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“El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima marca un crecimiento de la demanda anual del 5%, pero lo que estamos experimentando es lo contrario: una contracción de la demanda. Eso debería estar en el inicio de todas las discusiones sobre el desarrollo renovable futuro”. Lo dice Santiago Gómez, ingeniero superior de Minas, director de Gestión de la Energía en Acciona (adonde llegó hace ya casi 30 años) y presidente hoy de APPA, la asociación decana del sector, que celebra su gran Congreso anual esta semana. Aquí, una de esas entrevistas que conviene no traspapelar que Energías Renovables trae a portada, además, en un momento clave. [Foto: Javier Carbajal].
“Es crítico que desarrollemos los bombeos”

¿Qué nota le pondría APPA a la política energética de este último quinquenio, el que comenzó en junio del 18, con una moción de censura, y ha concluido en julio del 23, con las generales?
La valoración de estos años es en general buena. El sector renovable venía de una paralización total y la situación actual es muy distinta. Se ha conseguido dinamizar el sector por un trabajo conjunto: la voluntad de las empresas, el empuje de Europa… y un equipo ministerial con amplios conocimientos del sector renovable, de sus retos, y con algo que es fundamental para avanzar, abierto al diálogo.

¿Si hubiera que destacar los hitos del quinquenio... cuáles serían? Positivos y negativos.
Si tuviéramos que destacar los hitos clave de esta etapa serían que España se ha puesto una mayor ambición que la Unión Europea, liderando la transición energética con objetivos muy ambiciosos que han sido reconocidos por Bruselas; el desarrollo del autoconsumo, que ha cogido una envidiable velocidad de crucero; y el intento de racionalizar los derechos de acceso y conexión, una tarea compleja. 

En la parte menos positiva, las respuestas que se han dado a las crisis a las que nos hemos enfrentado han tenido luces (como la ayuda a los consumidores vulnerables, o la reducción de impuestos), pero también sombras (medidas intervencionistas que han dificultado la promoción de proyectos).

Es importante para el futuro desarrollo que desaparezca la inestabilidad regulatoria. La mayor amenaza para las renovables en el pasado ha sido la inseguridad jurídica y no podemos volver a cometer los mismos errores.

Y, por fin, hay también retos que siguen necesitando solución, como la ordenación del desarrollo de los proyectos renovables; buscar un mayor equilibrio entre demanda y generación; la electrificación, que sigue siendo la asignatura pendiente; y el fomento de las nuevas soluciones que nos trae la transición energética: hidrógeno renovable, almacenamiento, flexibilidad de la demanda…

Hay mucha gente que considera que los beneficios de las eléctricas son más que suficientes como para abordar el gravamen extraordinario que ideó el anterior gobierno y que parece ser que podría mantener el Gobierno que viene, y son muchos también los que consideran que las eléctricas deben hacer ese esfuerzo un poco por... responsabilidad social, o por sensibilidad ante una coyuntura particularmente complicada para muchas familias... En fin, ¿qué opina APPA Renovables sobre el particular?
A las energías renovables lo único que le han caído del cielo han sido cambios regulatorios, impuestos y recortes. El origen de la Asociación, y así lo seguimos sintiendo, son las empresas generadoras de energía renovable. No somos utilities, somos productores. Y nuestra producción ha estado tradicionalmente ligada, en gran medida, a una rentabilidad razonable que define el propio Gobierno, por lo que es difícil que esa rentabilidad sea mayor a lo esperado. Cuando el precio del mercado eléctrico está alto, como en 2022, llena los titulares; pero en 2020 estaba por los suelos y nadie escribió una sola línea. Al final, esa retribución termina por acercarse a la rentabilidad razonable, pero las empresas productoras lo pasaron muy mal en 2020, y nadie se acercó (ni lo esperábamos) a proponer un suelo de ingresos.

Es importante que demos certidumbre a los productores. No podemos volver a cometer errores del pasado y cambiar las reglas del juego a mitad de la partida, porque para instalar diez gigavatios anuales de nueva potencia renovable necesitamos una inversión muy alta. ¿Queremos introducir medidas relacionadas con las crisis? La regulación europea ya marca lo que es un escenario de crisis, por lo que, todo lo que se salga de ahí es incertidumbre que repercutirá de forma negativa en el desarrollo de los proyectos.

Las energías renovables son un ejemplo de integración con la sociedad y de responsabilidad social: reducen emisiones, y una menor contaminación repercute positivamente en la salud de los ciudadanos; pagamos numerosos impuestos, muchos de ellos locales, que quedan en la región y en los municipios; reducimos el precio del mercado eléctrico, que es la mejor ayuda que se le puede dar al ciudadano porque ello repercute también en el precio de los servicios y de los bienes que adquiere; y la generación de valor y empleo es distribuida, no solo donde está la empresa, sino también donde está el recurso renovable.

¿Qué le hace falta a la eólica española para animarse? Lo digo porque, con los últimos números... como no espabile... me temo que no va a llegar a su objetivo 2030.
A corto y medio plazo debemos encontrar un ritmo de crucero con un crecimiento sostenido y sin tensiones. Debemos huir de las políticas de “arranque y parada”, porque eso es nefasto para el sector y para la industria asociada. España ha tenido una industria eólica puntera a nivel mundial y el hecho de que hoy las grandes firmas del sector ya sean extranjeras es, en gran parte, por culpa de moratorias, cambios regulatorios y vaivenes legislativos.

Tampoco podemos comparar la potencia instalada fotovoltaica y eólica, son tecnologías totalmente diferentes, con unos tiempos y una complejidad, en cuanto al desarrollo de los proyectos, muy distintos. La eólica requiere un mayor apoyo administrativo para la tramitación de sus proyectos y son necesarios más recursos asociados de forma específica a la eólica. El Sol es ubicuo, pero brilla en todas partes a las mismas horas, y el megavatio hora producido por la eólica es un producto de mayor valor añadido, menos abundante que el sol, y que requiere un mayor esfuerzo, apoyo administrativo, industrial y social. A pesar de todo ello, España sigue siendo un país puntero en energía eólica y, si todos ponemos de nuestra parte, sí creo que se pueden alcanzar los objetivos fijados para 2030. [El objetivo eólico 2030 es 62.044 megavatios de potencia; actualmente hay en España, según Red Eléctrica, 30.538].

Una receta, por favor, para que en España vea la luz al fin la eólica marina. 
La plataforma continental española presenta unas dificultades mayores que las de otros países europeos y ese es uno de los principales motivos por los que España va más retrasada en eólica marina. La necesidad de que el desarrollo se realice mediante eólica flotante y otras soluciones técnicas, nos lleva a un escenario que no cuenta con un marco regulatorio específico.

Las subastas también son necesarias, y deben ir acompañadas de un marco retributivo que garantice la recuperación de la inversión. Contamos con empresas con experiencia, ganas y que están esperando, pero necesitan visibilidad.

¿Y qué hay de la pesca?
Debemos compartir el mar con otras actividades. Hay que huir de esa falsa dicotomía de pesca o eólica flotante. No podemos dejar que una actividad económica bloquee el desarrollo de otra. Es una labor de los promotores comunicar y llegar a entendimiento, pero también es necesario que los gobiernos comuniquen mejor y expliquen los planes. Antes de que se conocieran las áreas designadas ya había oposición social. Debemos integrar, buscar una mayor colaboración con el sector pesquero y el resto de actividades marítimas, porque la eólica marina es una oportunidad de generación de empleo y riqueza a nivel regional y no una amenaza para actividades ya existentes.

UNEF ha pedido una prórroga de dos años a añadir a la fecha tope de puesta en marcha de toda la potencia renovable que viene de camino. ¿Objetivo de esa prórroga? Garantizar –dice UNEF– una entrada ordenada de toda esa potencia y que no se desperdicie el trabajo hecho. ¿Qué opina APPA sobre el particular?
No es sencillo dar una respuesta corta. Es cierto que hay un trabajo hecho y que es necesario continuar para alcanzar las metas que tenemos marcadas. Pero no menos cierto es que los plazos eran los que eran en la regulación. Dentro de la Asociación contamos con distintas tecnologías, y un plazo de dos años de prórroga puede ser mucho tiempo para nuestros socios de la Sección Fotovoltaica, y puede ser insuficiente para quienes están desarrollando proyectos de eólica o biomasa. Valoramos muy positivamente que se haya intentado poner cordura en el acceso y conexión a la red, pero debemos entender también, y así lo trasladamos, que es físicamente imposible que todos los proyectos se pongan en marcha simultáneamente con los tiempos que manejamos.

Más de treinta entidades (APPA, Greenpeace, la Fundación Renovables, UNEF, Ecologistas en Acción, Comisiones Obreras…) han firmado un artículo en el que critican el modus operandi de las distribuidoras en materia de autoconsumo. Entre otras muchas cosas, los firmantes dicen por ejemplo que hay "muchos casos en los que el distribuidor no facilita las lecturas horarias de los excedentes solares, claves para la amortización de la inversión". Es solo un ejemplo, porque son numerosos los motivos de queja recogidos en ese artículo. ¿Cómo están afrontando las tres grandes distribuidoras el desafío del autoconsumo? O... ¿ha habido algún cambio desde entonces?
Hemos experimentado mejoras en los últimos meses, pero no es algo que sea homogéneo ni común a todas las compañías. Algunas de las distribuidoras siguen dificultando la labor de las empresas de autoconsumo. Es necesario que existan mecanismos que controlen los tiempos, y que la regulación penalice de alguna forma a las distribuidoras que no cumplen con ellos, que se homogenicen los procedimientos y que estemos vigilantes a los plazos estipulados. Si no hay penalización ante un mal comportamiento, no va a existir una voluntad de mejora real.

Son muchas las voces que dicen que el éxito de la transición energética depende del almacenamiento. La pregunta es: ¿por qué no avanza en España el almacenamiento?
El almacenamiento no es barato. Quizá lo sea en el futuro, pero no es la realidad a día de hoy. Ni el bombeo ni las baterías son baratos. Para apostar de forma masiva por una solución o una tecnología, es necesario que demos una certidumbre al inversor, y, hoy por hoy, el inversor carece de cualquier tipo de certeza. El desarrollo normativo de los pagos por capacidad llevará su tiempo, no podemos esperar cambios de un día para otro. El almacenamiento puede ser el compañero perfecto de las renovables y la tan necesaria electrificación, por lo que merece la pena que hagamos el esfuerzo, como en su día lo hicimos con la eólica y, años después, con la fotovoltaica. Si hemos conseguido reducciones de costes de entre el 70% y el 90% en estas tecnologías, ¿qué no podremos conseguir con el almacenamiento o el hidrógeno renovable?
Si pensamos en almacenamiento estacional, es crítico que desarrollemos los bombeos, esto permitirá que entren más renovables, que se reduzcan los vertidos y que podamos electrificar con mayores garantías, pero es necesario que apoyemos su desarrollo. Y las ayudas europeas pueden ser clave aquí.

El sector está muy preocupado con el descenso de la demanda, porque entiende que el incremento de la demanda es positivo para la transición energética y/o para las renovables. ¿Es así?
Desde la Asociación apoyamos las medidas de eficiencia que reducen el consumo de energía y nuestra dependencia de las importaciones fósiles. Es la mejor contribución a la lucha contra el cambio climático y para nuestra economía. Pero es necesario también que transformemos nuestro consumo, impulsando la electrificación, tanto para alcanzar nuestros objetivos de descarbonización como para reducir nuestra factura energética como país. La clave es que crezca la demanda porque se desplaza el consumo fósil. Esa es nuestra meta.

El incremento de la demanda eléctrica es clave para conseguir una transición energética más rápida y eficiente, dado que la integración de renovables en el sistema eléctrico se ha demostrado como una de las mejores vías para lograr las metas marcadas, algo doblemente positivo cuando esas tecnologías renovables eléctricas son plenamente competitivas, como ya lo son.

Debemos impulsar la electrificación, captar nuevos grandes clientes energéticos que generen riqueza, creen empleo y nos permitan reindustrializar el país, captar los nuevos centros de datos; fomentar los servicios de gestión de la demanda para acoplar la generación renovable con el consumo; electrificar el transporte y los usos térmicos allá donde de sustituya de forma directa el combustible fósil… El país debe crecer en una economía electrificada, más limpia, con un consumo moderno que esté caracterizado por la digitalización y la flexibilidad.

¿Cuál es el modelo APPA de subastas?
Planificadas, calendarizadas y predecibles. Deben ser específicas por tecnologías, porque no todas las tecnologías aportan lo mismo ni a las mismas horas. Esto nos debe hacer valorar otros criterios que vayan más allá del precio. También debe entrar en la ecuación cuál es la demanda a nivel geográfico, la red existente y dónde están los recursos energéticos, de forma que el desarrollo vaya a favor de nuestras necesidades. En el futuro tendremos que plantearnos convocar las subastas cuando sean necesarias, asociadas a incrementos de demanda y con un control estricto del volumen de potencia subastada.

Debemos trabajar para que las distintas tecnologías sean complementarias, quizá pidiéndole en el futuro almacenamiento a la fotovoltaica, o desarrollando subastas específicas de biomasa alineadas con las necesidades que tenemos de tratamiento de subproductos de otros sectores (forestal, agrícola, ganadero…). Es necesario que las subastas marquen el camino hacia el mix que queremos y se conviertan en un mecanismo de control para la incorporación de potencia. Si no lo hacemos así, amontonaremos proyectos sin un crecimiento de la demanda, lo que afectará al mercado eléctrico y será contraproducente para todas las tecnologías, renovables y no renovables, que operan en él.

La reforma del mercado eléctrico sigue su curso. Y Teresa Ribera sigue siendo protagonista. ¿Qué opinión le merece a la Asociación esa reforma?
El hecho de que se hayan desacoplado las medidas anticrisis (que han sido intervencionistas y deben ser temporales) de la reforma del mercado es positivo. Por aquello de... “en tiempos de tribulación, no hacer mudanza”. Lo importante para los productores es que todas las alternativas de venta de la energía generada estén abiertas en el mercado (pool, PPAs, mercados a largo plazo…) y que cada uno, según sus necesidades y mejor entendimiento, tome la decisión que prefiera. Los productores nos hemos convertido en agentes capaces de gestionar los productos de una forma muy sofisticada. Solo necesitamos reglas claras para que los gobiernos no puedan intervenir o modificar la retribución a no ser que exista una situación excepcional de crisis que lo justifique. Ese es el sentir general y en esa línea se está trabajando.

¿Cuáles son los principales retos/problemas a los que se enfrenta el sector de las energías renovables español?
Yo insistiría en la ordenación del crecimiento renovable y su vinculación con una nueva demanda eléctrica que desplace a los combustibles fósiles que no tenemos, que debemos pagar a un precio que no controlamos y que lastran nuestra balanza comercial. También debemos ser cuidadosos y evitar la canibalización. No podemos pedir nueva potencia sin límite y rasgarnos las vestiduras cuando se multipliquen los vertidos y el coeficiente de apuntamiento haga que se capturen precios muy bajos. El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima marca un crecimiento de la demanda anual del 5%, pero lo que estamos experimentando es lo contrario: una contracción de la demanda. Eso debería estar en el inicio de todas las discusiones sobre el desarrollo renovable futuro.

Es también importante el reto de la aceptación social y la integración de los proyectos en el territorio. El desarrollo renovable es una apuesta que tenemos como país y en la que estamos todos de acuerdo. Por ello es necesaria la colaboración y la ayuda de los agentes sociales, los políticos y las empresas para garantizar que la integración en el territorio sea la mejor posible, manteniendo y potenciando la magnífica relación que las renovables han tenido con el mundo rural.

¿Cuáles deberían ser las prioridades del Gobierno... en los cien primeros días?
Abandonar las medidas intervencionistas. Una medida anticrisis debe durar lo que dure la crisis. Hay que huir de incertidumbres, eso es lo primero. Extender aquellas medidas que se han demostrado beneficiosas para el consumidor, en especial la reducción de la presión fiscal. Por último, ordenar el acceso y conexión a las redes de los proyectos, tanto en el corto como en el largo plazo.

Y la última: ¿qué le pediría APPA a los Reyes Magos?
Que el desarrollo renovable haga que el interés empresarial y el de la sociedad vayan de la mano, haciendo un país más industrializado, más limpio y más próspero. Y, por supuesto, el carbón se lo pedimos para las energías fósiles.

Esta entrevista forma parte de la edición de noviembre de nuestra revista en papel (ER226), que puedes descargar gratis aquí

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