erika martínez

Interconexiones

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Interconexiones

A día de hoy se sabe lo que ha pasado, pero no el por qué. Espero que cuando este artículo se publique, tengamos una respuesta más o menos clara, o por lo menos oficial, de lo que ha pasado. Por ahora, parece que las conexiones han sido clave. Es más, cuanto más tiempo pasa, más interconexiones salen a la luz. Y no me refiero
sólo a las eléctricas.

Porque esto no es únicamente un debate técnico. Nunca lo es. El sector energético no es inmune a las batallas ideológicas que se libran a nivel macro, y quedarnos a oscuras no ha hecho más que abrir grietas por las que se están colando debates más o menos deseables y muchos, conectados entre sí: el negacionismo climático y el cuestionamiento de las renovables; el interés común frente a los beneficios económicos; la ética y la filosofía frente a la tecnocracia; la seguridad basada en control y tecnología “anti-okupas” o en redes de cuidados y servicios básicos garantizados; o los impuestos frente a la caridad y la beneficiencia que alimenta egos multimillonarios.

Un tema candente que ha aprovechado para salir a la palestra sin ningún tipo de complejo ni miramiento, aprovechando la confusión y el shock social, es la energía nuclear. Hoy, uno de los principales diarios económicos del país (cuyo nombre rima con extensión) lleva en portada el siguiente titular: “la nuclear es la solución para la energía sostenible de la UE”. No voy a perder tiempo es argumentar por qué digo no a esto: no, no y mil veces no. Pero aquí os dejo otra conexión: os animo a leer el libro “Pescar el Salmón”, de Yago Álvarez Barba, para entender narrativas, trucos para manipularnos y la relación entre medios de comunicación y poder económico con nombres y apellidos.

Volviendo a las reflexiones, hay algunas que han asomado tímidamente, casi como levantando la mano para poder hablar. Como no quiero esperar a otra situación extre ma para que se abra de una vez el socavón que parece necesario para que estos temas entren de lleno en el marco de debate, aquí dejo un par de reflexiones.

El 28 de abril todas nos sentimos más o menos vulnerables durante unas horas. Espero que de ese sentimiento nazca más empatía hacia quienes sufren este problema en mayor grado. Porque, si tenemos en cuenta las cifras de pobreza energética en nuestro país, es muy posible que algunas de esas vecinas o compañeras de trabajo con las que compartiste radio a pilas o comida, ese autónomo que te fio porque no tenías efectivo o las personas con las que te quedaste tirada en el transporte público vivan situaciones complicadas.

Si esto nos ha recordado lo vital que es para el conjunto de la sociedad la energía, ¿no es hora ya de que exijamos que sea un derecho para todas?

Si lo primero que hemos hecho cuando nos hemos sentido vulnerables ha sido acudir al colectivo para protegernos, compartir y generar recursos, buscar soluciones (a la falta de electricidad y todas sus derivadas) y además vemos que ha funcionado, ¿no nos sirve esto para darnos cuenta del potencial y lo necesario de lo comunitario? ¿Y si, al igual que exigimos responsabilidades, también luchamos por tener un rol más importante y decisivo?

Amigas, creasteis pequeñas comunidades energéticas efímeras que funcionaron. Y lo hicisteis en una situación de crisis y sin apenas conocimientos sobre el sector. Imaginad lo que podríais hacer con tiempo, calma, recursos y formación.

Por cierto, entre velas y hornillos de gas, ¿alguien más ha pensado que el problema de fondo y la conexión más fuerte de todas es que vivimos en una sociedad dopada energéticamente hablando, que en realidad todas lo sabemos, pero preferimos no verlo y que es precisamente esto lo que está alimentando a la bestia?

La pregunta es totalmente retórica porque sé que la respuesta es un sí. Por lo tanto, sabemos sobre lo que tenemos que hablar, aunque nos cueste y, juntas, vamos experimentando e implantando soluciones; a veces de manera planificada; otras, a trompicones y obligadas por las circunstancias. Pero ahí vamos.

Ya os digo yo que del apagón no saldremos mejores, pero tal vez tampoco lo necesitemos.

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