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En noviembre del pasado el Grupo Red Eléctrica creó una Comisión de Sostenibilidad dentro del propio Consejo de Administración impulsada por su presidente, Jordi Sevilla. Era una manera de decir que la sostenibilidad es importante en esta compañía. Por eso hemos querido hablar con Antonio Calvo Roy (Madrid, 1960), periodista y escritor con una larguísima trayectoria en la información científica y ambiental. Desde 2004 a 2012 fue director de Comunicación de REE. Y el año pasado volvió para hacerse cargo de la Dirección de Relaciones Institucionales y Sostenibilidad. Una tarea clave en una empresa clave para la transición energética y ecológica que afronta España.
“Necesitamos una red eléctrica muchísimo más lista”

• No se ha acabado junio y ya está aquí la primera ola de calor, con temperaturas que superarán los 40 grados en muchos puntos de España. ¿Vamos tarde para atajar el cambio climático?
Pues probablemente. Lo que nos dicen los expertos es que a tiempo parece que no vamos, y desde luego, pronto, de ninguna manera. Tratar de limitar a 1,5ºC la subida media de las temperaturas parece complicado viendo cómo está el mundo en su conjunto. En Europa probablemente estamos haciendo más cosas que los demás, pero este es un problema global. En todo caso, una cosa es que vayamos tarde y otra que no haya que hacerlo, porque no sabemos cuánto de tarde y cada medio grado cuenta y será significativo para lo que pueda pasar. El otro día leí algo que me pareció muy interesante y que podría ser una respuesta estupenda para quien decía aquello de cómo vamos a saber lo que va a pasar dentro de 15 años si no somos capaces de prever lo que va a pasar dentro de 15 días [en referencia a las declaraciones de Mariano Rajoy, que en octubre de 2007 dijo que le había comentado su primo, catedrático de Física Teórica de la Universidad de Sevilla: “si diez de los más importantes científicos del mundo no pueden garantizar el tiempo que va a hacer mañana en Sevilla, ¿cómo alguien puede decir lo que va a pasar en el mundo dentro de 300 años”]. Alguien explicaba que si pones una olla al fuego y conoces el tamaño de la olla, el volumen del agua y el fuego que tiene debajo, sabes perfectamente el tiempo que va a tardar en romper a hervir. Pese a eso, eres incapaz de predecir dónde va a aparecer la siguiente burbuja dentro del agua. Eso es el tiempo que hará mañana, pero que va a hervir, seguro.

• REE habla de cuatro prioridades de sostenibilidad. ¿Cuáles son?
El Compromiso de Sostenibilidad 2030 se diseñó en 2016, es decir, hace unos años. La primera prioridad es la descarbonización de la economía, porque solo somos capaces de utilizar las energías renovables en grandes cantidades a través de la electricidad. Usamos el viento en los coches a través de la electricidad y lo hacemos sin poner en riesgo la garantía de suministro. La segunda prioridad es la cadena de valor responsable, porque somos una empresa que compra mucho y si te limitas a hacer tú las cosas bien pero no tratas de que tus proveedores también lo hagan, pues estás haciendo solo la mitad. La tercera es la contribución al desarrollo del entorno: somos una empresa que está en el campo, en ese entorno, y por tanto, no podemos conformarnos con poner unas torres, tirar unas líneas y marcharnos. Pensando en este aspecto hemos creado precisamente un departamento de Innovación Social. La cuarta prioridad, que en cierta manera las envuelve a todas, es la anticipación y la acción para el cambio, que supone innovación, es flexibilidad, estar atentos a lo que pasa en las otras tres. Y, desde luego, la idea es ponerlo todo bajo la mirada de la sostenibilidad.    

• En el vídeo que presenta esos compromisos, REE dice que “todos hablan de sostenibilidad, de ecología, de cambio climático…” ¿Qué hace REE para que la sostenibilidad no sea solo una palabra?
Lo que hacemos, fundamentalmente, es garantizar que la máxima cantidad de renovables entra en el sistema eléctrico sin perder la seguridad y la calidad de suministro. Esa es nuestra gran aportación y a ello dedicamos muchas horas y mucho ingenio. Haríamos un flaco favor a la transición energética si volvemos a la gente en contra de las renovables porque su alta penetración supusiera peor calidad de suministro, no podemos permitírnoslo. Por ejemplo, trabajamos en un proyecto en la isla de Gran Canaria para hacer una central hidroeléctrica de bombeo de 200 MW (lo que supone el 45% de la punta de demanda en la isla), porque los sistemas eléctricos son más seguros cuanto más grandes son, y los sistemas insulares, por definición, son más pequeños y más complicados de gestionar, es más complejo introducir en ellos renovables en grandes dosis.

Imaginemos lo que puede suponer en una isla con mucha energía solar el paso de una nube grande en un momento determinado. Si no eres capaz de modular y de tener otra energía que llene esa laguna, se pueden generar perturbaciones en la red. Por eso estamos construyendo la central de bombeo Chira-Soria, que tiene unas especificaciones técnicas únicas en el mundo: la presa pueda pasar de bombear, por tanto, de consumir 200 MW, a turbinar, o sea, generar 200 MW. Son 400 MW de rango en un continuo absoluto, una potentísima herramienta de operación que va a permitir en Gran Canaria integrar gran cantidad de renovables de forma segura. El diseño de este bombeo cuenta con un sistema denominado “cortocircuito hidráulico”, que permite no solo que la presa esté turbinando o bombeando sino que, en un momento determinado, puede hacer las dos cosas a la vez, lo que ante posibles perturbaciones ofrece una flexibilidad a la operación muy notable. En estos momentos se está terminando el proceso de evaluación ambiental del proyecto.

• La llegada de las renovables complicó la vida a REE, que tuvo que incorporar muchos puntos de generación eólica y solar que, además, producían energía de forma intermitente. Tras dos décadas de implantación de renovables en España, ¿está todo aprendido? ¿Cuáles serán los siguientes pasos hacia un modelo descarbonizado?
Como todas, esta fue una decisión política. En un momento determinado, en España pasó lo que no había pasado en ningún otro lugar del mundo: a principios de siglo, había una notable penetración de eólica (en el año 2000 había 2.339 MW; en 2002 había 5.000 MW; en 2005 se llegó a los 10.000 MW), y teníamos —como hoy— un sistema muy aislado, que es el punto clave. La unión de esas dos cosas no había pasado en ningún otro sitio. En Dinamarca había mucha eólica, pero allí tienen una capacidad de interconexión con Alemania, Suecia y Noruega en torno al 65% de su punta, mientras que nosotros estamos en el 3%. Había riesgos reales de perturbaciones, de muchos vertidos y de no ser capaces de mantener el sistema con muchas renovables y con la suficiente garantía de seguridad. En Red Eléctrica se dijo: esto no es un problema, es una oportunidad. El resultado fue la creación del Centro de Control de Energías Renovables (Cecre) en 2006. Por eso tenemos avales a la hora de decir “vamos a ser capaces de hacerle frente a la transición energética”, porque ya lo hemos hecho. Nos convertimos en un país pionero en el mundo, hicimos de la necesidad virtud.

Durante este tiempo hemos aprendido muchas cosas, nosotros y el sector en su conjunto. Por ejemplo, todos hemos aprendido a predecir mucho mejor el viento. A corto plazo, a 6-8 horas somos bastante buenos, nosotros y el sector eólico, lo hacemos mucho mejor que en 2006. En fotovoltaica también hemos aprendido, y en termosolar tenemos margen de mejora, pero tenemos que aprender todavía mucho más. En aquel momento había bastantes aerogeneradores que no soportaban los huecos de tensión, oscilaciones en la red debidas a perturbaciones más o menos acusadas, porque en su momento se había decidido así pensando que el contingente de generación eólica sería siempre pequeño. El trabajo de Red Eléctrica, junto al sector, consistió en adecuar esos aerogeneradores para que soportaran los huecos de tensión. Y cada vez prestarán más servicios. Por ejemplo, en algunos momentos les puede compensar estar al 85% y cambiar el paso de pala para producir más o menos, y por tanto, prestar servicios a la operación y obtener la remuneración adecuada por ello, como otras tecnologías. Es un cambio muy notable.

Pero aquella inteligencia con la que se dotó a la red en 2006 ha de incrementarse mucho, porque pasamos de un sistema con una demanda caprichosa y una oferta mayoritariamente firme, a un sistema en el que la demanda sigue siendo caprichosa y la oferta más variable. Pero es que, además, esa demanda se va a convertir en oferta de vez en cuando, porque habrá gente que tenga paneles en su casa con los que podrá autoconsumir, pero puede que otros ratos vierta energía a la red. Por tanto, necesitamos una red muchísimo más lista, y ese es ahora el mayor reto. Porque si no, no llegaremos a un modelo descarbonizado, sabiendo que descarbonizar la economía supone electrificar, lo que dota a Red Eléctrica de una notable centralidad.

• En 2010 el entonces presidente de REE, Luis Atienza, decía que el Centro de Control Eléctrico (Cecoel) de REE se había convertido en una peregrinación obligatoria para quienes pretendían saber cómo integrar renovables en el sistema eléctrico. ¿Siguen estando en la vanguardia?
Cada año sigue siendo año santo para nosotros, seguimos teniendo peregrinos de todas partes. Hace poco estuvo en España Hiroshige Seko un superministro japonés de Economía, Comercio e Industria, y una de las visitas que hizo fue al Cecoel, un lugar que vamos mejorando constantemente, en el que se van afinando los modelos, los algoritmos son cada vez más precisos. Uno de los primeros que vino a ver el Cecre fue el que era primer ministro cuando sucedió el accidente de Fukushima, Naoto Kan, que se convirtió en adalid de las renovables, y vino a ver cómo lo hacíamos aquí, porque tenemos problemas parecidos de interconexión eléctrica. De hecho, Inglaterra tiene más capacidad de interconexión eléctrica con el continente que la Península Ibérica, el Canal de la Mancha es menos frontera que los Pirineos. Así, aunque avancemos en otros campos, no seremos capaces de integrar todo lo que podríamos integrar si no incrementamos las conexiones con Europa, entre otras cosas porque el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) nos dice que vamos a tener 50.000 MW de eólica en el año 2030. Dado que nuestro punto de mínima demanda cada día está en torno a 22.000 MW, en noches con mucho viento podríamos tener mucha producción eólica que no tendría salida, así que creo que incrementar la capacidad de las interconexiones es clave.

• Atienza también decía que “necesitamos hacer más cosas si queremos alcanzar el 40% de electricidad renovable en 2020”. Y hablada de cuatro puntos: interconexiones, almacenamiento, inversiones en la red de transporte y más gestión de la demanda. Lo cierto es que el año pasado alcanzamos un 41% de electricidad renovable. ¿Qué hay que hacer hoy para avanzar en la transición energética?
El número para 2030 es 74% de electricidad con renovables. Hemos llegado al 41% y lo hemos hecho en condiciones de seguridad, cumpliendo antes de tiempo porque el sector en su conjunto hizo una apuesta ganadora. Sobre las interconexiones, contamos con una más que entonces, porque se puso en funcionamiento la interconexión de Santa Llogaia (Girona) a Perpignan, que supuso un notable incremento de la capacidad de intercambio. Ahora estamos trabajando junto a Reseau de Transport d'Électricité (RTE), la empresa francesa equivalente a Red Eléctrica, en el proyecto de la interconexión marina desde Bilbao a Burdeos.

En almacenamiento no hemos avanzado tanto, creo que esta nos la deben aún los ingenieros, porque todavía los bombeos hidráulicos son el único almacenamiento importante que tenemos. Las baterías aún no son capaces de competir en prestaciones con el bombeo, ni por calidad ni por cantidad, pero hay que seguir investigando y desarrollando en este campo, que con seguridad mejorará mucho.

Y hay que seguir haciendo inversiones en la red, para que sea mucho más lista, para que acepte bien esos flujos de ida y vuelta hacia los que vamos. Ahora estamos recibiendo cada 12 segundos 240.000 datos, que nos dicen cómo está el sistema y nos permiten mandar instrucciones a los generadores para subir y bajar la producción y mantener el equilibrio, así que la red ya es bastante lista, pero tenemos que meter mucha más inteligencia para que sea capaz de tomar las decisiones en los plazos en los que este negocio exige tomarlas, que son de milisegundos. Aquí un segundo es una eternidad.

Por último, creo que la gestión de la demanda es la gran mina energética. Por una parte, si se dan las señales adecuadas el vehículo eléctrico puede ser fantástico para el sistema, porque puede rellenar el valle y puedes estar metiendo casi directamente viento en los depósitos de los coches, y eso sería muy bueno. Pero si en vez de cargar en valle se cargan en punta, eso exigirá que el sistema eléctrico esté más dotado todavía, porque siempre tiene que dar el do de pecho. Si las carreteras se tuvieran que construir con la misma lógica con la que se construye el sistema eléctrico, las autopistas de entrada a Madrid tendrían 14 carriles para que el puente de la Constitución no hubiera atascos, porque en la electricidad no puede haber atascos. Las puntas de consumo también se podrían bajar con gestión de la demanda, porque si se ofrece la posibilidad de bajar el precio de la electricidad a cambio de disminuir el consumo en un momento dado, eso ayudaría al conjunto del sistema.

• ¿Teme REE el crecimiento del autoconsumo?
No, ni el autoconsumo ni el coche eléctrico. Nuestra obsesión es saber lo que está pasando en todo momento, porque la única manera de operar el sistema en condiciones de seguridad es observarlo todo. Según nuestros cálculos, cada millón de coches eléctricos incrementará un 1% la demanda, lo que, si se hace bien, no tendrá un gran impacto. Con las señales adecuadas, no tendrá ningún impacto negativo, más bien al contrario.

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