eduardo collado

La transición energética y el surtido de ibéricos

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Estos últimos días he estado en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Madrid, en las conferencias sobre ‘Cuenta atrás para la Transición Energética en España’, con una ponencia inaugural del secretario de Estado de Energía Daniel Navia. El representante del Foro Nuclear realizó una analogía entre los diferentes tipos de generación eléctrica para conformar el futuro mix de generación de la transición. Habida cuenta de los objetivos de emisiones para 2050, la disyuntiva estaba en cómo se iban a recortar  las emisiones en la UE entre un 80% y un 95% por debajo de los niveles de 1990, ya que se daba por hecho que para conseguirlo el aumento de las renovables era evidente, y el único problema era elegir cómo iba a ser el “surtido de ibéricos”, si más barato pero con más colesterol o más caro y con menos colesterol, en alusión al CO2 emitido por las actuales tecnologías de generación (nuclear, carbón, gas), ya que las renovables deberían sustituir a otras energías para conseguir los objetivos de la UE. Por supuesto, este representante propugnaba la continuidad de la nuclear, que no emiten CO2.

En otro orden de cosas, la conferencia del Secretario de Estado estuvo más que interesante y nos dio los necesarios inputs, que voy a intentar desgranar, para poder intuir hacia dónde va la citada transición energética. Se habló de que la estrategia del Gobierno debe considerar los beneficios y los costes, así como los sacrificios a realizar, ya que puede haber ganadores y perdedores dentro del contexto de objetivos de la UE (el objetivo es que no se superen los 2º C con respecto a los niveles preindustriales, intentado que sean del orden de 1,5º C). Nadie discute que se tenga que luchar contra el cambio climático, pero hay que conseguir con ello una sociedad mejor, tienen que existir beneficios consiguiendo una energía asequible y con un desarrollo industrial equilibrado. El objetivo a largo plazo, es hacer más con menos energía, es un desafío en el que va a jugar un papel muy importante el desarrollo de las tecnologías (desde los famosos LED al almacenamiento, el coche eléctrico, la captura de carbono…).

Existe un debate sobre los ritmos en los que se pueden adoptar las diferentes tecnologías. O sea, que hay que discriminar entre supuestos, previsiones y objetivos y analizar si es mejor actuar o esperar. Por lo tanto, habrá que decidir qué políticas son deseables para la transición energética y cómo afectará a los cambios de generación, con dos actitudes diferenciadas: la de mercado (dejando que este actúe), o la de la planificación (actuando en la regulación), introduciendo además un nuevo concepto, el de la democratización energética. Por otra parte, existen condicionantes, ya que hay un límite en la acción de la regulación, y las inversiones son a largo plazo, con periodos largos de amortización. Habrá además incertidumbre tecnológica, que no se puede resolver, ya que dependerá del ritmo de desarrollo, e incertidumbre en la definición de las políticas de promoción de desarrollo tecnológico en I+D+i (es una lotería). Los recursos por parte del Estado son limitados y condicionan todos los ámbitos, obligando por lo tanto a ser eficientes con ellos.

También está la coordinación internacional y el grado de implicación de los distintos países, sin olvidar a los “gorrones” que van solo a lo suyo. Además hay países más necesitados de las interconexiones internacionales para el desarrollo de las renovables, como España que tendría que evolucionar del actual 3% al objetivo del 15%.

En resumen, hay que fijarse en los objetivos a largo plazo, en las incertidumbres tecnológicas, en el margen de maniobra (los errores son costosos), así como en el riesgo de perder otras oportunidades, al acumularse una serie de objetivos a cumplir (de emisiones, de eficiencia, …), sin olvidar las herramientas regulatorias de las que se dispone.

La política regulatoria debe de ser predecible bajo el punto de vista legal, financiero y social, sin cerrar puertas a futuras tecnologías que pudieran surgir, pero sin olvidar las tecnologías más antiguas (carbón, gas, nuclear), ya que todavía tienen un importante rol en la transición energética, con el fin de minimizar los costes y proporcionar más beneficios. Temas que deberán ser discutidos para llegar a un consenso político.

Con todo ello, cómo plasmar toda esta política energética, se intuye de una forma más o menos clara. Está decidida por un lado y en desarrollo por otro. Estamos hablando de las últimas subastas de renovables, de las interconexiones con Francia (ahora parece que hay una mejor actitud por parte del gobierno francés, con avances en la planificación y autorizaciones de la interconexión a través del Golfo de Vizcaya), de la necesidad de más energías renovables en las islas, del desarrollo del mercado del gas y sus infraestructuras, del desarrollo del vehículo eléctrico a corto plazo, así como de los temas de eficiencia energética. Sin olvidar que el carbón y la nuclear van a seguir jugando un papel primordial, todo ello dentro de la necesidad de mantener un equilibrio financiero y económico en todos los procesos. Vamos que hay que tener muchos más temas en cuenta para dilucidar cuál va a ser el “surtido de ibéricos” que vamos a necesitar en la transición energética.

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Julio
"Esperar". La estrategia de los seguidores, la de los que renuncian al liderazgo,la de los que sólo ven riesgos en las nuevas tecnologías. El verdadero problema que tenemos no es equivocarnos, sino persistir en el error y no ser capaces de cambiar de rumbo cuando se visualiza el error, llevando la situación a terrenos inmanejables. Demasiados temores expuestos en la conferencia , y también habló de lo que no entiende por transición energética: autoconsumo, etc Curiosa interpretación. Y no se expuso a preguntas, aunque algún interviniente, posteriormente, expusiera en público su valoración negativa sobre la conferencia. Necesitamos un debate de verdad sobre transición energética, y no un "corralito" donde hasta los comentarios estaban domesticados a través de un formulario cerrado.
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