En el análisis por zonas geográficas, los estudios referidos a Asia, África, Latinoamérica y a los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) de Europa, Norteamérica y Pacífico se constata que, hasta 2020, las energías hidráulica y eólica continuarán siendo las principales contribuyentes en el mercado creciente, pero que después, el crecimiento de la eólica se complementará, en primer lugar, con biomasa, y luego con fotovoltaica y solar térmica de concentración.
Apuestas con futuro: residuos de madera y district heating
El informe reconoce que, dentro de la heterogeneidad de los recursos en biomasa, “una de las opciones más baratas es utilizar los residuos de madera en las plantas de cogeneración/turbinas de vapor”. Por otro lado, aunque se dice que la gasificación de la biomasa sólida tiene una amplia variedad de aplicaciones pero aún es relativamente cara, se pronostica que “a largo plazo se espera que el uso del gas de madera, tanto en unidades de micro cogeneración (motores y celdas de combustible) como en centrales de ciclo combinado sea económicamente favorable”.
Dentro de las posibilidades que ofrece esta energía, se destaca igualmente que hay un buen potencial para utilizar la biomasa sólida en la generación de calor, en especial vinculada a redes locales de calefacción o district heating. Lo mismo se piensa del biometanol, tanto para inyectarlo en redes de gas natural como para utilizarlo como combustible en el transporte. “Latinoamérica, Norteamérica, Europa y las economías en transición tienen el potencial de explotar las tecnologías modernas ya sea para aplicaciones estacionarias como para el sector transporte”, afirman en el informe.
Otro de los pronósticos a largo plazo es que Europa y las economías en transición desarrollarán entre un 20 y un 50% del potencial de la biomasa a partir de cultivos energéticos, mientras que su uso en otras regiones tendrá que basarse en los residuos forestales y en los industriales de madera y paja.
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