La actualización de la Directiva sobre fuentes de energía renovables aprobada hace unas semanas en el Parlamento Europeo recoge, entre otros puntos, que 1) el 42,5% del consumo de energía final de la Unión Europea de aquí a 2030 será renovable; 2) los países miembro no deben tardar más de doce meses en aprobar nuevas instalaciones de energía renovable si están situadas en unas "zonas propicias para las renovables"; y 3) las energías renovables deben reducir las emisiones de gases de efecto invernadero del sector un 14,5% de aquí a 2030, utilizando más biocombustibles avanzados y una cuota más ambiciosa de hidrógeno. En cuanto a materia de gases renovables, desde la Asociación Española del Gas, Sedigas, aclaran que la nueva normativa "no determina, en ningún caso, un escenario de prohibición de las calderas de gas y la obligatoriedad de la sustitución de éstas por bombas de calor".
Según Sedigas, la directiva solo indica que a partir del 1 de enero de 2026 no se permitirán nuevas medidas de eficiencia energética que contemplen el uso directo de combustibles fósiles, ni subsidios para su uso en edificios residenciales. Es decir, pone límites a cualquier tipo de subvención o ayuda directa en el ámbito de la eficiencia energética para la adquisición o renovación de esas tecnologías en los edificios de viviendas, pero no a su instalación. "Una eventual prohibición de las calderas de gas (incluidas las de condensación de alta eficiencia, preparadas para funcionar con energía renovable) tendría un efecto adverso en la transición energética dadas las dificultades de algunos hogares para acceder a otras opciones de calefacción renovable debido a limitaciones financieras y técnicas. Fiarlo todo a las bombas de calor va en contra de la idea de una transición justa, al resultar económicamente poco realista para muchas familias", añaden en un comunicado.
El sector residencial en España consume menos energía que la media europea (un 17% del total del consumo de energía frente al 40%). De ese porcentaje, aproximadamente el 40% corresponde al consumo energético asociado a la calefacción, lo que se traduce en que el sector residencial es responsable de alrededor del 12-15% del total de las emisiones, una cuota muy inferior al resto del continente (36%). "Las mismas calderas de las que disponemos actualmente son perfectamente compatibles con gases renovables como el biometano y con hasta un 20% de hidrógeno renovable", señalan desde Sedigas.