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Francisco García Lorenzo, presidente de APPA Marina

"El Gobierno tiene que ponerle ya una tarifa a las energías marinas”

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Francisco García Lorenzo salió de su León natal a los 18; hizo ingeniería en Madrid, en la Universidad Pontificia de Comillas; recaló brevemente en el IDAE, “donde tuve la oportunidad de participar en el Santoña Wave Energy Project, SWEP”; viajó luego a Massachusetts (recaló en el prestigioso MIT); regresó más tarde a la península, y, por fin, en 2014, montó su empresa (Wedge Global) de aprovechamiento de la energía de las olas. García Lorenzo es hoy presidente de la sección Marina de la Asociación de Empresas de Energías Renovables de España (APPA Marina). Lo es… en un momento clave. Aquí está el por qué.
"El Gobierno tiene que ponerle ya una tarifa a las energías marinas”

Clave porque varios dispositivos captadores de la energía de las olas made in Spain están a punto de caramelo (TRL 7*), clave porque el fantasma del Covid-19 lo está poniendo todo en el disparadero y clave porque el Ministerio para la Transición Ecológica acaba de abrir el "proceso de consulta pública previa" de la Hoja de Ruta del desarrollo de la Eólica Marina y las Energías del Mar en España, una Hoja de Ruta en la que seguramente tendrá mucho que decir el sector, al que el Ministerio le ha planteado -en esa consulta- hasta 11 preguntas ("ya estamos trabajando en ello internamente con los socios"). Pues bien, en ese marco, entrevistamos al presidente de la sección Marina de la Asociación de Empresas de Energías Renovables, Francisco García Lorenzo.

Como presidente de APPA Marina, es usted miembro del consejo de dirección de la Ocean Energy Europe, la asociación europea que promueve el desarrollo de estas tecnologías. ¿Qué peso tiene el sector español de las energías renovables marinas en el concierto europeo?
Tecnológicamente tenemos un peso considerable, porque tenemos muy buenas empresas, tenemos materia gris, tenemos muy buenas cabezas y tenemos además centros de referencia (centros de investigación y ensayo) de primerísimo nivel; yo diría que excelentes. Sin embargo, durante los últimos años, cada cual –empresas, universidades, centros tecnológicos– ha ido haciendo la guerra un poco por su cuenta y ese peso del que hablaba al principio ha quedado un poco diluido.

¿No ha habido buena sintonía entre unos y otros actores?
Todo lo contrario. Sí que la ha habido. Lo que ha ocurrido es que no ha habido una estrategia de país detrás de todo ello, una estrategia de país que impulsara el desarrollo de las energías renovables marinas bajo una única marca, o con un único objetivo a nivel de país. Y eso nos ha penalizado. Y no estoy hablando tanto de dinero, como de –insisto– estrategia. El problema de fondo ha sido que no hemos tenido un horizonte: no hemos dicho “vamos a hacer esto”; o “queremos llegar aquí, y estos son nuestros tecnólogos, y vamos a apostar por ellos, y por rentabilizar –como país– todos estos recursos, y por rentabilizar nuestras infraestructuras, que nos pueden posicionar y constituyen una ventaja industrial…”. Ese ha sido el problema: que no ha habido una estrategia.

Entiendo que de ahí viene entonces el proyecto en el que APPA Marina está embarcada ahora, el que han denominado «Documento Estratégico Energías Renovables Marinas. Recomendaciones para una estrategia de país», un documento que su sección está ultimando y en el que plantea una serie de propuestas. ¿Es así?
Correcto. Lo que nos gustaría es tratar de aportar nuestra perspectiva, y que ella sirva para hacer reflexionar. Lo que pretendemos es involucrar aún más a los que ya están implicados; y queremos además que los actores del sector que aún no están [en APPA Marina] se unan; y queremos, muy especialmente, proporcionar información a los grandes decisores, a los agentes que toman las grandes decisiones en materia energética, para que sepan de nosotros, para que conozcan estas tecnologías.

Bien, ahora entraremos en todo ello, en los objetivos que se plantea APPA Marina con este documento, pero, antes, una reflexión/balance sobre los seis años que lleva al frente de la sección Marina de APPA. Le pido un balance porque, a lo largo de ese breve lapso, ha habido aquí gobiernos de todo tipo: con mayorías absolutas, en minoría, en funciones, de coalición... ¿Ha habido también muchas diferencias entre unos y otros en lo que se refiere al tratamiento que han dispensado al sector que usted representa?
En este sector tenemos que interactuar con dos tipos de interlocutores, o dos tipos de agentes, a nivel Gobierno. Uno es el energético, y nosotros tenemos un peso muy limitado, porque hay otras tecnologías renovables (eólica, fotovoltaica), y no renovables (las convencionales), que tienen un peso muy grande. Y luego está el área de desarrollo tecnológico-industrial, la parte de la I+D+i y la parte industrial, que ahora están separadas. Nosotros siempre hemos tratado de hablar con los interlocutores de la I+D+i [investigación, desarrollo e innovación] de este país. Y… por mucho que queramos obviarlo… los números cantan: España, desde el año 2008, ha reducido de forma sistemática, con un gobierno u otro, su contribución económica a la I+D+i. Hablo de porcentajes de PIB. La aportación máxima a la I+D+i ha sido del 1,5%, y eso fue en torno a los años 2008-2009. Desde entonces, esa aportación ha caído sistemáticamente, o, en el mejor de los casos, se ha mantenido plana. O sea, que estamos hablando de menos del 1,5% cuando en Europa la media está en el 2,3; y en los países punteros, en torno al 3% del PIB. Bueno, pues ya tenemos el balance. Uno: no ha habido estrategia de país, como decía al principio; y dos: no se le han dedicado a estas tecnologías los recursos (en materia de I+D+i) que necesitábamos y necesitamos. Así que ha podido haber una mayor o menor querencia por estas tecnologías, una mayor o menor afinidad, en un gobierno u otro, pero lo que necesitamos son realidades respecto de tecnologías emergentes como lo son las nuestras. Y lo que necesitamos es que se demuestren esas afinidades con números y con esfuerzos presupuestarios. No digo sacar dinero de donde no lo hay. Digo que, con el dinero que se tiene, hay que decidir si se quiere apostar por esto, o no se quiere apostar por esto. 

¿Y se quiere… o no?
Pues… no diré que la I+D está en caída libre en nuestro país pero… sí que destacaría que estamos en una situación delicada. Vamos a ver: aquí ha habido un problema serio, y es que, en 2010, 2011, 2012, cuando estaba todo como estaba, en lo peor de la crisis… todos los fondos que había para I+D+i de repente se cortaron. Nos dijeron que la inversión se mantenía, pero en realidad lo que se estaba haciendo era… convertir subvenciones… en préstamos. Y claro, la I+D con préstamo no es lo mismo que la I+D con subvención. ¿Y qué ha ocurrido? Pues que muchas empresas han tenido que asumir durante los últimos cinco años el pago del préstamo de I+D que asumieron entonces. Porque entonces… o lo asumías o cerrabas. ¿Y qué está ocurriendo ahora? Pues que muchas de ellas están cerrando por ese motivo. Y esto el Ministerio lo sabe. Porque se lo hemos contado y son conscientes. ¿Qué proponemos? Que la Administración articule las medidas necesarias para evitar esos cierres, como ha hecho con otros sectores, con otras empresas, que se han encontrado en la misma tesitura, como el biotecnológico. Consideramos, para empezar, que hay que financiar como es debido la I+D+i, pero, en lo que a esto específicamente se refiere, creemos que lo que habría que hacer es rescatar, o flexibilizar las condiciones, de modo que se permita a estas empresas salir adelante sin tener que cerrar antes de acabar los proyectos.

¿Y la empresa privada? ¿Tampoco está apostando como es debido por la I+D+i?
Pues eso es algo que nos ha dejado muy sorprendidos. Porque, en efecto, las grandes compañías de nuestro país no están apostando de manera estratégica por la I+D+i a largo plazo (y cuando hablo de largo plazo hablo de diez años, no de tres o cuatro). Es como si los cambios gubernamentales hubieran afectado también, de manera significativa, a las grandes empresas. Hay otras culturas en el mundo en las que las empresas privadas lideran la I+D+i. No es el caso de España. Y menos aún cuando hablamos de investigación y desarrollo en tecnologías que se llaman pesadas, con mucha carga económica, que requieren plazos largos e inversiones de riesgo. Ahí sí que hemos visto que ha habido bastante “para y arranca, para y arranca”. Y estamos seguros de que las compañías podrían tener una visión de la I+D+i al margen de la gubernamental.

Y no la tienen...
Mire, comparemos el sector energético con el farmacéutico: Sanofi, Roche, Pfizer… Grandes monstruos que invierten cantidades extraordinarias de capital a riesgo en moléculas que están en desarrollo, y que van a tardar en ver el mercado con suerte al menos quince años. Entre otras cosas porque así lo determina la regulación, que establece muchas cautelas para llevar una molécula al mercado, como es lógico. ¿Qué ocurre? Pues que entre las farmacéuticas existe una competencia muy elevada. Y si no apuestan hoy por esa molécula, no diré que en quince años se habrán ido a la quiebra, pero sí que probablemente se encontrarán en una situación de desventaja con la competencia. En el sector energético sin embargo hay tendencia a los oligopolios, o… monopolios regionales sería más preciso. El mercado español está distribuido en zonas: la Zona Iberdrola, la Zona Viesgo, la Zona Unión Fenosa, que ahora es Naturgy... Estamos ante monopolios regionales, con mercados y con clientes cautivos… Porque es verdad que hay una cierta competencia en el segmento de la Comercialización, pero también es verdad que… al final… hay segmentos de la estructura del sector eléctrico… que son monopolios, segmentos en los que una compañía tradicional tiene una posición muy sólida, francamente cómoda. Y esa compañía no tiene ninguna necesidad, o no ve ningún incentivo especial, en asumir riesgo tecnológico alguno. Mi conclusión es esa: la falta de presión competitiva en el sector energético hace que las apuestas por la I+D+i, y especialmente las apuestas de riesgo, sean francamente bajas. La falta de visión en materia de I+D+i por parte de las grandes compañías en España no es en todo caso algo excepcional, ni mucho menos. Esto pasa en muchos otros países también.

Bien, hasta ahora hemos hablado de las barreras a las que se enfrenta el sector, de las debilidades. ¿Cuáles son sus fortalezas?
Yo diría que tres. En primer lugar somos un país que ha sabido alcanzar con éxito un desarrollo tecnológico y comercial de las renovables significativo. Y esto ha pasado con varias tecnologías desde el año 2000 hasta la actualidad. Es cierto que ha habido errores –legislativos, de desarrollos históricos–, pero de lo que no cabe duda es de que hemos experimentado, insisto, un desarrollo tecnológico y comercial significativo. Por otro lado, yo destacaría las capacidades tecnológicas que tenemos. Tenemos centros de investigación de excelente nivel internacional en este ámbito. Hablo de tanques de ensayo, hablo de áreas para la realización de pruebas en mar abierto, y hablo de centros de investigación. Está Cener, está Plocan, está Bimep, está el IHC, está el canal de ensayos de El Pardo, y todos ellos y otros tantos son centros de investigación de referencia internacional en el mundo de la tecnología y de la I+D. Y, en tercer lugar, somos también muy afortunados por los 8.000 kilómetros de costa que tenemos. Pero, sobre todo, por la experiencia naval que hemos ido acumulando a lo largo de los siglos… España es un país que, históricamente, ha mirado al mar. Y ahí me gustaría recalcar algo que no se suele comentar. Junto a Japón, somos el país que más pescado per capita consume del mundo, lo cual dice mucho de España, de cómo ha mirado al mar siempre a lo largo de la historia. Hay muchos países en los que, aunque viven rodeados de mar, el consumo de pescado es poco significativo. Y lo es porque no viven mirando al mar, como hemos hecho siempre nosotros. Y en eso también creo que tenemos una ventaja y, por esos tres motivos, estoy convencido de que nos encontramos ante una gran ventana de oportunidad, la que nos abren las energías marinas.

El Gobierno acaba de enviar a Bruselas su Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030, un plan que mira a diez años vista y que incluye objetivos para las diferentes tecnologías: 20.000 megavatios de nueva potencia eólica a instalar de aquí a 2030, otros tantos de fotovoltaica; 5.000 de termosolar. Las energías oceánicas son contempladas en ese plan, pero el Gobierno no especifica demasiado su aportación. Apela a ellas bajo el epígrafe Otras energías y habla de dos objetivos: 40 megavatios en 2025 y 80 en 2030. ¿Algún comentario?
Es importante que haya objetivos. Pero más importante aún es estar ahí, que las tecnologías aparezcan, y que el Plan mencione la eólica marina, la energía de las olas, las corrientes. Que el objetivo sea cinco, veinte o cien es menos importante. Lo verdaderamente sustancial es que hablemos cada año, o cada seis meses, y que veamos cómo van las cosas. Ahora mismo hay oportunidades. En el segundo semestre de este año, si la cosa no cambia por esta pandemia, la Comisión tiene previsto lanzar la convocatoria del Innovation Fund. Este fondo ha sido diseñado para impulsar el desarrollo de parques comerciales de tecnologías que no tienen acceso a otras fuentes de financiación. Por ejemplo, parques de tecnologías emergentes, como las marinas. Es un mecanismo nuevo, que la Comisión Europea quiere estrenar en el segundo semestre de este año. Un aspecto importante para la Comisión Europea, quizá el más importante, es el relativo a la tecnología, a los equipos, a la madurez de cada propuesta. Pero el otro es que exista un marco retributivo claro durante un período determinado para ese parque concreto. Porque lo que hace falta es que haya medidas concretas, específicas, en cada momento.

Y APPA Marina quiere jugar en esa liga, o sea, que quiere acceder al Innovation Fund…
Sí, y ello podría ser más fácil para el sector si somos capaces de alinear a los tecnólogos –a las buenas empresas, la materia gris, a las buenas cabezas de las que hablaba al principio– en el marco de una estrategia de país. Si lo logramos, seremos capaces de levantar muchos fondos europeos, porque hay muy buena materia prima aquí, muy buena. Me preguntaba casi al principio sobre los objetivos que se plantea APPA Marina con el documento de Estrategia País. Bueno, pues lo que pretendemos es animar a que haya una interlocución constante y unos objetivos en revisión, vivos, en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (para empezar), que permitan facilitar y sobre todo acelerar esos desarrollos. Y me preguntaba luego por la cantidad: la cantidad no es lo más relevante. Lo de menos es el número. A estas alturas ya sabemos todos que estos sectores evolucionan de una manera brutal. Lo que hace falta es que haya gente revisando, trabajando codo con codo con el sector. Y yo le aseguro que si el sector tiene que hacer sus deberes… pues yo le aseguro que los va a hacer. Pero también creemos que el Gobierno debe hacer así mismo los suyos, y tiene que poner una tarifa, y tiene que ponerla en el momento oportuno, aunque sea una tarifa muy ajustada. Porque si una tarifa no sale hoy, y llega en 2025, habremos perdido una cantidad enorme de fondos europeos, de posibilidades, para desarrollar la tecnología aquí.

Bueno, no podemos cerrar sin hacer alusión a la pandemia. ¿Qué le cabe esperar al sector en tiempos de coronavirus? ¿En qué medida va a afectarle la crisis económica que se avecina, la crisis que va a legar Covid-19?
Pues el primer impacto es que esta entrevista la hemos tenido que realizar por teléfono, el entrevistador en su casa y el entrevistado en la suya, confinados. Para mí esto es una situación nueva y no me atrevo a hablar de futuro, ni de posibles impactos. Las prioridades han cambiado a todos los niveles, y así será para el sector tecnológico y renovable. Durante estos días, hemos tenido tiempo para pensar. Y en mi cabeza no deja de dar vueltas la idea de sostenibilidad: en la forma de vida, de consumo, de emplear el tiempo. Y por supuesto en las fuentes y en el uso de las renovables. Las tecnologías renovables deben salir reforzadas de esta situación, así lo creo.

APPA Marina aglutina a cerca de una veintena de entidades de diversa tipología, desde agencias de energía autonómicas a start-ups tecnológicas, grandes ingenierías, promotoras, utilities, centros tecnológicos e incluso empresas de la industria auxiliar. Son estas: Aquatera, AZ Renovables, Cener, Degima, EDP Renováveis, Ente Vasco de la Energía, EnerOcean, Equinor, Fundación Asturiana de la Energía, Fundación Instituto de Hidráulica Ambiental de Cantabria (IH Cantabria), IDOM, Plataforma Oceánica de Canarias (Plocan), Saitec Offshore Technologies,  Sener, Tecnalia, TecnoSub, Wedge Global

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