Cuando tú, amable lector, dediques un poco de tiempo a estas líneas, ya se habrán activado un buen número de reacciones contra el Real Decreto-Ley 1/2012, desde las habituales denuncias en el vodevil mediático hasta, confío, manifestaciones multitudinarias. Yo acabo de leerlo y estoy en estado de choque. Supongo que tú ya habrás superado esta fase y estarás pensando qué vas a hacer con tu vida, si eres un profesional del sector de las renovables condenado al paro; si no lo eres –ojalá no lo seas–, estoy seguro de que estarás lamentando la negligencia de nuestras autoridades, cuando no su infamia, a la hora de afrontar el desarrollo de las energías limpias y el gravísimo problema energético español.
Deseo estar equivocado, pero creo que la moratoria del ministro Soria no es tal. Las primas, aunque se anuncie que se eliminan sólo temporalmente –hasta, “al menos”, la solución del déficit de tarifa, cosa que legalmente debería ocurrir en 2013–, se han terminado para siempre, excepto en casos aislados; es ridículo plantearse que el Gobierno adopte una medida así para levantarla un año después. Las tecnologías que puedan volver a crecer sin ayudas, lo harán a medio plazo, las que no puedan, quedan para la historia.
Habrá que ver –lo anuncia el RD-L 1/12–, cómo es el nuevo marco retributivo que diseñe el Gobierno, y qué opciones reales de mercado se otorgan a las renovables en el galimatías tramposo del sector eléctrico; de momento, se ha suprimido el “sobrecoste” de las renovables sin saber cuál es el coste real de todo el sistema. Considerando la habitual facilidad con que los titulares de Industria acatan las directrices de las corporaciones energéticas, hay poco margen para la esperanza; diríase que trabajan para ellas y no para los ciudadanos, incluso antes de abandonar el cargo.
Así las cosas, durante este 2012, la fotovoltaica instalará la potencia adjudicada durante 2011. La gran eólica también instalará este año y la solar termoeléctrica este y el siguiente. Después, si el recibo de la luz sube ese 40% que, según los doctos, debe subir para eliminar el déficit, quizá arranque un mercado ligado a la generación distribuida y el autoconsumo, y haya algunos emplazamientos eólicos y algunas empresas capaces de desarrollar nuevos parques.
La peor parte se la lleva la industria; esa industria que es orgullo y emblema nacional y que tanto se viene maltratando; esa industria que, según los conservadores datos del Plan de Energías Renovables, ocupa directamente a más de 70.000 personas (55.000 en electricidad). Sólo el 12% del empleo, ligado a la operación y el mantenimiento de las instalaciones, no está afectado. Las empresas fabricantes tendrán que exportar, si pueden; las de desarrollo de proyectos y servicios cierran; las de construcción e instalación cierran; las de comercialización y venta de equipos cierran…
Sólo la prestación por desempleo de tanta gente supera con creces el ahorro obtenido si de verdad es una moratoria. Eso sí, las eléctricas se han quitado la competencia a golpe de BOE.