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Manuel de Delás, Secretario General de APPA

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Esta entrevista, publicada en el numero 12 de ER en papel, Manuel de Delàs explica porqué es imprescindible que se mantenga una política de Estado a favor de las fuentes renovables. Fue realizada pocos días antes de que el Gobierno decidiera, en diciembre pasado, rebajar los incentivos a la energía eólica, pero mantiene toda su vigencia. ¿Existe temor ante la revisión de las primas?
Estamos realmente preocupados por la modificación del Real Decreto que determina la retribución a la energía verde. En función de lo que se decida puede haber o no un parón. Estamos ante un punto de inflexión claro donde España debe decidir si continua con la política de estado de fomento de las energías renovables que tiene desde el año 80 o, si por el contrario, aprovechando la modificación del decreto, esa tendencia se quiebra. Está por ver si se mantiene esa política de Estado, esperemos que sí.

¿Y si es que no?
Sería una auténtica barbaridad no sólo desde el punto de vista ambiental sino en el terreno de la autonomía energética. En la Unión Europea la media de autoabastecimiento es, más o menos, del 50%, mientras que en España es de un 30%. Si no se fomentan las renovables la dependencia del exterior podría pasar de un 70 a un 83%, lo que sería como estar sentados encima de un barril de pólvora.

Pues el Secretario de Estado de la Energía acaba de hacer unas declaraciones en las que deja la puerta abierta a la supresión de las primas
La existencia de incentivos a las renovables, aprobados en su momento por la totalidad de las fuerzas políticas representadas en el Parlamento, se justifica con la reducción de la dependencia exterior y la protección del medio ambiente. Estos incentivos suponen una compensación por los daños ambientales evitados respecto a la generación de electricidad de fuentes convencionales y son justos en tanto en cuanto las energías convencionales no internalicen los daños ambientales causados. Asimismo, tienen razón de ser mientras las energías convencionales sigan recibiendo subvenciones directas o indirectas.
Por otra parte, sólo el anuncio del responsable gubernamental de la política energética de plantearse esta posibilidad supone un duro golpe a la confianza de todos los agentes sociales y económicos implicados en el sector de las energías renovables.
En su opinión, ¿existe voluntad política para que funcionen las renovables?


Yo creo que sí. Lo que sucede es que esa voluntad política del Parlamento y del Gobierno luego se diluye en los despachos cuando por ejemplo vas a pedir un permiso. Lo que solicitamos es que esa voluntad política impregne continuamente a los niveles más bajos y medios de la Administración, que son los que al final organizan toda la burocracia, las autorizaciones, etc.

¿Cuál es la posición de la Comisión Nacional de la Energía sobre las compensaciones?
Un titular desgraciado de un periódico dijo que quería suprimir la prima a la eólica, lo cual nos desmintió la propia Comisión Nacional de la Energía. Ese punto está claro. Lo que pretende es hacer eficiente el sistema y esto se puede entender de muchas maneras. Que sea eficiente, en eso estamos todos de acuerdo, pero en hacerlo viable económicamente no. ¿Dónde está el grado de baratura de la energía necesaria para hacer eficiente el sistema? Ahí está el problema. Ellos, tal vez acostumbrados a otras economías de escala, entienden que las primas tienen que ser un asunto continuamente sometido a la vigilancia de la propia comisión; pero un negocio como éste donde no se pone un solo duro público, donde todo el capital es privado, requiere una estabilidad muy grande de dinero, plazos y tiempo para dar confianza a las instituciones financieras. De lo contrario un banco no financia una instalación que empieza a dar beneficios para el accionista al cabo de diez años. Esa estabilidad es absolutamente necesaria.

¿Cuál es la estrategia de APPA?
Estamos haciendo estudios económicos y energéticos para poner de manifiesto algo que está muy claro. El negocio de la eólica, desgraciadamente las otras renovables no avanzan como ella, es una inversión a muy largo plazo y al capital no le puedes cambiar las reglas continuamente porque entonces la iniciativa privada se va a ir del negocio. Además, la rentabilidad va descendiendo progresivamente porque están subiendo mucho los costes de conexión, las máquinas, etc. Esta es la idea que intentamos trasladar al ánimo de las autoridades. En nuestra opinión, el nuevo Real Decreto debe mantener, incluso mejorar, la situación actual desde un punto de vista económico. Si no el sector se va a desintegrar.

Detrás de todo está el Plan de Fomento, que en el 2010 el 12% de la energía sea renovable. ¿Se cumplirá este objetivo?
Cada vez estamos más lejos. De las cuatro energías renovables la eólica es la única que está cumpliendo y con alarmantes signos de desaceleración. No se hacen centrales hidráulicas, no se hacen planes de biomasa y eso que la cuota asignada es del 70%, y la solar no aporta excesiva potencia al sistema. De manera que el Plan de Fomento no se está cumpliendo. Así de claro. Además, el incumplimiento por falta de instalaciones se está agravando por el enorme incremento de la demanda eléctrica. Cuando la base sobre la que se debe conseguir ese 12% aumenta enloquecidamente en los últimos años el objetivo es más difícil. Es decir, o nos ponemos realmente a querer cumplirlo, y la modificación del Real Decreto renueva la apuesta por este tipo de energía, o el Plan de Fomento de las Energías Renovables será una mera declaración de intenciones.

Mientras tanto el Gobierno apuesta por la construcción de un gaseoducto con Argelia.
El dato objetivo es que España necesita más energía y se ha decidido apostar por el gas. Tiene la ventaja de que contamina menos que otras fuentes tecnológicas como el carbón o el petróleo, pero su enorme inconveniente es que lo compramos en la orilla sur del Mediterráneo a regímenes políticos realmente inestables. Si surgen problemas difícilmente se va a encontrar otro suministrador y eso genera un riesgo muy importante. Yo espero que el gas sólo sea una solución intermedia, que marque una tendencia para que cada vez haya más energías limpias. Es decir, que el gas no sea un fin en sí mismo sino un medio para ir sustituyendo las fuentes más contaminantes. Desde luego la apuesta por el gas no debe significar menoscabo para las renovables.

¿Y las 50 térmicas?
Yo no creo que se tengan que hacer 50 térmicas de gas. Me parece una cifra excesiva para las actuales necesidades. Ocurre como con las peticiones de cualquier otra instalación térmica, se solicitan muchas más de las que al final se hacen.

Energías eficientes como la eólica, ¿por qué siguen siendo tan discutidas?
Es un conflicto económico. El kilovatio que se genera con la eólica no se hace con otra fuente energética. A fin de cuentas es una actividad económica como otra cualquiera.

Discutidas hasta el punto de acusarlas de ser caras y de estar subvencionadas.
Eso dicen los que sí son caros, que son los fósiles. Cada uno utiliza los argumentos que puede. Nosotros no estamos subvencionados, recibimos una prima por los beneficios ambientales que las renovables generan. Si en la factura del kilovatio/hora de carbón, petróleo, nuclear o gas incluyésemos el desembolso por reparar el daño ambiental que provocan el recibo de la luz que pagaría el usuario sería muy superior a lo que cuestan las energías renovables. Un estudio del IDAE muestra que el kilovatio más contaminante es 300 veces más caro que uno limpio.

¿Existe presión de los grandes suministradores eléctricos?
Las eléctricas son con mucho las que más renovables tienen en este país, hasta el 60% de la eólica. Si hablamos de las divisiones de renovables de las eléctricas diría que sufren lo mismo que los independientes, pero si nos referimos a las compañías distribuidoras de energía podemos encontrar intereses contrapuestos. Son organizaciones muy grandes en las que hay sensibilidades distintas, aunque objetivamente cuanto mejor vayan las renovables más negocio harán. Evidentemente el punto de vista de los grandes distribuidores no es el de los independientes o incluso el de sus propias divisiones de energías renovables.

¿Y las trabas al pequeño usuario? Instalar en casa un panel solar casi es un reto personal.
Sin ninguna duda. Hoy en día instalar una placa fotovoltaica debería ser tan fácil como ir a una tienda especializada comprar un kit normalizado, montarlo en tu casa, enchufarlo y que funcionara. Pero es justamente al revés, te tienes que enfrentar a un aparato burocrático desproporcionado respecto a la instalación. Es necesario darse de alta en el régimen especial de producción eléctrica, hay problemas de conexión a la red para vender la energía eléctrica que te sobra… Todavía existen demasiadas reticencias.

¿La sociedad ha percibido que las renovables son el futuro?
Creo que la percepción social es buena, aunque todavía hay problemas con los grupos conservacionistas locales que se oponen de forma prácticamente sistemática a las instalaciones renovables, sobre todo a los parques eólicos. Sin embargo, las organizaciones estructuradas como Ecologistas en Acción o Greenpeace, por ejemplo, están con nosotros. Hay un problema filosófico, de concepto. El ecologista está preocupado por problemas globales, el conservacionista no. Es cierto que la eólica produce un impacto visual, pero un impacto que no genera CO2. Ante esto, hay grupos locales que dicen la instalación no se pone porque no me gusta. Esta actitud, viviendo en una sociedad en la que parece que vamos hacia un suicidio energético colectivo, me parece muy dura. Me atrevería a calificarla de frívola.

Se derrocha demasiada energía. ¿No falta educación ambiental, educación para el ahorro?
Me alegra que el presidente del Gobierno anunciase la redacción de un plan de ahorro y eficiencia. La política energética no se puede entender de otra manera. El consumo enloquecido de energía que tenemos ahora va ser difícil corregirlo pero debemos empezar a recorrer la senda de ese cambio de modelo energético. Hay que gastar cada vez menos y gastar mejor. Con la misma unidad de energía hacer más. Este esquema es fundamental hasta que encontremos una fuente abundante, barata y respetuosa con el medio ambiente.





Las demandas de APPA al gobierno
La Asociación de Productores de Energías Renovables nació hace 15 años. Eran siete minicentrales en Cataluña con una potencia instalada de 4 Megavatios, hoy son más de doscientas empresas que superan los 3000 Megavatios. Esta capacidad de crecimiento, sin embargo, no asegura un futuro de esplendor. Queda mucho por hacer, muchas dudas que resolver. Y para ello es necesario que la Administración se implique con actuaciones concretas. Son las demandas de APPA.

• Eólica. Mantener, incluso mejorar, la situación económica actual y que el sistema de primas sea predecible en el tiempo. Los promotores aseguran que siempre necesitarán conocer que va a ocurrir diez años después con las retribuciones para poder mantener un negocio que funciona a largo plazo.

• Minihidráulica. El Gobierno debe sacar a concurso las 180 obras hidráulicas -presas, canales de riego, etc.- que ya están hechas. El impacto ambiental ya se ha provocado, argumenta APPA, pero por el momento esas instalaciones no tienen ningún aprovechamiento cuando de ellas se podrían obtener unos megavatios verdes muy interesantes.

• Biomasa. Es absolutamente imprescindible incrementar la retribución económica, ya que hoy en día no se instalan plantas de biomasa porque sencillamente no son rentables. Los números no salen. Los promotores no quieren trabajar vía subvenciones, si no que la biomasa sea un negocio por sí mismo.

• Solar. Hay que seguir en la misma línea pero dando mayores facilidades para la instalación.

• Biocarburantes. Apostar decididamente por ellos. Hasta ahora, sólo la Ley de Acompañamiento de los Presupuestos Generales del Estado les exime tímidamente del impuesto sobre hidrocarburos.

• Conexiones a la red. En este capítulo hay que hacer un doble esfuerzo. Primero, asegurar las conexiones de las plantas a la red con un mejor transporte de la energía. Y segundo, que el gobierno haga un esfuerzo normativo para facilitar y agilizar unas autorizaciones de conexión que hoy son un calvario para los promotores.

• Requerimientos ambientales. Es necesario aclarar cuáles son necesarios y reordenarlos. En algunos casos se están exigiendo requisitos absurdos que generan retrasos en la concesión de las autorizaciones y encarecen los costos.

• Plan de Fomento. No se debe olvidar que es una obligación que deben cumplir gobierno y productores. Es una ley, no la expresión de un deseo.

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