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Argumentos para un debate

El PSOE no quiere debate nuclear

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Lo ha dicho el secretario de Organización del Partido Socialista, Marcelino Iglesias, que considera que este no es el escenario más adecuado para un debate "sereno". Entre tanto, la ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, ha animado a reflexionar antes de tomar decisión alguna sobre la prolongación de la vida útil del parque nuclear español, que es la piedra angular, por cierto, del discurso atómico del Partido Popular. A continuación, un apunte sobre la última hora de la catástrofe nuclear japonesa y una batería de ideas sobre el debate nuclear que ya está abierto en todas partes.
El PSOE no quiere debate nuclear

Japón asistió ayer a la tercera deflagración en la central nuclear de Fukushima Daiichi (ahora, en la unidad 2) y hoy amanece con un incendio en el reactor cuatro de la misma central, reactor que ni siquiera estaba funcionando en el momento de producirse el maremoto, pues se hallaba parado por mantenimiento. El gobierno japonés ya ha admitido oficialmente fugas radioactivas no controladas y ha hecho un llamamiento a la población de un radio de treinta kilómetros alrededor de la central para que no salga de sus casas. Según varios medios de comunicación (NHK), en Tokio ya se han detectado niveles de radiación diez veces superiores a los normales. Las autoridades japonesas han solicitado oficialmente ayuda a la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA).

Según la OIEA, que señala como fuente primera a la Agencia de Seguridad Nuclear de Japón, 185.000 personas habían sido ya evacuadas ayer de las zonas siniestradas. Las autoridades japonesas han distribuido 230.000 unidades de yodo entre la población de los alrededores de las centrales de Fukushima Daiichi y Fukushima Daini: "la distribución es una medida precautoria que puede ayudar a prevenir una acumulación de yodo radioactivo en el tiroides", añaden.

Entre tanto, y más allá del no socialista al debate en caliente, lo cierto es que la cuestión está en todos los medios de comunicación, pues la preocupación de la opinión pública es tan evidente como lógica. Es decir, que el debate –sea este o no el mejor momento (¿cuándo lo es?)– vuelve al primer plano de la actualidad, un plano que ocupa periódicamente. ¿La última vez que lo hizo de modo intenso? Pues hace ya algo más de un año, cuando el PSOE prorrogó la vida útil de Garoña, central nuclear gemela de Fukushima Daiichi. Energías Renovables dedicó entonces al asunto un trabajo que titulamos "Otro reportaje sobre el debate nuclear", que ahora reproducimos íntegramente por su vigencia, y en el que, además, hemos actualizado algunos datos. Esperamos que muchas de las sandeces que habrá que oír en las tertulias de hoy encuentren respuesta en estos apuntes que hicimos en 2009 y que hoy recuperamos renovados.

Energías Renovables, edición número 78, mayo de 2009.

Otro reportaje sobre el debate nuclear

“No, la moratoria nuclear no existe”, lo dice María Teresa Domínguez, la presidenta del Foro Nuclear, que añade que “en España, si ahora mismo alguien decidiese ir adelante con una central nuclear, podría hacerlo dentro del marco legislativo que tenemos”. ¿El problema? Pues que no hay empresa en España que quiera emprender una aventura como esa. Lo dice, entre otros, la ex ministra de Medio Ambiente Cristina Narbona: “ninguna iniciativa nuclear, hasta la fecha de hoy, ni en España ni en el resto del mundo, ha tenido viabilidad sin apoyo público”.

No es cierto que ahora se esté reabriendo el debate nuclear, señala Carlos Bravo, experto en la materia de la asociación ecologista Greenpeace: “el debate nuclear lleva abierto indefinidamente. Yo llevo dieciocho años en mi organización y todos los cursos he participado en un montón de debates sobre energía nuclear, porque es un tema que está continuamente en el candelero”. Lo está hoy, lo estaba en 2004, cuando el doctor en Ciencias Físicas Francisco Castejón publicara “¿Vuelven las nucleares? El debate sobre la energía nuclear” (Talasa Ediciones), y lo estaba también en el 99, cuando el diario El Mundo titulara uno de sus artículos editoriales –16 de octubre– con otro explícito "Zorita: se reabre el debate nuclear". ¿Primera frase de aquel editorial de… 1999? "La renovación del permiso de explotación de la central nuclear de Zorita (Guadalajara) ha reabierto la polémica".

"Fracaso económico, ambiental y tecnológico"
No, no hay reapertura de debate alguno, continúa Bravo, “lo que hay en realidad es un intento por mantener en funcionamiento las centrales nucleares que ya están construidas: esa es la verdadera intención del lobby nuclear, que lo único que hace con ese constante apelar al debate es impedir que se tomen decisiones”. Aún así, Greenpeace está de acuerdo, dice Bravo: “en todo caso estamos dispuestos a debatir, pero siempre que ese debate nos lleve a avanzar hacia la sostenibilidad. Lo que es absurdo es discutir de forma bizantina sobre si hay que abrir nuevas centrales nucleares cuando se ha demostrado ya sobradamente que son un fracaso económico, ambiental y tecnológico”.

Los residuos, en fase de investigación   
No hay dudas sobre su impacto ambiental. Según la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa), España genera cada año 160 toneladas de residuos de alta actividad, residuos  estos (alta actividad) que son intratables, según los ecologistas.  Enresa, de verbo mucho más discreto, lo explica en estos términos: “para gestionar los residuos de alta actividad, cabe señalar, en primer lugar, que existen dos etapas claramente diferenciadas en el tiempo: una etapa, de gestión temporal, para la cual existen tecnologías ya disponibles, licenciadas y con una experiencia operativa contrastada de varias décadas en el mundo, y una etapa, de gestión final, que se encuentra en la actualidad en fase de investigación”.

El 30% de los almacenes aún está por ocupar
No, no hay solución final. Cincuenta años después de la puesta en marcha de la primera central nuclear (Calder Hall, 1956), la “gestión final” de los residuos de alta actividad continúa “en fase de investigación”. Eso, según Enresa, que es la empresa que se va a encargar de esa “gestión final” en breve (los residuos de alta actividad permanecen ahora confinados en las ocho centrales nucleares españolas, pero está previsto sean gestionados por Enresa –deben serlo antes del uno de enero de 2011– en el famoso Almacén Centralizado que sigue sin encontrar su sitio). Según el Foro Nuclear, a 31 de diciembre de 2007, la cantidad de combustible gastado almacenado “temporalmente” en las centrales nucleares españolas era de 3.173 toneladas de uranio. [Nota añadida. A finales del año 2009,  el grado de ocupación de los almacenes de residuos nucleares de las centrales españolas era del 71,28%, según el prontuario "Energía 2010", publicado el pasado mes de mayo por el Foro Nuclear].

Enresa, una empresa milenaria
No, no hay dudas sobre ese impacto, el ambiental: impacto hasta ahora irresuelto y, sobre todo, largo, pues esos residuos (que hipotecan todo aquel territorio sobre el que yacen) permanecen activos durante miles de años, milenios durante los cuales habrán de ser controlados –dada su peligrosidad y en tanto en cuanto la ciencia no averigüe cómo desactivarlos– por algún organismo fiable, lo cual conduce otra vez a una Enresa que se antoja “milenaria” (Enresa es una empresa pública creada con capital estatal) y nos lleva también otra vez al asunto de los costes (léase de nuevo el apunte de Narbona: “ninguna iniciativa nuclear ha tenido viabilidad sin apoyo público”).

Lucro privado, residuo “público”
No paga quien contamina. La situación es la siguiente: hasta 2005, el principal sistema de financiación de la gestión de los residuos radiactivos en España –la fuente es la propia Enresa– estaba basado “en la recaudación por anticipado de las cantidades necesarias mediante la aplicación de unos porcentajes a la facturación por venta de energía eléctrica”, o sea, que la basura radiactiva la pagaban todos los consumidores de electricidad. Esos porcentajes han oscilado a lo largo de los años –continúa Enresa– entre el 1,4% (periodo 1984-1987) y el 0,7% (años 2003 y 2004, ejercicios en los que los ingresos por esta vía fueron del orden de 226 millones de euros, es decir 113 millones de euros al año). A partir de 2005, un real decreto cambia el paisaje y establece un sistema de facturación directa a las centrales para los residuos que generen “con posterioridad a esa fecha”. ¿Y los demás, los que se han ido acumulando durante los 34 años anteriores de operación del parque nuclear español? Pues a pagarlos entre todos. A seguir pagándolos, para ser más exactos.

Kilovatio atómico, kilovatio caro
No parece pues particularmente sólido el argumento que esgrimen los profetas del átomo: lo barata que es la energía nuclear (por lo menos si por barata entendemos “barata para todos”). Al respecto, el discurso ecologista, y asimismo el de muchos expertos, es inequívoco: el sector nuclear no construye más centrales porque no son rentables. Para empezar (y nunca mejor dicho), las inversiones son formidables y los plazos de ejecución, extremadamente largos (la presidenta del Foro, Domínguez, reconoce que “las centrales nucleares como mínimo tardan diez años en construirse”). ¿Conclusión?

No hay iniciativas privadas aunque no haya moratoria nuclear. Bravo habla de Zorita: “cuando se anunció el cierre de esa central, en 2002, Unión Fenosa, que era propietaria al cien por cien, podría haber dicho ‘pues bueno, voy a poner otra central nuclear allí, porque ese emplazamiento tiene la calificación de emplazamiento nuclear y ha pasado por una serie de requerimientos y ha superado estudios y tal…’. Pues bien, ¿qué es lo que ha propuesto Unión Fenosa allí? Construir una central de gas de ciclo combinado. Porque esas centrales son mucho más baratas y se amortizan mucho antes, mientras que la nuclear es una ruina económica”.

Olkiluoto
No es la Zorita ahora gaseosa de Unión Fenosa el único ejemplo vigente. El caso más manido es el de Olkiluoto 3, la central nuclear que Areva (empresa francesa de titularidad pública, por cierto) construye en Finlandia. Se supone que estamos hablando del último grito en materia de átomos: Francia es el paladín tecnológico de la nuclear y Finlandia, una nación extraordinariamente desarrollada y exigente: primera nación del mundo en el número de patentes por millón de habitantes, segunda nación del mundo en I+D sobre producto interior bruto… O sea, tecnología punta por todas partes: por parte, al menos presuntamente, del vendedor (Francia), y por parte del comprador (Finlandia), que seguramente ha buscado y rebuscado hasta encontrar el “mejor” producto. Pues bien, dos años más tarde de emprendida la obra, Areva anunciaba oficialmente (2007) que la terminación del reactor se retrasaría al menos dos años. En octubre pasado anunciaba nuevos retrasos. [Nota añadida. En noviembre del año 2000, la empresa Teollisuuden Voima Oy solicita autorización al gobierno finlandés para construir Olkiluoto 3. En enero de 2002, el ejecutivo finés da el sí al proyecto. En el invierno de 2004, los promotores anuncian que la entrada en servicio del nuevo reactor está prevista "para el primer semestre de 2009". Hace unas semanas, Areva comunicó que Olkiluoto se conectará a la red "durante 2013"].

Por qué nadie construye centrales nucleares
No va a salir barato. La demora se está traduciendo ya en que el coste de la construcción del reactor se ha ido más allá de los 4.000 millones de euros, frente a los 2.500 previstos, o sea, “más de 2.600 euros por kW de capacidad de generación, mientras que en las centrales de ciclo combinado de gas natural ese coste es de unos 570 euros por kW (dato del Foro Nuclear, 2008) y de unos 975 euros el kW eólico (dato de Cener, 2005)”. Es más, según el informe “El reto es actuar”, obra de la Fundación Conama (diciembre de 2008), frente a otras tecnologías energéticas, “las centrales nucleares también presentan costes muy elevados en lo que se refiere a los gastos asociados a su vida operativa y  desmantelamiento, a la fabricación del combustible nuclear, al almacenamiento de los desechos, transporte, protección y seguros”. [Nota añadida. Carlos Bravo, de Greenpeace, señalaba a finales de noviembre, en el Congreso Nacional de Medio Ambiente (Conama10), que Olkiluoto 3 "costará más de 5.500 millones de euros". Ya en septiembre de 2009, el propio Foro Nuclear hablaba de "un sobrecoste de 2.300 millones" sobre el precio fijado, que era de 3.000 millones de euros. El mismo Foro Nuclear publicaba hace unos días que los "fuertes retrasos y aumentos de coste están aún siendo objeto de litigio entre el proveedor Areva/Siemens, y el titular, Teollisuuden Voima Oy].

Lo que cuesta el seguro
No es la construcción, pues, el único problema económico. Ya hemos hablado de los residuos (¿cuánto cuestan y cuánto costarán durante cuánto tiempo?), pero hay más preguntas: ¿quién asegura los riesgos y por qué cuantía? Porque nadie sabe lo por venir (léase Three Mile Island, o Vandellós, o Chernobil, tres casos muy distintos, pero con costes muy concretos a los que hay que hacer frente). En 2007, el Anteproyecto de Ley sobre Responsabilidad Civil por Daños Nucleares que elaboró el Ministerio de Industria establecía que el titular de instalaciones nucleares debía fijar una cobertura de responsabilidad civil por una cantidad de 1.200 millones de euros. Pues bien, el mismo anteproyecto, en su Exposición de Motivos, decía, literalmente, que “durante la tramitación de la presente ley se ha constatado que el mercado de entidades de seguros que opera en el territorio nacional no dispone de capacidad suficiente para prestar la garantía requerida, ni tampoco puede ofrecer a los titulares en el momento presente aseguramiento para algunos de los daños contemplados dentro de la definición de daño nuclear, en particular de los medioambientales y de los personales que se reclamen después de transcurridos diez años después de la fecha del accidente”. ¿Conclusión? El Ministerio de Industria incluía en el Anteproyecto el establecimiento de un mecanismo en la tarifa eléctrica para “ofrecer dicha garantía para los daños no asegurables por las entidades de seguros”. O sea, que pagaríamos todos nuevamente. El anteproyecto, apunta Bravo, de Greenpeace, fue archivado, y la cantidad ahora vigente, añade, “es de 700 millones de euros”, que es lo mínimo que establecen los convenios internacionales.

No, no hay duda de que las exigencias de seguridad (crecientes) y la complejidad tecnológica de las explotaciones nucleares (Greenpeace asegura que en Olkiluoto “se han detectado más de 2.000 defectos de diseño y desviaciones de calidad en el reactor”) cuestan lo que no está escrito. O sí lo está: la agencia de calificación de riesgos Moody’s situaba recientemente los costes de inversión en nuclear en 7.000 dólares estadounidenses por kilovatio eléctrico. La propia presidenta del Foro Nuclear, María Teresa Domínguez, reconocía hace unas semanas a Energías Renovables que el coste oscilaba “entre tres mil y cinco mil euros por kilovatio”.

Energía vieja
No deja de ser curioso para este periodista recordar el titular con el que encabezaba la entrevista que le hiciera, para estas mismas páginas, y hace tan solo unos meses, a Raúl Hidalgo, geólogo presidente de la sección de Geotermia de Alta Entalpía de la Asociación de Productores de Energías Renovables de España: “la geotermia produce energía todas las horas de todos los días del año”, decía el geólogo. ¿Y eso cuánto cuesta? “Un megavatio, cinco millones de euros”, añadía Hidalgo. O sea, cinco mil euros el kilovatio de una energía que está amaneciendo, frente a las cantidades susodichas de la muy, muy, muy veterana nuclear.

Los primeros quince años
No son solo los números del presente los que señalan la carestía de una energía que, paradójicamente, presume y presume y presume, una y otra vez, de “barata”. El informe “Energy subsidies in the European Union: A brief overview” (Agencia Europea de Medio Ambiente, AEMA 2004), compara los subsidios públicos recibidos por la nuclear norteamericana durante los primeros quince años de su desarrollo con los percibidos por la eólica (subsidios también públicos) durante los primeros quince años del suyo. ¿Resultado? Nuclear 1947-1961: 15,3 dólares estadounidenses por kilovatio hora. Eólica 1975-1989: 0,46 dólares por kWh. AEMA continúa: subvenciones totales a lo largo de ese período (quince años): 39,4 mil millones de dólares para la nuclear versus 0,9 para la eólica. En fin, que son muchas las fuentes que parecen apuntar en la misma dirección que sugería la ex ministra Narbona al principio de esta historia. La nuclear no es barata y las empresas lo saben, por eso no proyectan centrales… a menos de que haya apoyo público de por medio (por cierto, los retrasos de Olkiluoto podría tener que costearlos Areva, empresa pública, si así lo determinan los jueces).

El precio que hay que pagar
No es infrecuente tampoco, en boca de los profetas del átomo, el argumento de que el uranio, a diferencia del petróleo, no está sometido a los vaivenes del mercado. Pues bien, hace tan solo unas semanas el propio Foro Nuclear difundía una nota de prensa (13 de febrero) que encabezaba con una frase tan contundente como inequívoca: “en el año 2007, ante el fuerte crecimiento del precio de uranio en el mercado internacional, varias empresas extranjeras solicitaron al Ministerio de Industria, Turismo y Comercio las características y el alcance de las reservas del Estado situadas en la provincia de Salamanca”. Sí, el precio del uranio ha experimentado incrementos muy considerables a lo largo de los últimos años, hasta el punto de que las reservas de Salamanca, que dejaron de ser explotadas porque, tal y como contase a Energías Renovables la presidenta del Foro Nuclear, “ya no era rentable”, vuelven a estar en el punto de mira de la industria nuclear. Así, el 19 de enero de 2009, la compañía australiana Berkeley Resources Limited firmó un acuerdo con Enusa (empresa pública española especializada en fabricación y abastecimiento de combustible nuclear) según el cual “podrá disponer de la información técnica sobre los yacimientos transferidos a Enusa, para con ella realizar un estudio de viabilidad y analizar la posibilidad de explotar los activos mineros de Salamanca”. Y un dato más (informa Foro Nuclear): “Berkeley ha invertido más de trece millones de euros en la exploración de uranio en Salamanca y en el resto de España en los últimos tres años y medio” (el precio del uranio, que sufre casi tantos vaivenes como el del petróleo, ha pasado de menos de diez dólares la libra en 2004 a más de cien en 2008, por eso la industria lo busca y lo rebusca). [Nota añadida. En marzo del año 2000, la libra de uranio costaba algo menos de siete dólares americanos; actualmente, cotiza a más de sesenta. Hace unos días, Deutsche Bank estimaba que el precio rondaría los 65 dólares la libra en 2011 y los 75 en 2014].

Energía autóctona… de Namibia, por ejemplo
No, no son pocos los tópicos que sazonan el “debate” nuclear. Uno de los más recientes dice que la energía nuclear es una energía “autóctona” que ayuda a la “independencia energética”. No hay comentarios al respecto. Solo datos. En 2007, Enusa ha suministrado a las centrales nucleares españolas “un total de 140 toneladas de uranio de distintos grados de enriquecimiento, de las que el 30% procede de Canadá; el 24%, de Rusia; el 17%, de Australia; el 11%, de Níger; el 8%, de Uzbekistán; el 6%, de Namibia, y el 4%, de Chequia”. Los datos que en enero de 2009 ha suministrado el Foro Nuclear a Energías Renovables son: Rusia, 28%; Australia, 18%; Canadá, 17%; Níger, 14%; Suráfrica, 10%; Namibia, 7%; otros, 6%. Visto el mapamundi, uno se pregunta qué significa “autóctono” y qué significa “independencia energética”. Por cierto, España no enriquece uranio, pues así lo estableció su plan nuclear. El uranio llega aquí enriquecido desde (la fuente es el Foro Nuclear) Francia,  27%; Rusia, 25%; Canadá, 22%; Estados Unidos, 18%; otros, 8%. En fin, que quizá la energía atómica no es la más autóctona de las energías ni la vía más corta hacia la independencia energética. Pero igual también esto merece un debate. [Nota añadida. Según el Foro Nuclear (el dato es de finales de 2010), la importación de uranio en España está ahora tal y como sigue: Rusia, 45%; Australia, 22%; Níger, 20%; Kazajistán, 6%; Canadá, 5%; Ucrania, 1%; Suráfrica, 1%. En fin, muy autóctono todo].

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