rafael barrera

Electrificación y resocialización del sistema eléctrico

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La espectacular entrada de renovables en el sistema eléctrico no garantiza, por sí sola, que se puedan alcanzar los objetivos de descarbonización. Si no asistimos a una electrificación rápida de los consumos –que no se está produciendo– el gran esfuerzo que realiza nuestro sector eléctrico no solo podría resultar en balde, a los efectos de alcanzar el porcentaje de penetración de renovables en el consumo final de la energía –establecidos por la Unión Europea en un 32%, y muy mejorados por nuestro PNIEC, que plantea un 42%–, sino que tendría graves consecuencias para el propio sistema eléctrico, que corre el riesgo de llegar a ser insostenible por un exceso de oferta, sin demanda que satisfacer.

Las Directivas 2018/2001, de fomento del uso de energía renovables, y 2019/944, sobre el mercado interior de la electricidad, sientan las bases para que los Estados avancen hacia un nuevo marco energético común y neutro en emisiones, siempre sobre los diseños de abastecimiento eléctrico que mejor se adapten a las singularidades de cada país y que éstos mismos decidan articular. Un proceso que ha de realizarse, subraya la Unión Europea en sus Directivas, con señales de inversión precisas y absoluta seguridad jurídica para las inversiones.

Este innovador marco normativo impulsa nuevas figuras de generación, como son el autoconsumo, el autoconsumo compartido, las comunidades de energía renovable y comunidades ciudadanas de energía. Asistimos a un proceso trascendental, que trasformará el escenario energético que hasta ahora hemos conocido. Por eso se requiere urgencia; pero también diligencia, puesto que el abastecimiento de energía es la base de la economía y el bienestar de los ciudadanos. En este sentido, las Directivas nos advierten de una premisa fundamental: proteger el sistema eléctrico, que es el garante del acceso a la electricidad de todos los ciudadanos y ente esencial en la vertebración del modelo energético de los Estados y de la Unión Europa.

No debemos confundir las irregularidades, desordenes y desmanes que se produjeron en el pasado en nuestro sistema eléctrico, con el sistema eléctrico en sí mismo; en los últimos años se han corregido numerosos vicios, que lastraban su eficiencia económica y que todavía habrán de ser soportados por los consumidores durante algunos años más.
Sin embargo, nuestro sistema ha demostrado solvencia técnica y capacidad para garantizar la universalización del servicio, el reto es preservar su eficiencia al servicio de la sociedad, ahora que es capaz de ofrecer energía cada vez más barata y resolver los problemas de pobreza energética. Los ciudadanos habremos de estar muy vigilantes en su evolución para resocializarlo y que no vuelvan a producirse abusos en un sector esencial y semipúblico.

Pronto podremos asistir a la incorporación en nuestro sistema de las nuevas figuras de generación y autoabastecimiento privado, se incorporarán numerosas comunidades y redes de autoconsumo. Esto nos permitirá aprovechar nuestra riqueza solar y eólica, y evitar la indeseable dependencia de los combustibles fósiles, que contaminan nuestro entorno y lastran nuestra balanza comercial. A la nueva potencia que se agregará al sistema desde el lado de la demanda se le habrá de exigir también solidaridad y rigor.

Las iniciativas particulares capaces de articular sistemas de generación, almacenamiento y autoabastecimiento privado de energía deberán contribuir al equilibrio del sistema general, al ser un imperativo impuesto por la propia UE, y para garantizar el servicio universal de electricidad –en especial de aquellos ciudadanos que no tienen posibilidad de dotarse de estas capacidades–, del mismo modo que ocurre en otros ámbitos esenciales, como el abastecimiento de agua y el saneamiento, la educación o la sanidad.

Con la madurez de las renovables, si se avanza con firmeza hacia la electrificación, tendremos una gran oportunidad para España: energía abundante, muy barata y limpia que, junto a nuestro cualificado capital humano, nos permitirá reindustrializarnos y diversificar la economía más allá del sector agroalimentario y el turismo.

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