En España, la mayoría de las instalaciones de biogás operativas, 46, están asociadas a vertederos, 34 a estaciones de depuración de aguas residuales, 13 al sector agropecuario, siete al sector del papel y el resto al sector químico, el alimentario y otros, según datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). Conjuntamente, producen 2,74 TWh al año.
Un valor muy por debajo del potencial que el gas verde tiene en España y que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco), a través de la Hoja de Ruta del Biogás (aprobada en marzo de 2022), prevé multiplicar por 3,8 para llegar, en el umbral de 2030, a los 10,3 TWh. Una cantidad semejante a la producción energética de, aproximadamente, tres centrales térmicas de carbón de tamaño medio. Con ello también se logrará fijar población en el ámbito rural e -igualmente importante- reducir la alta dependencia que en España seguimos teniendo de las importaciones de gas procedente de terceros países y que, a día de hoy, representan un 35% del consumo.
Las plantas de biogás son, asimismo, puntos neurálgicos de la economía circular. Materiales que antes eran considerados residuos industriales, agrícolas o generados en otras actividades humanas, pueden canalizarse a través de ellas y convertirse no solo en fuentes de energía, sino, también, en fertilizantes orgánicos ricos en nutrientes y nuevos materiales. Así, por ejemplo, en las plantas de biogás de circuito cerrado que ya funcionan con éxito en varios países europeos, la materia prima que entra en el bucle se procesa y se refina en nuevos productos para su venta, creando un centro industrial rentable. A la reducción de emisiones que esto supone, hay que sumar los flujos de CO2 biogénico (procedente de procesos biológicos naturales) que el sector del biogás puede proporcionar y que tienen utilidad en otros sectores.
Biometano, muy por detrás de los líderes
Para poder inyectar el biogás en la red de gas natural o emplearlo como combustible para vehículos, el gas debe ser primero depurado, lo que significa quitarle el dióxido de carbono. De esta forma se incrementa el porcentaje de metano que contiene y que es el principal componentes del biogás, elevando así su valor energético y logrando que cumpla los mismos estándares del gas natural.
Actualmente, el biometano se produce en 15 países europeos –los líderes son Alemania, Francia , Italia, Reino Unido y Dinamarca– y es inyectado en la red de gas natural en la mayoría de ellos. Según el Mapa Europeo de Biometano (publicación anual de la Asociación Europea de Biogás, EBA), en diciembre de 2024 Europa contaba con 1.548 plantas de biometano. Más del 80% de ellas están conectadas a la red de gas, y un 14% a la red de transporte. El 81% de la capacidad operativa (5,2 bcm) corresponde a plantas ubicadas en la Unión Europea.
Estas plantas pueden proporcionar energía renovable a 5 millones de hogares durante todo el año, o alimentar 145.000 bioGNL anualmente. Y es que el biometano se está haciendo también un hueco importante como combustible para transporte. En Suecia su uso con este fin ya ha superado al del Gas Natural Comprimido (CNG) con una participación de mercado del 57%, mientras que en Alemania su participación se duplicó en un solo año (2012) del 6% a más del 15%.
La UE señala a España como el tercer país de Europa con mayor potencial para la producción de biometano, con una capacidad de generación estimada de 163 TWh, equivalentes al 45% de la demanda anual de gas natural nacional.
Sedigas señala, por su parte, que si se suman todas las tecnologías disponibles, España podría albergar más de 2.300 instalaciones de producción de gas verde, el equivalente a movilizar las inversiones de más de 40.000 millones de euros (3,6% de PIB). Esto, a su vez, ayudaría a crear en torno a 62.000 empleos directos e indirectos relacionados con la operación y mantenimiento de las plantas y otro medio millón durante la construcción de las instalaciones, a los que habría que añadir los inducidos en el entorno rural.
Todos estos datos están recogidos en un estudio sobre la capacidad de producción de biometano en España, elaborado por PwC y Biovic para la Asociación Española del Gas, en el que también se señala que la generación con biometano permitiría ahorrar 4.000 millones de euros en la factura energética de los españoles (datos de 2022), gracias a la reducción de las compras a países terceros.
La realidad, a día de hoy, es que España se encuentra muy lejos de estos objetivos y solo
cuenta con 12 plantas de biometano. Desde Industria se estima que la producción de biometano en España puede pasar de los 0,36 bcm (millardo de metros cúbicos) sregistrados en 2021, a 4,1 bcm en 2030.
Retos y oposición social
El desarrollo de las plantas de biogás en España tiene varios retos que superar. Francisco Repullo, presidente de honor de la Asociación Española de Biogás (Aebig), señalaba en un reciente encuentro que los principales son “la falta de seguridad jurídica, la necesidad de apoyo económico para las pequeñas plantas y una infraestructura de gas aún insuficiente”. A ello se suma, añadía Repullo, “la baja aceptación social, motivada por la desinformación y las preocupaciones ambientales presentes en algunas comunidades. Un factor que inicialmente no se tuvo en cuenta.
Lo cierto es que a medida que el número de proyectos de biogás ha ido en aumento, también lo han hecho las voces de oposición. En algunos casos porque las plantas de biogás, si no se gestionan adecuadamente, pueden generar malos olores y contaminación del aire. La concentración de residuos en un solo punto, sobre todo en áreas donde estos no se producen originalmente, genera también malestar entre los residentes locales. Además, el biometano es visto por asociaciones ecologistas como una forma de greenwashing, ya que temen que su inyección en la red de gas perpetúe el uso del gas natural.
Para reducir la oposición social y garantizar que el biogás contribuya de manera positiva al panorama energético de España, Aebig ha propuesto una serie de buenas prácticas que ya están siendo implementadas por muchos desarrolladores y operadores de plantas. Entre estas prácticas se encuentra la elección estratégica de la ubicación de las instalaciones, asegurando que estén a una distancia mínima de 2.000 metros de núcleos urbanos y a 3.000 metros si procesan residuos animales.
Aebig plantea, asimismo, que se potencie el uso de tecnologías que minimicen las emisiones y los olores, garantizando que los niveles de olor no superen las 15 unidades de olor por metro cú-
bico en zonas urbanas. La asociación considera igualmente imprescindible una correcta gestión del material resultante del proceso de digestión anaerobia (digerido). Para lograrlo, explica, “es esencial que se realicen análisis periódicos para garantizar que este material cumple con los límites establecidos en cuanto a patógenos y contaminantes, y que su uso en la agricultura no
pone en riesgo los suelos ni las aguas subterráneas”. En otras palabras, la gestión del digerido debe ser sostenible y ajustada a normativas agronómicas. La asociación indica, además, que la inyección de biometano a la red debe superar un riguroso control de calidad y trazabilidad, y que las plantas se tienen que integrar paisajísticamente en el entorno.
“Es crucial desarrollar planes de comunicación que informen de manera clara y transparente sobre los beneficios de las plantas de digestión anaerobia, tanto a nivel medioambiental, social y de economía circular. Solo así se puede lograr la aceptación ciudadana”, concluyen desde Aebig. “Y es necesario fomentar una cultura de excelencia en la operación de estas plantas, garantizando que los operadores estén capacitados y comprometidos con los más altos estándares de seguridad, eficiencia y respeto al medioambiente”.
Impulso empresarial
Moeve (antes Cepsa) espera producir 4TWh de biometano en España en 2030, para loncual ha firmado sendos acuerdos con InproEner, Kira Ventures y PreZero, con las que desarrollará alrededor de 30 nuevas plantas, que conllevarán una inversión de 600 millones de euros. Estas plantas generarán energía equivalente a la demandada por 568.000 hogares, supondrán la revalorización de 10 millones de toneladas anuales de residuos y evitarán la emisión de 728.000 toneladas de CO2 al año, similar a la plantación de 48,5 millones de árboles. Todo ello según la información que ofrece Moeve. Andalucía, Cataluña y Galicia son las regiones con más posibilidad de albergarlas.
Naturgy es otra de las grandes que apuesta por el biometano y, para ello, ha firmado con Bioeco Energías el desarrollo de nuevas instalaciones con capacidad conjunta para producir más de 500 GWh anuales. La nueva producción se sumará a la proyectada anteriormente por Naturgy e Hispania Silva, elevando la capacidad total de producción de biometano a los 3TWh. Esta cifra equivale al consumo anual de 600.000 hogares y permitirá reducir emisiones de CO2 en una cantidad equivalente a la plantación de 59 millones de pinos. El biometano que prodúzcan se distribuirá a hogares e industrias a través de las redes de gas existentes
El grupo italiano BelEnergia, por su parte, va invertir cerca de 200 millones de euros en España para el desarrollo de plantas herméticas de producción de biometano, un modelo de valorización de residuos que ya ha demostrado su eficacia en Italia y Francia. La compañía destaca que su tecnología evita la emisión de olores y gases de efecto invernadero, diferenciándose de las tradicionales plantas abiertas. Este enfoque permitirá procesar más de 400.000 toneladas anuales de residuos orgánicos y generar hasta 200 GWh de biometano al año para inyectar en la red.
El gas verde en el Pacto por una Industria Limpia
La UE reconoce el biometano como una de las fuentes de energía renovable claves para cumplir con el Pacto por una Industria Limpia (Clean Industrial Deal), presentado en marzo pasado por la Comisión Europea, y cuyo propósito es acelerar la descarbonización y garantizar el futuro de la industria manufacturera en la Unión Europea.
La idea fuerza del Pacto es que si la industria europea se independiza de los combustibles fósiles (de precios elevados y volátiles), será capaz de ganar la batalla global de la competitividad.
Entre los objetivos plasmados por la UE en el plan REPowerEU se encuentran producir 35 bcm de biogás y/o biometano para 2030, para lo cual hay que superar varios obstáculos. La CE pone el acento en la falta de voluntad política, los problemas derivados de la licencia social y baja aceptación del biometano en muchos países, o el exceso de permisos que soportan los proyectos.
Este reportaje se publicpo originalmente en ER241 (mayo 2025).