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La bioenergía con captura de carbono podría reducir un cinco por ciento las emisiones europeas

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La producción de bioenergía con captura y almacenamiento de carbono, conocida por sus siglas en inglés BECCS, se tiene como una manera de contabilizar emisiones negativas de CO2 debido al carácter neutro de las derivadas de la bioenergía. Un estudio de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (Suiza) a partir de la biomasa residual industrial y agrícola concluye que “si se explotara en todo su potencial, reduciría las emisiones en Europa en 200 millones de toneladas al año, el cinco por ciento de las de 2018”. Sin embargo, recuerdan que para alcanzar este objetivo se deben superar varios desafíos.

La bioenergía con captura de carbono podría reducir un cinco por ciento las emisiones europeas
Lugares potenciales para implantar bioenergía con captura de carbono y zonas para su almacenamiento

En la cumbre de cambio climático celebrada en Madrid en diciembre de 2019, el gigante mundial de la producción de electricidad con biomasa y de fabricación de pélets, Drax, anunció que en 2030 se va a convertir en la primera empresa en conseguir un balance de carbono negativo. Dicho logro pretende alcanzarlo gracias a la tecnología BECCS a desarrollar en su megacentral, que lleva el mismo nombre de la pequeña villa del condado de North Yorkshire (Inglaterra) en la que se ubica.

Dicha tecnología ha sido cuestionada por algunos científicos, que de entrada no creen que la producción de bioenergía en estas grandes centrales pueda considerarse de emisiones neutras, y por un informe de Ember, ONG centrada en acelerar la transición del carbón a las energías renovables y que cuestiona por otro lado la subvención que recibe Drax para, entre otros cometidos, implantar dicha tecnología.  

Sin embargo, la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH Zúrich), acaba de publicar un estudio científico que destaca la importante aportación de la BECCS en la reducción de emisiones. “Los cálculos revelaron que si BECCS se explotara en todo su potencial, reduciría las emisiones de carbono en Europa en 200 millones de toneladas por año”, explican desde esta universidad.

Solo BECCS con biomasa residual para no competir con cultivos alimentarios
Las emisiones reducidas representan el cinco por ciento del total europeas de 2018, añaden desde la ETH Zürich, “y una proporción sustancial de los 7.500 millones de toneladas de CO2 que Europa debe ahorrar de forma acumulativa hasta 2050 para alcanzar sus objetivos climáticos”. Pero conseguir este objetivo, se deben enfrentar algunos desafíos importantes.

De entrada, para sus cálculos, los científicos tuvieron en cuenta solo la biomasa residual o que surge en forma de subproducto de la industria, la agricultura y la ganadería. “Deliberadamente descartaron los cultivos energéticos, práctica que está más extendida en otras regiones del mundo que en Europa, porque compite directamente con los cultivos alimentarios y no se considera muy sostenible”, indican desde la ETH.

Según Lorenzo Rosa, el investigador que encabeza el estudio, “dado que se espera que la demanda mundial de alimentos se duplique para 2050, existe una necesidad imperiosa de desarrollar tecnologías BECCS que no dependan de plantaciones de bioenergía cultivadas específicamente para ello”.

Vital: falta una red de transporte para derivar el CO2 a zonas de almacenamiento
La investigación considera que en Europa las empresas de la industria de la pulpa y el papel ofrecen el mayor potencial. También citan las plantas de incineración de residuos orgánicos, las de cogeneración a partir de madera y las de biogás. “La tecnología para capturar CO2 en tales fuentes puntuales está lista para funcionar”, afirma Marco Mazzotti, profesor del Instituto de Ingeniería de Procesos y Energía del ETH y director del estudio.

Pero llega otro desafío: el carbono tendría que ser transportado a lugares de almacenamiento a través de una red de tuberías aún por crear. Rosa añade que “el CO2 se produce de forma desigual en toda Europa y hay pocos lugares adecuados para su almacenamiento, lejos de las fuentes puntuales de CO2. Pero este desafío se puede resolver si se construyera una red de transporte de lo más rápido posible”.

Enorme potencial de Suecia gracias a su industria del papel
Por otro lado, el potencial de BECCS varía mucho de un país a otro. “En un extremo está Suecia –señalan desde el ETH–, que tiene una fuerte industria de pulpa y papel que al utilizar BECCS podría capturar casi tres veces más CO2 de la biomasa de lo que emite hoy a partir de los combustibles fósiles”.

“Si Suecia explotara todo su potencial BECCS, podría comercializar certificados de emisión y así compensar las emisiones en otros países”, aporta Rosa. Otro cálculos señalan que Finlandia y Estonia podrían reducir sus emisiones de CO2 a la mitad, también gracias a una fuerte industria de pulpa y papel. En otros países europeos el potencial es menor, con reducciones de emisiones de alrededor del cinco por ciento o menos.

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