De las empresas que componen el ciclo eléctrico (generación, distribución y comercialización) las principales beneficiarias de la generación distribuida son, sin duda, las distribuidoras porque les permite reducir las perdidas y optimizar la gestion de las redes evitando realizar nuevas inversiones y, en definitiva, reduciendo sus costes. Estos beneficios repercuten en todo el sistema, por eso son bienvenidas las medidas dedicadas a fomentar la generación distribuida y el autoconsumo que permitirán al consumidor contribuir a la sostenibilidad del sistema aportando a la red excedentes de energía renovable producida en pequeñas instalaciones orientadas principalmente al consumo propio.
Sin embargo el Proyecto de Real Decreto de Balance Neto no prevé que se remunere la energía sobrante no consumida. Y ¿que pasa con esta energía? No se menciona, es como si se volatilizara y desapareciera en la red. Pero eso no es así.
Veamos el ejemplo de un autoproductor (autoconsumidor) fotovoltaico en una vivienda:
Normalmente, la instalación eléctrica de una vivienda está diseñada para soportar 5 kW como mínimo, tanto para consumir como para producir. Si queremos rentabilizar al máximo nuestra instalación, pondremos una central de la potencia máxima admitida sin hacer ninguna modificación, es decir 5 kW. Como en España hay unas 1500 h/año de sol, nuestra central producirá 7500 kWh en un año. Según el IDAE, el consumo medio de un hogar español es de 3500 kWh por lo que nos sobrarán 4000 kWh.
Supongamos que nuestro autoproductor vive en un bloque de viviendas, la energía que le sobra sale por la red y entra a casa de su vecino que la consume. El circuito fisico es así de sencillo.
¿Y el circuito económico?
Segun el proyecto de R.D. de Balance Neto nuestro productor no va a ser remunerado por esos 4000 kWh que le sobran pero, y ahí viene la sorpresa, antes de ser consumidos por el vecino pasan por su contador y, por tanto, se le cobran.
Y ¿qué se hace con el dinero? Una parte va a la distribuidora en concepto de peajes por el uso de sus líneas. Pero la electricidad no ha pasado por las líneas de la distribuidora puesto que ha sido consumida dentro del edificio y las líneas interiores son propiedad de la comunidad de vecinos. Se paga entonces por un uso que no se ha producido, produciendose un lucro injustificado.
Tenemos entonces que al autoproductor se le disuade de producir más electricidad renovable de la que pueda consumir en un año porque va a tener que regalarla a la eléctrica por culpa de la normativa sobre balance neto.
Y ¿cómo se gestiona el balance neto? Para empezar, la empresa comercializadora deberá llevar la contabilidad de lo que ha ido produciendo y consumiendo durante el año para al final hacer una compensación de saldos pero, claro está que este control complica y encarece la gestión y por eso se permite a la comercializadora cobrar al autoconsumidor (autoproductor) por el servicio con lo que al final, como afirmabamos al principio, el autoconsumidor regala la energía a la distribuidora y además, paga por el servicio. Parece una broma ¿no?
Con todo, lo peor es que que, sin que exista razón técnica ni económica que lo justifique, este sistema resulta absolutamente disuasorio para suministros con poco consumo como segundas residencias en playas o pueblos, que podrían producir electricidad renovable contribuyendo así a la lucha contra el cambio climático y el imprescindible cambio de modelo energético.
Asegurar la remuneración de la energía excedentaria del autoconsumo, además de ser justo, aportaría transparencia al sistema y lo simplificaría eliminando conceptos, como el de coste del servicio, que se genera artificialmente. Pero, sobre todo, sería un verdadero incentivo para el desarrollo de las pequeñas instalaciones de autoconsumo en vez de las trabas del actual proyecto.