ser prioridades estratégicas que las renovables nos pueden ayudan a producir in situ. Nos falta fabricar las placas fotovoltaicas de forma competitiva… pero esa es otra historia por la que pelear.