Esta situación se había sospechado pero no confirmado y pone de manifiesto que el alcance del accidente nuclear es mayor de lo reconocido inicialmente, ya que los tres reactores activos de la planta japonesa con combustible en su interior sufrieron fusiones parciales después de que el pasado 11 de marzo el terremoto y tsunami los dejara sin refrigeración
Según la información facilitada por Tepco, la mayor parte de las barras de los reactores 2 y 3 se fundieron unos cuatro días después del tsunami. La eléctrica añade que las vasijas de presión en que están encapsuladas podrían sufrir daño. Esto supondría que el agua empleada para enfriar los reactores, que contiene radiación alta, se estaría vertiendo en la vasija de contención y en varias de las unidades. Tepco anunció a mediados de este mes que las barras del reactor 1 sufrieron una fusión horas después del desastre y perforaron la vasija de presión y la de contención primaria, por lo que el agua contaminada podría estar inundando el edificio que contiene la unidad. Esto hace sospechar que lo mismo ocurrió en las unidades 2 y 3 de la central.
Un equipo de expertos nucleares de la ONU se ha trasladado a Japón para investigar el desastre de Fukushima. Los expertos se han reunido con autoridades japonesas y en los próximos días procederán a inspeccionar la planta.
De acuerdo con el Instituto Francés de Protección Radiológica y Seguridad Nuclear (IRSN), unas 70.000 personas que residen en Japón en zonas contaminadas más allá de los 20 km de la zona de exclusión están expuestas a dosis de radiactividad muy por encima de lo admisible. Según el organismo francés, al nororeste de la planta, la radioactividad va desde varios cientos de becquerelios por metro cuadrado a miles o incluso varios millones de becquereles por metro cuadrado.
El gobierno japonés ha establecido para finales de este mes la fecha limite para que los habitantes de la prefectura de Fukushima afectados por la contaminación abandonen sus casas, pero solo la mitad lo ha hecho hasta el momento. Algunas de las personas que permanecen en la zona se quejan de que los refugios de emergencia están lejos de su lugar de trabajo y de las escuelas de sus hijos. Otros afirman que perderán sus empleos si se mudan.