2020 ha sido un año de gran intensidad, en el que el sector energético ha demostrado una enorme resiliencia y solvencia. En los momentos de máxima incertidumbre, el sistema energético siguió operativo y algunas de las medidas más importantes de respuesta ante la pandemia han sido precisamente en este ámbito.
Ahora, apurando los últimos días del año y poniendo el foco en el diseño y arranque de la reactivación económica, la transición energética tiene un papel central. En línea con Europa, con las empresas y con la sociedad civil, el Gobierno de España fija las transiciones ecológica y digital como bases para construir una economía inclusiva, cohesionada, competitiva y sostenible.
En este marco, las energías renovables son centrales, un “proyecto tractor” en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la economía española que nos permitirá avanzar hacia la España verde que queremos. España es un país rico tanto en recursos como en cadena de valor, y el impulso de este sector tiene gran capacidad sobre la recuperación y la creación de empleo.
Afortunadamente, no empezamos de cero. Llevamos más de dos años trabajando intensamente para desarrollar un marco estable que acelere la descarbonización de la economía y devuelva a nuestro país al lugar que nunca debería haber abandonado como valor seguro para la inversión en renovables y eficiencia: el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030, la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, la Estrategia de Transición Justa, la Estrategia de Descarbonización a Largo Plazo y la Hoja de Ruta del Hidrógeno Renovable.
A pesar de la COVID, el autoconsumo sigue en pleno crecimiento, especialmente en el ámbito residencial, aprovechando el nuevo marco normativo desplegado desde 2018. Y mientras tanto, España se vuelve a situar como lugar de referencia para invertir en renovables gracias al marco estratégico de energía y clima, que devuelve certidumbre y previsibilidad a la rentabilidad razonable.
En 2020 hemos acelerado el impulso a la transición energética, con más de 50 iniciativas aprobadas o en tramitación en el ámbito energético entre normas de rango legal y regulatorio, hojas de ruta o estrategias, apuntaladas por consultas públicas para garantizar la participación e implicación de todos los agentes.
Uno de los ámbitos clave ha sido la transición justa, trabajando para atraer inversiones en diversidad de proyectos, también renovables en zonas afectadas por el cierre de centrales térmicas.
El RDL 23/2020 es otro punto de inflexión, con un nuevo marco de acceso y conexión para garantizar que los permisos de conexión a la red se correspondan con proyectos firmes y viables, la figura del almacenamiento, la regulación de nuevos modelos de negocio, desde la hibridación al agregador independiente, para garantizar la integración de renovables.
Todo ello, afianzado por dos grandes mecanismos de apoyo. Por una parte, el nuevo marco de subastas, diseñado este año y que aporta visibilidad a toda la cadena de valor con un calendario a 5 años vista. Un calendario que permitirá la financiación de proyectos renovables de todo tipo de actores gracias a la previsibilidad de ingresos que aporta, mientras traslada de forma directa a los consumidores los ahorros que suponen las renovables para la factura eléctrica. Terminamos 2020 con una primera convocatoria de subasta que recuperará tracción en el sector, y estamos trabajando en la de 2021 para aprovechar aún más las posibilidades del nuevo marco.
A este marco estructural se le añaden los mecanismos de ayuda lanzados este año: 316 millones de euros en convocatorias para proyectos de energías renovables térmicas y eléctricas con algún elemento de innovación, desde el almacenamiento o la producción de hidrógeno hasta la integración en la industria o la participación ciudadana.
Este último elemento, la participación ciudadana, será precisamente uno de los protagonistas del desarrollo energético en 2021, ya que se publicará la Estrategia Nacional de Autoconsumo y se desarrollarán las Comunidades Energéticas Locales, uno de los elementos con presupuesto propio en el Plan de Recuperación.
Concluye, en resumen, un ejercicio intenso y complicado en el que hemos conseguido dar una señal clara y un impulso importante y necesario a la transición energética. Así, afrontamos 2021 con la cautela y responsabilidad que la situación actual exige, pero también con el convencimiento de que, de la mano del sector y la sociedad civil, podremos aprovechar como país la oportunidad que supone la transición energética en el contexto de recuperación, activando el trinomio economía-empleo-sostenibilidad para afrontar los retos de hoy y de mañana.
